jueves, 22 de octubre de 2015

George Oppen - Dos poemas


LAS FORMAS DEL AMOR

Estacionados en el campo 
Toda la noche 
Tantos años atrás, 
Vimos 
Un lago junto a nosotros 
Cuando salió la luna. 
Recuerdo
Que dejamos 
El viejo auto. Nos recuerdo 
De pie en la blanca 
Hierba. A tientas 
Descendimos juntos 
Por la ladera en la brillante 
Increíble luz
Comenzando a preguntarnos 
Si acaso se trataba de un lago 
O de niebla 
Que veíamos, nuestras cabezas 
Zumbando bajo las estrellas caminamos 
Hasta donde debimos mojarnos los pies 
De haber habido agua


OH VIENTO DEL OESTE

Un mundo la rodea como una sombra
Ella mueve una silla
Algo se realiza –
Preparado
Claro frente a ella como al aire libre

El espacio que una mujer hace y ocupa
Tras estos años
Vuelvo a escribir
Naturalmente, acerca de tu rostro

Hermosos y vastos
Ojos azules
Copando mi visión sin el destello de la carne
Ojos azules
En las rutas del metro, bajo la lluvia
Los perfiles.


De George Oppen: poesía, ensayo y entrevistas (Ediciones Universidad Diego Portales)
Traducción de Kurt Folch

domingo, 18 de octubre de 2015

David Markson - Punto de fuga (fragmentos)

     

     La leyenda de que, nueve meses después de su muerte, Dante se le apareció a uno de sus hijos en un sueño y le dijo dónde encontrar los últimos trece cantos del Paraíso, que hasta entonces se creía que no había escrito.


     De una de las primeras reseñas de Prokofiev, en el New York Times:
     Hay unos cuantos pasajes, sólo unos cuantos, en los que apenas se reconoce un parecido con lo que hasta ahora se ha considerado música.


     Según confiesa el propio William Butler Yeats, a sus 27 años no había besado todavía a ninguna mujer.


     La mejor obra de arte jamás vista, calificó Karlheinz Stockhousen a la destrucción del World trade center.


     Una mujer llamada Lorna Wilmott, le prestó su departamento en Londres a Dylan Thomas. Y cuando regresó, encontró que Dylan había empeñado su máquina de escribir, su fonógrafo, su platería y su abrigo de piel.


     William Blake, a los 30 años, fue testigo de la muerte por tuberculosis de Robert,  su hermano menor.
     E insistió en que había visto su alma elevarse y atravesar el techo, aplaudiendo de felicidad.


     Leonardo solía asistir a las ejecuciones, con el pretexto de estudiar las contorsiones musculares de los ahorcados.


      En 380 d. C., san Gregorio Niceno, obispo de Constantinopla, ordenó quemar los poemas de Safo.


     En 1073 d. C., el papa Gregorio VII ordenó quemar los poemas de Safo.


     Emily Dickinson dejó 1775 poemas.
     Lo que equivale a poco menos de uno por semana de su vida adulta.


     No perdura nada escrito por la mano de Dante, ningún manuscrito, ningún documento, ni siquiera una firma.


     Como pintado con barro. Horrible. Irremediable. Como los dibujos de los niños en la escuela, como moscas aplastadas entre los dobleces de una hoja de papel. Peor.
     Unos pocos de los comentarios críticos comunes sobre Cézanne poco antes de su muerte.


     Georges Seurat, quien murió a los 31 años.
     Y vendió sólo dos pinturas en su vida.


     Muchos de los poemas de Ronsard fueron musicalizados en vida.
     Sordo desde los 16 años, nunca los escuchó.


     Ouspenski, al comienzo mismo de la primera guerra mundial, notando en camión militar cargado de muletas.
     Para piernas que todavía no se perdían.


     Vaslav Nijinski pasó los últimos treinta y dos años de su vida en un manicomio.
     Treinta y dos.


     Vladimir Mayakovski en Nueva York, en1925:
La mugre es peor que en Minsk.
     Y es increíble lo asqueroso que es Minsk.


     Brahms tenía ojos azules.
     Abraham Lincoln también.


     Y Hitler.


     Pintando en la corte del sultán Muhammad II, en Constantinopla, Gentile Bellini improvisó una cabeza muy austera de Juan el Bautista.
     El sultán la consideró poco realista y, de pronto, decapitó a un esclavo que pasaba, para ayudar a Bellini con el modelo de su obra.


     Goethe escribió Werther en cuatro semanas.


     A los 33 años, habiendo ya escrito varios de sus poemas más famosos, las ganancias de Edwin Arlington Robinson como autor ascendían a siete dólares.  


     Me gusta el paisaje, pero prefiero sentarme de espaldas a él.
     Dijo Gertrude Stein.


     En la segunda guerra mundial, los nazis profanaron adrede la tumba de Heinrich Heine en Montmartre.
     Nelly Sachs y Paul Celan, algunos años después, llevando en silencio flores a la tumba.


De Punto de fuga (Verdehalago, 2011)
Traducción de Verónica Martínez Lira y Alejandra Reta Lira



lunes, 12 de octubre de 2015

Dos poemas de William Bronk


EL MUNDO

Pensé que tú eras un ancla en la corriente del mundo;
pero no: no existe ancla en ninguna parte.
No existe ancla en la corriente del mundo. Oh, no.
Pensé que eras tú. Oh, no. La corriente del mundo.


EL SOSTÉN DE LA VIDA

La vida me mantiene vivo: todos sus tubos
y cables están conectados a mí y me sostienen
en formas que la vida determina para mis necesidades.
En una cama de tierra, en su casa, sus calendarios
y relojes están programados para mí: los variados aires
matinales, vespertinos, cenitales, dentro y fuera;
las estaciones cambian y vuelven, cambian
y vuelven otra vez. Asunto tras asunto las noticias
circulan, describiendo sucesos y no–sucesos,
reportes a veces míos o de otros que conozco.
Comida, desde luego, frecuente. Salada y dulce,
Soluble, y otras soluciones a veces
—fluidos correctivos necesarios para restaurar algún balance
quizá perdido. Estoy al tanto aunque
parezca no estarlo. Difícil de creer la oleada
de corriente a través de mis iras, éxtasis,
y temores a veces en las crisis: un tubo defectuoso,
poder–intemporal, aunque no por mucho, lloraba
por ser restaurado. Marcadores e interruptores aguardan.
Ningún dios se me acerca. Estoy solo.


Traducciones de Ángel Llorente

martes, 6 de octubre de 2015

Tadeusz Różewicz - Rehabilitación después de la muerte


Los muertos se acuerdan
de nuestra indiferencia
los muertos se acuerdan
de nuestro silencio
los muertos se acuerdan
de nuestras palabras

Los muertos ven nuestras bocas
sonriendo de oreja a oreja
los muertos ven nuestros
cuerpos rozándose
los muertos oyen
el ruido de nuestras lenguas

Los muertos leen nuestros libros
escuchan nuestros discursos
pronunciados hace tanto tiempo
los muertos estudian los informes
toman parte en las discusiones
ya cerradas
los muertos ven nuestras manos
listas para aplaudir

Los muertos ven los estadios
los coros los conjuntos recitando

todos los vivos son culpables

culpables son los niños pequeños
que entregaban ramilletes de flores
culpables son los amantes
culpables son

los que huyeron son culpables
y los que quedaron
los que decían sí
los que decían no
los que no decían nada

Los muertos cuentan a los vivos
los muertos no nos rehabilitarán


De Inquietud (El Tucán de Virginia, 1993)
(Traducción de Jan Zych)

lunes, 5 de octubre de 2015

Dos poemas de Peter Semolic


FÍSICA CUÁNTICA

Por enésima vez trato de determinar mi posición.
En el espacio y en el tiempo. Pero aquí todo está confuso.
La brújula marca las horas y el cuco canta siempre
que cruzo el meridiano. Hace calor. Tengo frío.

AL moverme, estoy detenido. Al detenerme, me muevo.
Hablo de lugares que recorrí navegando.
Y de súbito me encuentro entre arrecifes de coral
que no había visto nunca, cortantes como una navaja.

El sol se pone con las estrellas. Las estrellas con la luna.
Aquí, la noche parece estar en asonancia con la nada.
¿Cómo puede ser, entonces, que yo aún exista?

A veces oigo mi voz desde la cubierta.
A veces desde la popa. No sé dónde estoy. No sé
adónde voy. No sé cuál será mi última palabra.


LES CASSEURS

Doris Lessing afirma que el fin empezará
en el suburbio. Los niños dejarán
de entusiasmarse por las motos y tomarán
las armas. En grupos armados se dirigirán
al centro urbano cruzando barricadas
de alambre de púas, caballos de Frisa, cadáveres
de policías, atravesando casas, tiendas, parques…
Vendrán armados hasta los dientes, de mirada
ebria y salvaje, con walkmans que ahogarán
los gritos de sus víctimas. Vendrán sedientos de centro
de anuncios resplandecientes y vitrinas radiantes,
restaurantes de cinco estrellas y manteles
limpios. Vendrán, desempleados, desplazados
a chalés húmedos que se desmoronan en las afueras,
vendrán a los panales de hormigón.
Vendrán para tomar lo que les pertenece,
para destruir lo que se les ha negado.


De Poesía eslovaca contemporánea (Ediciones Gog y Magog, 2006)