miércoles, 24 de junio de 2020

Han Kang - Cuatro fragmentos blancos




FULGOR

¿Por qué a la gente le parecerán valiosos los minerales que relumbran, como la plata, el oro o el diamante? Según una hipótesis, se debe a que los antiguos humanos identificaban el refulgir del agua con la vida. El agua que brilla es agua limpia. Solo el agua potable —la que da la vida— es transparente. Cuando deambulando por los desiertos, los bosques y los sucios pantanales, divisaban a lo lejos el fulgor blanco de la superficie del agua, seguramente experimentarían un júbilo punzante, la vida, la belleza.



GUIJARRO BLANCO

Hace mucho ella recogió en la playa un guijarro blanco. Se lo metió en el bolsillo del pantalón después de sacudirle la arena y lo guardó en un cajón cuando llegó a su casa. Era un guijarro liso y redondeado por la erosión del mar. Era tan blanco que creyó que podría verse por dentro, pero no era tan transparente (en realidad, era un guijarro banco común y corriente). A veces lo sacaba y se lo ponía sobre la palma de la mano. Entonces pensaba que, si se pudiera comprimir el silencio en el objeto más pequeño y duro que existiera, este transmitiría al tacto una sensación semejante.



HUESOS BLANCOS

Una vez le hicieron una radiografía de cuerpo entero por los dolores que sufría. Un esqueleto blanquecino se recortaba de pie contra la placa radiográfica, que era como un fondo marino azul gris. Le pareció asombroso que se sostuviera dentro del cuerpo humano algo duro hecho de la misma materia de la roca.
     Mucho antes de eso, cuando estaba entrando en la pubertad, ella se quedó fascinada con la diversidad de los nombres de los huesos: maléolo, rótula, escápula, rodilla, esternón, clavícula…Quién sabe por qué, se alegró de que el ser humano no fuera solamente piel y músculos.



FLOTANDO EN EL AIRE

Cayó una nieve muy húmeda antes de que se pusiera el sol. La nevisca, que se derretía apenas tocaba la acera, fue breve como un chaparrón.
     El casco antiguo de la ciudad de color ceniza, se volvió blanquecino en un abrir y cerrar de ojos. Remedando sus horas andrajosas, la gente se adentraba de pronto en los espacios que se habían vuelto irreales. Ella no se detuvo y siguió andando. Atravesó la belleza que iba a desaparecer — que estaba desapareciendo—. Lo hizo en silencio.



De Blanco (:Rata_, 2020)
Traducción de Sunme Yoon

lunes, 22 de junio de 2020

Tres poemas de Emily Dickinson




379

Tiene tan poco que hacer la hierba—
una esfera de sencillo verde,
solo incubar mariposas,
y entretener abejas,

y agitarse todo el día ante bonitas canciones
que le trae la brisa,
y retener la luz del sol en el regazo
e inclinarse ante todo;

y ensartar el rocío por la noche, como perlas,
y hacerse tan delicada—
que una duquesa sería demasiado vulgar
para percibirlo.

E incluso cuando muere, fallece
con tan divino aroma,
como humildes especias dormidas,
o amuletos de pino.

Después, habitar en graneros soberanos
y pasar los días durmiendo—
tiene tan poco que hacer la hierba,
¡ojalá yo fuese heno!




1056

Si yo pudiese cabalgar ilimitada
como hace la abeja en la pradera
e ir de visita solo donde yo quisiera
y que nadie me visitara,

y flirtear todo el día con ranúnculos
y casarme con quien yo quiera,
y habitar un poco en todos lados,
o mejor, huir

sin policía que persiga
o que me siga si lo hago
hasta que salte penínsulas
para alejarme de ti—

dije, ser solo una abeja
en una corriente de aire
y remar en la nada todo el día
y anclarme fuera del puerto—
¡Qué libertad! Así piensan los cautivos
que aguardan en estrechas mazmorras.




1098

Las hojas, como las mujeres, intercambian
astutas confidencias;
unos cuantos saludos, y unas cuantas
portentosas conclusiones,

en ambos casos las partes
disfrutan del secreto—
compacto e inviolable
a la visibilidad.




De Herbario & Antología botánica (Ya lo dijo Casimiro Parker, 2020)
Traducción de Eva Gallud


martes, 16 de junio de 2020

Wisława Szymborska - Correo literario



De 1953 a 1981, Wisława Szymborska formó parte  del consejo de redacción del semanario Życie literackie (Vida literaria). Una de sus labores era redactar respuestas para los lectores que enviaban textos para la revista. La sección en la que aparecían llevó el nombre de "Correo literario".





Halina W., Białystok. Lo que vamos a decir a continuación suena muy desmoralizador: es usted una persona demasiado franca y cándida para escribir bien. En las entrañas de un escritor con talento se arremolinan los más diversos demonios. E incluso si antes o después de escribir se encuentran adormecidos (o deberían encontrarse adormecidos), durante la escritura tienen una frenética actividad. Sin su ayuda, el escritor no podría adentrarse en las complicadas vivencias de sus personajes. Nada humano me es ajeno: ¡oh, esta sentencia no se puede aplicar a las vidas de los santos bondadosos! Reciba nuestros más cordiales saludos.




Grażyna, Starachowice. Para usted la poesía es lo sublime, lo absoluto, la eternidad, el suspiro y el gemido, todo ello en una concentración tal que supera incluso la de los álbumes de recuerdos de señoritas de principios de siglo. Con esa grandilocuencia va a ser difícil conquistar al lector actual. Es más, hasta la persona más cercana y de confianza, tras oír apenas una frase de esas, mirará a la interlocutora con pavor y al cabo de unos instantes recordará de pronto que tiene que salir a hacer un recado muy urgente. ¿Entonces, qué? ¿Nos desabrochamos las alas e intentamos escribir algo con los pies en la tierra.




M. S., Koszalin. «Me han criticado por inventarme las historias, porque dicen que debería escribir solo sobre lo que me ha pasado en la vida. ¿Tienen razón?». No la tienen. Con un planteamiento tan dogmático habría que condenar a tres cuartas partes de la literatura mundial. Ningún escritor utiliza únicamente argumentos tomados de su propia vida. Siempre que puede, echa mano de los ajenos, los mezcla con los suyos o simplemente se los inventa. Pero para un verdadero artista inventar es lo mismo que imaginar con una claridad real, e imaginar las cosas con esa claridad real significa, por su parte, lo mismo que vivirlas personalmente. Es así como Flaubert pudo declarar que era Emma Bovary. Si se hubiera topado con esos metomentodo que le niegan el derecho al autor a inventarse el tema, habría tenido que renunciar a su novela y limitarse a soñar que una Madame Bovary en persona la escribiera algún día. Y habría sido, naturalmente, una novela escrita por una notable grafómana. Hasta aquí la teoría. Cuando envíe usted los relatos anunciados no nos pondremos a investigar el grado de coincidencia con su currículo, porque no somos una unidad de la policía judicial, sino críticos literarios.




Zb.-P., Lublin. La poesía siempre exagera un poquito, pero hay que reconocer que en la actualidad lo hace menos que en cualquier época anterior. En nuestros días sería impensable la idea de J. A. Morsztyn[i], que en el soneto titulado «Los galeotes» comparaba sus tribulaciones amorosas con el sufrimiento de un esclavo encadenado a una galera y concluía, sin ningún reparo, que a los galeotes, a pesar de todo, les resultaba más fácil vivir en este mundo. El soneto está escrito con brillantez, pero no parece que nadie haya llegado a creerse nunca el dolor de su autor. ¿Qué se desprende de eso? Si queremos que nos crean, seamos comedidos. «Lloro tu ausencia con lágrimas de sangre». ¡Por favor, señor Zbigniew!




Heliodor, Przemyśl. Escribe usted: «Sé que en algunos pasajes los poemas son flojos, pero ¿qué le vamos a hacer?, ya no pienso corregirlos más». ¿Y por qué, Heliodor? ¿Porque la poesía es algo demasiado sagrado? ¿O porque es algo demasiado insignificante? Ambas formas de tratar la poesía son erróneas y, lo que es peor, eximen a los poetas primerizos de la obligación de trabajar el poema. Es agradable y placentero decirles a los amigos que el viernes a las 24:45 nos poseyó el espíritu del vate y empezó a susurrarnos al oído cosas misteriosas con tanta exaltación que apenas si dábamos abasto para anotar lo que nos dictaba. Incluso grandes poetas han disfrutado contando esos cuentos a sus sorprendidos amigos. Pero en casa, a escondidas, corregían afanosamente esos dictados de ultratumba, borraban partes, los rehacían. Una cosa son los espíritus, pero también la poesía tiene su lado prosaico.




Marek T., Zakopane. Tienes una idea errónea de los poetas. Desde que el mundo es mundo, no ha habido ninguno que cuente las sílabas con los dedos. El poeta nace con oído. Con algo tenía que nacer, digo yo.




K. K., Bytom. Lamentamos tener que repetir todo el tiempo: inmaduro, trivial, amorfo… Pero, al fin y al cabo, no se trata de una sección para premios Nobel, sino para los que tendrán que esperar todavía un tiempo antes de encargar un frac y viajar a Estocolmo. Nos apena que considere usted el verso libre como una liberación de todo tipo de reglas. Escribe usted frases sueltas que corta como le viene en gana y coloca algunas palabras a la derecha, y después otras a la izquierda. La poesía (independientemente de las consideraciones que podamos hacer sobre ella) es, ha sido y será siempre un juego y no existe un juego sin reglas. Es algo que los niños saben perfectamente. ¿Por qué lo olvidan los adultos?




K. K. K., Katowice. Un relato negro que no desmerece en nada de los que se suelen leer en la revista Panorama[ii]. No despreciamos en absoluto ese género, porque es lo único que se puede leer con una cierta atención en la sala de espera del dentista. Pero la verdadera literatura empieza realmente cuando los personajes vivos intrigan más que un misterioso cadáver. Cordiales saludos.




B. K., Radom. A juzgar por la caligrafía, el autor no es una persona de avanzada edad, es decir, tiene aún por delante una gran cantidad de benévolo tiempo. Así que, que lea buena poesía y que la lea bien, siguiendo las infinitas posibilidades de cada palabra utilizada. Se trata, ni más ni menos, de las mismas palabras que reposan muertas en los diccionarios o que tienen una vida gris en el habla cotidiana. ¿Cómo es posible que en la poesía brillen con esa luz, como si fueran completamente nuevas y hubieran sido descubiertas apenas un momento antes por el poeta? He ahí, como diría Horacio.




A. M., Varsovia. Los gatitos maúllan, miau, miau, mientras el reloj de pared, tic-tac, tic-tac, y papá y mamá les dan un beso a los niños antes de ir a dormir, muac, muac… ¿Qué cosita es? Está más claro que el agua, poemillas infantiles escritos por algunas horrendas señoras. Desea usted unirse al grupo. No podemos prohibírselo, pero, por lo que más quiera, tenga usted piedad de nuestros hijos, que no hacen otra cosa que salir huyendo ante ese tipo de literatura, fiuuu, fiuuu, fiuuu.




Br. U., Varsovia. El poema es a primera vista ultramoderno, aquí y allá una escalerita, aquí y allá una y escrita en un verso aparte, y, claro, ninguna coma, ningún punto, algunas letras en versalita en medio de las palabras (¡una novedad!); pero al leer aparece en toda su museística melancolía «una granizada de besos» y «una lluvia de lágrimas» y un «ríete tú, payaso». Todo eso junto es como un Alfa Romeo que no arranca porque en lugar de gasolina le han llenado el depósito de avena.




P-ł, Sopot. Una de las desgracias de nuestro siglo es que las distintas generaciones han dejado de hablar entre sí. Sobre todo la generación nacida ya después de la Segunda Guerra Mundial tiene la tendencia a encerrarse en sus enclaves, sin mostrar ningún tipo de interés por nadie que no sea de su quinta. Cualquiera que sea la causa y cualesquiera que sean las consecuencias para la vida social, hay algo que ya sabemos: eso no augura nada bueno a la literatura. La falta de curiosidad es grave para su existencia. Conlleva lo mismo que en la pintura la insensibilidad al color o en la música la falta de oído. En los relatos que nos envía usted hay una gran estrechez, un gran agobio y no hay ningún problema. No hay ventanas hacia el exterior y por lo tanto tampoco perspectiva alguna de que en algún momento se abran. Francamente mal; un estilo resultón no salva nada en este caso.




Mił, Brzesko. Las descripciones de la naturaleza no forman parte de las prestaciones obligatorias de un escritor. Si no se tienen suficientes palabras frescas para hacer que la descripción sea interesante, es mejor olvidarse de los destellos de la luna en el agua. Además, el fragmento de la novela que nos ha enviado trata del robo de una vaca. En un momento así, ni el ladrón ni la vaca sacada del establo están como para admirar los encantos de la naturaleza.




A. A., Białystok. Traza usted una clara frontera entre la belleza y la fealdad, una frontera de lo más tópica: las mariposas y las golondrinas son bellas y las orugas y los murciélagos son asquerosos. Los lectores con sensibilidad hacia la naturaleza estarán molestos y con motivo. Puede usted, faltaría más, loar el atractivo de la rosa, ¿pero por qué tiene que ser al mismo tiempo a costa de la ortiga, que está muy lejos de carecer de encanto? ¿Y los monos? Solo parecen feos comparados con aquellas personas que nos gustan. Porque en comparación con el resto de la gente, salen bastante bien parados, ¿no? Para nosotros, por ejemplo, los ojos de una babuina encierran tanta belleza nostálgica como los ojos de Michèle Morgan. Quiere usted ser poeta, pero no se fija en las cosas.




Grzywa, Zakopane. No queda otra, joven melenudo, hay que conocer la poesía clásica, aunque solo sea para evitar trabajar en balde. No vaya a ser que —cosa que puede suceder— escribas Król-Duch[iii] y después te siente mal que alguien lo haya escrito antes.





Marek de Varsovia. Tenemos un principio. Todos los poemas sobre la primavera quedan descalificados automáticamente. Es un tema que ha dejado de existir en la poesía. En la vida sigue existiendo, claro. Pero son dos cosas distintas.




L. Ar., Cracovia. Parece ser que Lev Tolstói se escondía en un armario para escuchar las conversaciones de las chiquillas de la familia. Le deseamos a usted aunque sea una mínima parte de esa curiosidad. Porque escribe usted una novela sobre la vida de las universitarias en una residencia estudiantil y, aunque la trama es ágil y está bien llevada, las chicas hablan como en una novela de Madame de La Fayette: «Mi temor es —dice una— que Maciek no sea capaz de comprender los sentimientos que albergo». «Oh, sí —responde otra—, diríase que en los últimos tiempos se encuentra algo distraído»




Paulina, Jelenia Góra. Las fábulas de animales, moraleja incluida, están algo pasadas de moda, pero, en todo caso, dedicarse a ese género exige originalidad, empezando, por ejemplo, por el tipo de animales introducidos. Y usted, que si el león, que si el lobo, que si la oveja. Le rogamos que busque animales que Esopo no tuvo en cuenta. ¿Qué le parecerían, por ejemplo, las bacterias?




El. M. T., Poznań. El poema de cinco folios titulado «Poeta» no posee valores literarios, pero es un curioso ejemplo de una leyenda que aún pervive aquí y allá sobre el poeta como amante de las musas, un poeta que camina sobre pétalos de rosa y nada en las fuentes de la abundancia. Querida Ela, ¿dónde ha visto usted a alguien así? Mándenos, por favor, el nombre y la dirección de ese semidiós. Le preguntaremos qué editorial le paga en oro puro por cada verso, quién no cesa de echarle flores, y cómo se hace para tener siempre dulces sueños. Porque los poetas a los que conocemos tienen sueños de todos los colores, de vez en cuando, además, les duelen las muelas, no siempre llegan a fin de mes y les caracteriza una innata tendencia a tener una vida no demasiado feliz. Algunos, es cierto, de vez en cuando disfrutan de alguna que otra cosa, pero tampoco es que sea algo permanente.




Marcus, Limanowa. En la primera parte del poemilla, una mala mujer le arranca al protagonista su corazón sangrante y lo arroja a la basura, donde lo devora una rata. En la parte final el protagonista confiesa a la mala mujer que está dispuesto a perdonarla y que su corazón sigue latiendo solo por ella. Disponer de un corazón de repuesto es algo muy poco habitual. Confiamos en que ese caso despierte el interés del mundo de la ciencia.




Malina Z., Krynica. «¡Cambien lo que quieran, pero publíquenlos!». Los hemos cambiado a fondo y nos han salido los Poemas de Lausana de Mickiewicz. Desgraciadamente, ya publicados.




Ludomir, Olsztyn. Por los poemas que nos envía, hemos llegado a la conclusión de que está usted enamorado. Alguien dijo que todos los enamorados son poetas. Pero probablemente es una exageración. Le deseamos todo tipo de éxitos en su vida personal




De Correo literario (Nórdica, 2018)
Traducción de Abel Murcia y Katarzyna Moloniewicz




[i] Poeta y político polaco (1621-1693).
[ii] Semanario ilustrado publicado en Silesia desde el año 1954.
[iii] Rey-Espíritu, del poeta, dramaturgo y filósofo romántico polaco Juliusz Słowacki.