domingo, 28 de febrero de 2016

Michael Palmer - Tu zapato de diamante


No escribas poemas sobre lo que está pasando.
Los asesinos y los mentirosos, los sueños y los deseos

siempre están pasando.
Déjalos fuera del poema.

No describas tu casa veraniega de ojos tristes
o tu casa invernal de ojos abiertos.

No escribas sobre tu falta de casa
o de tu casa lejos de casa.

No escribas sobre la guerra,
ya sea que estés en contra o a favor,

es la misma puta guerra.
No escribas sobre el lenguaje,

no hables de la pérdida.
No menciones la verdad o la belleza

o los huesos de tu abuelo.
Nadie quiere saber

cómo tu padre / hermano / amante
se sustrajo a sí mismo. Navaja, cuerda o pistola,

¿cuál es la diferencia?
Nada susurres de la nieve

en la Contrescarpe,
nada de las mariposas nocturnas, sus arcos batientes,

o de las torres —cómo las vimos caer.
No escribas nada.
a la manera de Drummond



Traducción de Román Luján y Marcelo Pellegrini

viernes, 26 de febrero de 2016

Charles Simic - Donde el azar y la necesidad coinciden



EL HOMBRE DEL BASURERO

Su aspecto era como el que imagino tendría Bartleby el día en que renunció a su trabajo para mirar la pared desnuda frente a la ventana de la oficina.
     Siempre hay hombres así en las ciudades. Vagabundos solitarios con gabardinas pasadas de moda hace mucho, sentados en los restaurantes modestos y en las cafeterías de calles laterales comiendo un pedazo de pastel blando. Son mortalmente pálidos, de ojos cansados, con las solapas llenas de migajas. Alguna vez fueron otra cosa; pero ahora trabajan como mensajeros. Suben diez pisos por las escaleras eléctricas si los levadores no funcionan, con sobres amarillos bajo el brazo. Aun en el verano meten las manos en los bolsillos. Y Cornell podría ser cualquiera de ellos.
Era descendiente de una vieja familia holandesa de Nueva York, venida a menos tras la muerte prematura del padre. Vivía con su madre y su hermano inválido, en una casita prefabricada en Utopia Parkway, en Queens; y vagaba por Manhattan de manera, al parecer, despreocupada. Devoto de Christian Science, era un recluso y un excéntrico admirador de los escritos de los románticos franceses y de los poetas simbolistas. Su gran héroe fue Gérard de Nerval, famoso porque caminaba por las calles de París con una langosta viva amarrada a una correa.



DONDE EL AZAR Y LA NECESIDAD COINCIDEN

En algún lugar de la ciudad de Nueva York hay tres o cuatro objetos aún desconocidos que embonan uno con otro. Cuando estén juntos serán una obra de arte. Tal es la premisa de Cornell, su metafísica y su religión; la deseo entender.
     Sale de su casa e Utopia Parkway sin saber qué busca ni qué encontrará. Hoy, podría tratarse de algo tan común e interesante como un viejo dedal. Tal vez pasen años antes de que encuentre compañía. Mientras, Cornell camina y busca. La ciudad tiene un número infinito de objetos interesantes en un número infinito de lugares inusitados.



TERRA INCÓGNITA

América está aún por descubrirse. Sus vagabundos y poetas son parecidos a los antiguos navegantes cuando emprendían viajes de exploración. Hasta en sus ciudades hay espacios que los cartógrafos dejaron en blanco.
     Esta tarde se trata de un cine donde, por alguna razón, pasan dos películas de horror en blanco y negro. En ellas siempre anochece. Alguien está completamente solo en un lugar donde no debería estarlo. Si hay alguna casa debe ser la única, ni una más alrededor. Si hay algún camino debe estar desierto. Los árboles son desnudos o, si tienen hojas, se agitan tenebrosamente. El cielo tiene todavía un poco de luz grisácea. Es esa luz donde aun las propias manos parecen ajenas, de algún extraño.
     Al salir de nuevo a la calle, el hombre de traje blanco que dobla la esquina podría ser el fantasma del difunto poeta Frank O’Hara.   



LA VERDAD DE LA POESÍA

Un juguete es una trampa para soñadores. Un verdadero juguete es un objeto poético.
     Hay una escultura temprana de Giacometti llamada Palacio a las 4 A.M. (1932). No consta sino de unos cuantos palitos acomodados sobre un andamiaje limpio; el título la vuelve más fantasmagórica e inolvidable. Giacometti decía que era la casa soñada, para él y la mujer que amaba.
     Un niño conoce tales sueños. Sueños donde los objetos se renombran y a los cuales se inviste de vidas imaginarias. Un guijarro se convierte en ser humano. Dos palitos apoyados uno contra otro forman una casa. En ese mundo se juega a ser otro.
     Eso es lo que busca Cornell, también. Cómo construir un vehículo para el ensueño, un objeto que enriquezca la imaginación del espectador y lo acompañe siempre.



NUESTRO ANGELICAL ANCESTRO

Rimbaud debió haber viajado a Estados Unidos y no a Lago Chad. Tendría  cien años y exploraría las tiendas de descuento. ¿No dijo acaso que le gustaban las pinturas estúpidas, los letreros, los grabados populares, los libros eróticos con faltas de ortografía, las novelas de las abuelas.
     Arthur, pobre chico, habrías caminado a lo largo de la Calle 14 y escrito muchas más “Illuminations”.

     Poesía: tres zapatos distintos a la entrada de un callejón oscuro. 



CAJA DE CERILLOS CON MOSCA ADENTRO

Caja de sombras
caja de música
caja de píldoras
caja con rompecabezas dentro
caja con pequeños cajoncitos,
caja de navegación
caja de alhajas
caja de marinero
caja de mariposas
caja llena de recuerdos de un viaje por el mar
prisión mágica
caja vacía



De Alquimia de tendajón (UNAM, 1996)
Traducción de Elisa Ramírez Castañeda




lunes, 22 de febrero de 2016

Anne Carson - Apéndices



Apéndice 8 sobre la miopatía de la captura

Capturar y confinar a un animal resulta extremadamente estresante. Una reacción inmediata al estrés es el síndrome “escapa o lucha”, al que el cuerpo responde produciendo adrenalina. La constante sobreproducción de adrenalina conduce a la acumulación de ácido láctico en la corriente sanguínea que afecta la habilidad del corazón para bombear correctamente el oxígeno a las músculos, lo que puede causar que los músculos comiencen a morir: miopatía (del griego antiguo pathos, “sufrimiento” y de mus, que significa: 1. “un ratón de campo”; 2. “un músculo del cuerpo”).  Hay cuatro categorías de miopatía de la captura que van desde la hiperaguda, donde la muerte sobreviene en cuestión de minutos, a la crónica, que el animal cautivo puede sobrevivir durante días y hasta meses, montando a caballo y enviando telegramas, sólo para morir repentinamente por una falla cardiaca o algo parecido a un accidente. No hay tratamiento para la miopatía de la captura.




Apéndice 20 sobre la velocidad

El límite de velocidad en la Francia de 1907 era de 15 kilómetros por hora. Cuando Alfred Agostinelli llevó a Proust a Normandía debió, por momentos, haber rebasado este límite pues, de acuerdo con el artículo de 1907 publicado en Le Figaro, ir en coche con Alfred era como salir disparado por un cañón. El traje de conductor de Alfred consistía en una capa de hule con capucha, lo cual, dice Proust, le hacía lucir como una "monja de la velocidad".




Apéndice 29 sobre los kimonos

El conocimiento de otra persona es insoportable. Los kimonos japoneses estuvieron de moda en el París de los años veinte. Habían sido rediseñados para el mercado europeo, con menos manga y más bolsillo. Albertine guarda todas sus cartas en el bolsillo del kimono que, justo antes de dormirse, arroja despreocupadamente sobre una silla en el cuarto de Marcel. La verdad acerca de Albertine está así de cerca. Marcel no investiga. El conocimiento de otra persona es insoportable.




Apéndice 33(a) sobre la diferencia entre metáfora y metonimia

Ya que la cuestión surgió, he aquí la diferencia. En un grupo de niños a los que se les pide una respuesta a la palabra “choza”, algunos dijeron una cabañita, otros dijeron se incendió.




Apéndice 59 sobre una mala fotografía


En una famosa biografía de Proust (Tadié), hay una pequeña fotografía de 1907, pobremente impresa, de Proust y Alfred Agostinelli sentados en su vehículo de motor, vestidos para un viaje. Envuelto en un gran abrigo, con una pierna cruzada, Proust luce hinchado y aburrido, a donde sea que vayan. Agostinelli sujeta el volante, ataviado con su disfraz de “monja de la velocidad”, con los ojos fieramente fijos en el horizonte. Podría tratarse de una de esas fotografías que apenas despiertan un pasivo interés y luego se olvidan; como dice Barthes, una fotografía sin fisuras en la superficie, sin punctum para atraparte y perturbarte (La cámara lúcida), excepto por la postura de la cabeza del Alfred Agostinelli, pues la mantiene echada hacia atrás, en un ángulo que sugiere la velocidad del movimiento hacia adelante. Pero ambos, por supuesto, están sentados completamente inmóviles en el coche. No se puede menos que preguntar si le dio un dolor de cuello por haber sostenido su cabeza de ese modo durante los largos minutos de la exposición. O sobre qué cosas hablaban ese día, mientras el fotógrafo jugueteaba con los lentes y las cantaban en el seto de espinos y la tarde de verano en el más lejano límite del amor humano se extendía frente a ellos, aparentemente, hacia la eternidad. Tal vez hablaron sobre una cabañita. Tal vez se incendió.  



De Albertine. Rutina de ejercicios (Vaso Roto, 2015)
Traducción de Jorge Esquinca



sábado, 20 de febrero de 2016

Leónidas Lamborghini - Reescrituras



CÁNTICO (1)

A
dónde
–decid.
¡oh!
bosques
¡oh!
sotos
¡oh!
riberas.

¡Ay!
¿pasó
por
estos?

¡Ay!
y
quién
podrá:
¿pastores?
los
que.
y
todos
cuanto:
–decid.
¡Oh!
vida
¿te
escondiste?

¿por
qué?
¿a
dónde?
lo
que
queda
y
vaga
y

balbucea.



CÁNTICO (2)

¡Ah!
miedo
de
la
noche
en
ardores
transformándose

liras
en
aves

leones
en
ciervos
en gamos
saltadores

montes
en
valles
valles
en
riberas

sirenas
en
aguas
aguas
en aire
transformándose

y
en
el
ameno
huerto:
Amada
en
el
Amado
Amado
en
la
Amada

transformados.



NO SALGAS, DILATA (A UNA ROSA)

para qué naciste. para qué
tan poco. tan nada. para
qué: en tu breve ser, para qué lúcida,
loxana. ¿quién
tu hermosura? ¿quién?
tu ayer naciste
y morirás mañana. quién
 la escondida mano en tu hermosura
que acabará tu. no
salgas. no: dilata.




De El jugador, el juego (Adriana Hidalgo, 2007)

W. H. Auden - Escribir (fragmentos)



Cuando un necio me dice que le ha gustado uno de mis poemas, me siento como si me hubieran robado la cartera.



¡Qué suerte la del matemático! Es juzgado únicamente por sus colegas y el baremo es tan alto que ningún colega o rival puede alcanzar una reputación inmerecida. Ninguna cajera escribe una carta a la prensa para quejarse de la ininteligibilidad de las matemáticas modernas y compararlas desfavorablemente con los viejos tiempos en que los matemáticos se contentaban con empapelar habitaciones de forma irregular y llenar las bañeras sin cerrar el grifo.



Cuando un escritor exitoso analiza las razones de su éxito, por lo común subestima su talento innato y sobreestima la habilidad con que lo emplea.



Para reducir sus errores al mínimo, el Censor interno al que un poeta somete su obra en marcha debería ser un Consejo de censores. Tendría que incluir, por ejemplo, un hijo único de espíritu sensible, un ama de casa con sentido práctico, un lógico, un monje, un bufón irreverente e incluso, tal vez, odiado por todos los demás y correspondiendo punto por punto a su desagrado, un sargento de instrucción brutal y soez que considera la poesía una basura.




La esclavitud es un estado tan intolerable que el esclavo apenas si puede evitar engañarse pensando que ha escogido obedecer las órdenes de su amo cuando, en realidad, está obligado a hacerlo. La mayoría de los esclavizados por su rutina padecen este engaño, y así también varios escritores, esclavizados por un estilo demasiado “personal”.



De "Escribir", incluido en Los señores de límite (Galaxia Gutenberg, 2007)
Traducción de Jordi Doce