DOLMEN
Oh,
la vista desde la ventana, al amanecer,
desde
el décimo piso, el mar,
el
faro y los vapores de Saint-Nazaire.
La
misma vista: desde el Keller bar, al final de la Christopher
Street,
los transatlánticos que se deslizan por el
Hudson
como aquí por el Loire.
Acá
olímpico y lento, allá
jugoso
y fresco y negro,
el
negro que lloró en mi regazo
me
trajo hasta allá.
La
boca de los negros es más sedoso rojiza que la boca
de
los blancos, más blanda, más terrible, más
tierna
y profunda. Más parecida al hocico
de
los terneros del Carso, que mueren
inocentes
aún antes de que los maten.
Eres
tú mi piedra, Kosovel.
Resina,
sogas, tablones,
alquitrán
y el silencioso deslizarse de las gomas.
Se
oye más que el chapoteo del mar.
Moneda
que giras en silencio, caes
y
te elevas en el alcohol, no eres tú quien sisea, sisea la nafta.
Por
qué en bandadas y por qué gritan.
Se
desgarran. La soda rasga la vista.
Hasta
que no vuelva a reposar verde,
oh,
peluche de bolitas.
Con
las tiza apenas tocas el palo.
El
mar tras el vidrio es el otro polo del choque y se lo
bebe.
La gente en verdad se desgarra.
Se
desgarra como si se desgarrasen pañuelos. Este continente es
Grande.
Si te agarra los pulmones, te los puede
Aplastar.
Aquí el atlántico
es
macizo y gris, y se abreva
en
el Loire. Las piedras, estriadas como la eternidad y
viejas.
Junto al Hudson, fieras frescas,
una
junto a la otra, desgarran montañas, ávidas,
el
mar es muy joven aún para brindar calma
HUELO
CABALLOS EN POLONIA
huelo
caballos en Polonia, ruinas en Elblang
huelo
agua, sangre, enormes tablas colocadas sobre estantes
en
Tatra desaparece Juergen, con antorchas y perros los sacaron cuando ya no
respiraba
frescos
en Campo Santo, cada día descargo ocho toneladas
las
calles de Manhattan huelo, salpica el vapor, con la cabeza golpeo contra los
techos
de los taxis
huelo
gas, huelo ventanas heladas a través de la ventana del jet de Lufthansa
epopeyas
serbias huelo, en De
ani,
en Ravenna
huelo
tierra al pie de Hilandar, duermo en Janina
mimetismo
huelo, huelo Monterey
huelo
los abrigos repugnantes de los años cincuenta, toco el piano
béisbol
huelo en Brooklyn, el esperma de un cherokee
huelo
leña para el ferrocarril de la línea Ko
ani
ardaklija, espero congelado
huelo
el papel del masajista, del cristal, de los físicos, de la basura
huelo
al contraerse mi estómago en Nabrežina
todo
lo he olido, las manos, huelo cal, me sumergí en el sánscrito, huelo sufíes
huelo
el terror de las culturas regionales, ángeles huelo
la
piel blanca de las amigas de la familia, huelo verbo
huelo
vanitas, apilo la lengua en
carretillas, humo Mancini
allí
la vieja Baubo corre al monte
huelo
concordance des temps, contrabandeo
Afganistán
las
carreras entre Cassirer y Fátima, huelo una puta sobre espaldas militares
gute nacht liebe Barbele huelo,
el cadáver de Pippa
huelo
mudarse de ropa, un fósil, huelo la salida del sol
la
Penguin selection, las hormigas dejan su olor
huelo
catedrales, impasibles proletarios
Femme
de la señora Mann-Borghese, huelo adulación
huelo
astucia y crimen
huelo
transgresión, huelo, duermo
Pour un jeune Chalamoun qui se vend dans la rue
¡Dientes
blancos y pesados!
Membranas
que penetran en mis ojos como
sables.
Ruego a tu alma para entregarle
mi
alma. Estoy cansado de
tomar,
quisiera obsequiarme.
Tu
te rends compte? ¿Que alquile otro
loft
donde secar almas? Ya
así
me cuesta bastante esa práctica
hotelera.
Soy un profesional y tú también
eres
un profesional, sólo que
tu
tarifa es un papel blanco.
Cada
oveja y cada vaca es un capital.
Y
yo quiero mis ovejas, mis
vacas,
no esos hediondos animales
de
los campesinos de Alsacia. Mis animales son
historia
porque dan leche. Tú, en cambio,
desechas
tu papel y luego
las
vitrinas tienen el aroma de tu alma que
los
libros exhalan como si fueran
manzanas.
OK, obséquiame tu cuerpo, pero eso
cuesta.
Mi oficio es no
dar
el alma. Sólo tomar el dinero y no
dar
el alma.
De Poesía Eslovena Contemporánea (Ediciones Gog y Magog, 2006)
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