sábado, 26 de julio de 2014

Cuatro poemas de Tu Fu

AMANECER EN LAS MONTAÑAS

La ciudad está en silencio,
lejos se escucha el drenar de un desagüe.
Las construcciones se desvanecen
en la claridad del amanecer.
La fría luz solar baja desde los picos más altos,
el polvo espeso de la noche
se adhiere a las colinas,
la tierra se abre,
los botes del río se ven borrosos,
el cielo detenido,
el sonido de las hojas cayendo.
Una enorme coneja perdida
llega hasta la puerta del jardín
buscando a sus compañeros.


OTRA PRIMAVERA

Pájaros blancos sobre el río gris.
Flores rojas sobre las lomas verdes.
Miro pasar la primavera y me pregunto
si algún día podré volver a casa.


Visita a Tsan, abad de Ta-Yun

Estoy despierto en la penumbra de la lámpara.
El corazón en paz respira el aroma de la dedicación.
Entre las paredes del templo la noche es interminable.
Las campanas del viento dorado se estremecen en la brisa.
La corte se encierra en la profunda
oscuridad de la noche de primavera.
En la tiniebla el estanque cristalino
exhala el perfume de las flores.
La constelación del norte cruza el cielo
cortada por las cúpulas del templo,
donde un fénix de hierro se arquea en el aire.
Cánticos de plegarias llegan flotando desde el salón.
Notas palidescentes de campanas remolinean por mi lecho.
Mañana en la luz del día
caminaré por los campos abonados
y lloraré ante el polvo amarillo de la muerte.


VIAJANDO HACIA EL NORTE

Lechuzas rezongan entre moreras
amarillas. Un ratón de campo se escurre
preparando sus cuevas para el invierno.
Medianoche. Cruzamos un viejo campo de batalla.
La luz de la luna brilla fría sobre los huesos blancos. 


Versiones de Daniel Durand.

jueves, 17 de julio de 2014

Como quien mira un auto incendiarse


Jorge Posada, La belleza son los aeropuertos vacíos, Ediciones Liliputienses, España, 2013.

 ___________________________________


habitar un país es llenar de tierra una piscina

con este espléndido verso no comienza La Belleza son los aeropuertos vacíos, lo que encontramos es una línea muy extraña que de inmediato hace pensar en una pareja de psicópatas enamorados que sale a destruir muñecos de nieve:

Página anterior: Jorge Posada

estoy convencido de que en ese verso decasílabo está la clave del libro. No la revelaré; sólo puedo utilizar las palabras del poeta sueco Lärs Thomasson en su libro de ensayos Poesía y Apocalipsis, “La belleza es todo el tiempo como un objeto en el oído, por más que intentes alcanzarlo sólo lograrás que se atasque más y más, e incluso, infligirte dolor. Ante ella sólo nos queda permanecer inmóviles y esperar que dejemos de ser el centro de su volátil atención”. Es decir, somos cervatillos que pastan tranquilamente sólo hasta que la belleza decide arrojar sus perdigones sobre nuestros cuerpos indefensos. El título, siguiendo a Thomasson, no es más que un engaño. Los aeropuertos vacíos no pueden ser la belleza, puesto que un aeropuerto vacío es inofensivo y la belleza casi siempre huele a motosierras.

¿Pero qué tal si el título es después de todo un gran acierto? Un aeropuerto vacío tiene que ser la belleza, puesto que la materialización de esa imagen podría ser una de las más grandes epifanías permitidas por las sociedades contemporáneas: una pequeña fisura en el tejido viscoso de lo real: una porción de tiempo congelado.

Ambas condiciones, irrealidad e inmovilidad, son esenciales en la obra de Posada, y reflejan claramente dos sus influencias más importantes; una es desde luego el Benedetti de Los cerezos del espacio exterior —tal vez el mejor libro del uruguayo—, con quien comparte algunos motivos y patrones rítmicos, pero sobre todo la capacidad de revestir cada atmósfera con una membrana de extrañeza que provee al poema de cierta consistencia espectral; y la otra, el artista japonés Yahiro Kobayashi, cuyas series fotográficas de pulpos y calamares vestidos de novia funcionan, al igual que los textos de La belleza son los aeropuertos vacíos, como pequeñas bengalas que iluminan brevemente un objeto o un lugar.

Teniendo en cuenta lo anterior un poema como el siguiente parece abrirse de pronto ante nosotros:

los domingos busco programas deportivos
me consuela oír alineaciones
que pronto serán un listado de fantasmas

es claro que el yo lírico mira el encuentro entre el Club Deportivo Guadalajara y el Boca Juniors, mismo que terminó 4-0 con victoria para los mexicanos, con goles de Adolfo Bautista y otros tres jugadores no identificados, todos ellos fantasmas en la actualidad.

¿Pero por qué el protagonista del poema mira fútbol y no béisbol, tenis o simplemente sale de la casa para aporrear indigentes? La explicación más certera se encuentra en otro verso de Posada:

cambiar las piezas
no mejora un sitio que debería derrumbarse  

¿para qué molestarse en mover un dedo si afuera y adentro serán víctimas del desastre? El poeta sabe, junto con uno de los grandes pensadores de nuestro tiempo, el parisino Michel Galassèz, que “navegamos ya en el crucero púrpura del sinsentido”. Después de siglos y siglos de sistemas filosóficos que pretendían capturarlo todo en una gran esfera sin grietas, lo viviente se reveló similar a un tumor en el hígado: algo feo y arbitrario que no sirve para nada.

No obstante, la poesía es bonita.  

Los poemas de Jorge Posada son siempre de una liviandad onírica, o incluso, diazepámica. La sintaxis es clara y el ritmo un oleaje suave. Un par de trazos ligeros y estas postales vaporosas fluyen sin hacer demasiado ruido. Un poni. La realidad que los poemas construyen parece inofensiva o simple en exceso, o incluso un mero recuerdo nostálgico, sin embargo tarde o temprano muestra su faceta anómala o puntiaguda. Un pony con colmillos de diez centímetros. Los versos pueden ser el sonido de los columpios después de la bruma, pero también excavadoras que destrozan las arterias. Quizás ambas cosas a la vez.

No quisiera dejar de mencionar ciertas partes del libro sumamente entrañables, por ejemplo cuando  el yo lírico se da cuenta que los mejores poemas en los que participó sólo eran burdos montajes. Cuando sufre a causa de cálculos renales. Cuando pelea a muerte en una cantina. Cuando su esposa lo engaña con un enano traficante de crack. Cuando es raptado por zarigüeyas.

La belleza son los aeropuertos vacíos es un libro que cualquier ama de casa desplazada, cualquier anciano semi-destruido y cualquier joven sin ilusiones debería leer. En él encontrarán paz espiritual y consejos para ser mejores personas día con día. Incluso, los otros parecerán menos detestables y su olor y sus células muertas acumulándose a cada momento ya no molestarán demasiado.*

Uno de los aspectos más sorprendentes —y modernos— de la obra es la compra de los derechos de explotación de un puñado de personajes poco conocidos de la cultura rusa, eslovena y croata, con los cuales Posada construye algunos de los mejores textos de la temporada 2012-2013:

sus poemas son malos pero no se desanime
escriba y escriba quizá algo surja después
arseni regresa a su pueblo

durante décadas mira caballos
y la muerte de esos caballos
por las noches deja que los insectos
invadan la habitación de su mujer

en el poema anterior podemos encontrar un espléndido diálogo imaginario entre el joven boxeador y aspirante a poeta Arseni Tarkovski y uno de los grandes líricos del siglo XX: Boris Dragunov. Imaginario porque, a pesar de que en 1928 ambos hombres efectivamente se encontraron en la casa de campo de Dragunov —a las afueras de lo que en aquél entonces era Leningrado—, es imposible saber qué palabras y pensamientos cruzaron por sus cabezas esa tarde. Poco importa, ya que Posada parece haber estado escondido en algún rincón de la casa escuchando el final de la plática. Las palabras de Dragunov son un mazazo sobre la nuca de Arseni y también nos recuerdan que la escritura poética, casi todo el tiempo, es un ejercicio fallido.

Las palabras de Dragunov son bacterias en el cerebro de Arseni. Nos recuerdan que el golf es un ejercicio fallido
.
Los palabras son ejercicios fallidos.

Al final de cuentas, es imposible definir si La belleza son los aeropuertos vacíos es un libro acerca de un mundo en el que todos los aviones han desaparecido misteriosamente y ya nadie espera en sus salas enormes ni mira durante horas las bandas del equipaje o si se trata de una apología en código de los casi extintos dirigibles. Lo que nos queda es abordarlo, en palabras de Posada, “como quien mira un auto incendiarse”.   LEG





*Fragmento pagado por Jorge Posada.

lunes, 14 de julio de 2014

Tres poemas de Allen Ginsberg

ELEGÍA PARA NEAL CASSADY

OK Neal
            Espíritu etéreo
                        Brillante como el aire en movimiento
                                azul como el amanecer de la ciudad
                 alegre como la      luz liberada por el día
                        sobre los nuevos edificios de la ciudad—

Los Gigantescos ladrillos de Maya se alzan reconstruidos
                                    en la parte baja del East Side
      las ventanas brillan en medio del lechoso smog.
     La apariencia es ya innecesaria.

Peter duerme solo en la habitación de al lado, triste.
¿Estás reencarnado? ¿Puedes oírme hablar?
Si alguien tenía fuerza para oír lo invisible,
y atravesar la Pared Maya
            tú la tenías—
                                    ¿Qué eres ahora, un Espíritu?
Que fuera Espíritu en un cuerpo—

El cuerpo está incinerado.
                        junto a la vía férrea
            el desierto de San Miguel Allende,
                        al exterior de la población
            El Espíritu se convierte en Espíritu,
                        o en robot reducido a cenizas.

Tierno Espíritu, gracias por tocarme con tiernas manos
cuando eras un joven con un bellísimo cuerpo,
Un toque tan puro que era Esperanza más allá de la carne Maya,
Lo que eres ahora,
            Impersonal tierno—
me mostraste tus músculos/calor/hace más de veinte años
cuando yo yacía temblando en tu pecho
                     ponías tu brazo en torno a mi cuello
—de pie juntos en una habitación desnuda en la calle 103
Escuchando una Radio de madera,
                                               con los ojos cerrados
Eterno color rojo de Shabda
                        lampareando en nuestros cerebros
en Illinois El Saxofón de Jaquet Temblando
            profético Honk de Louis Jordan,
            Músicas acarameladas, Abre la Puerta Richard
                        Al Apocalipsis de Cristo—
Los edificios son insustanciales—
Esta es mi visión de Nueva York
                             afuera, oficinas-apartamento del este
            donde sonó el teléfono anoche
                            y una amigable y desconocida Voz de Denver
me preguntó, ¿había oído las noticias del Oeste?

Algún alboroto en marcha, Eugene Oregon o Hollywood Amenzador
                        Tuve una premonición.
“No” dije —“he estado fuera toda la semana”
                  “no has oído las noticias del Oeste,
                        Neal Cassady ha muerto—“
Un ¡Oh! como de paloma, Peter en la otra línea escuchando.

Tu foto mira con expresión alegre, llorosa, tensa,
                                   una vela se consume,
            verde palo de incienso junto a los dioses de la casa.
La Tiranía Militar desborda las Universidades, tu Profecía
            Acercándose a su sentido más amable no echa
                                                           Abajo
                        al despertar del Gran Año.

Kesey está en Oregon escribiendo lenguaje de novelas
                                               la granja de la familia sola.
¿No tenías ya nada que hacer? ¿Estaba hecho ya tu trabajo?
            ¿Habías visto tu primer hijo?
                        ¿Por qué nos dejaste aquí a todos?
            ¿Se ha ganado ya la batalla?

Soy un esqueleto fantasma con dientes, calavera
            reposando sobre una almohada
                 llamando a tu espíritu
            dios eco conciencia, murmurando
                         tristemente para mis adentros.

El lamento en la luz del alba es innecesario,
                                    el mundo queda liberado,
            el deseo queda satisfecho, tu historia terminó,
                 historia contada, Karma resuelto,
                                   oraciones concluidas
      visión manifiesta, nueva conciencia lograda,
                 espíritu devuelto en un círculo,
mundo abandonado vacío, autobuses rugiendo por las calles—
            basura dispersa por los pavimentos—
Grandeza solidificada, destino familiar fantasmalmente
                        devuelto al Auto-amanecer,
                             Tu destino caído sobre una vía de ferrocarril
Mi cuerpo respira con facilidad,
                                   yazco solo,
                                               viviendo
Después que la amistad se disuelve de las formas carnales
del corazón cuelga una pesada felicidad,
                        podría estar hablándote siempre,
                                   El placer inagotable,
                                        discurso de espíritu a espíritu.  
Oh, Espíritu
Señor espíritu, perdona mis pecados,
Señor espíritu, vuelve a darme tu bendición,
Señor Espíritu, perdona las exigencias de mi cuerpo fantasma,
Señor Espíritu, gracias por tu pasada bondad,
Señor Espíritu, que estás en los Cielos, ¿Qué más daba tu forma mortal,
                        Que continúa este gran show del Espacio?
                        ¿Veloces pasiones generaciones de
                                   Pregunta? ¿agónicos viajes Nocturnos en Texas?
                                   ¿hégira-jazz psicodélica en autobús—
                        Verdes poesía de auto, carreteras inspiradas?
Triste Jack en Lowell  fue el que más vio el fantasma—
                  más solo que ninguno, excepto tu noble Yo.
Señor Espíritu, y vago solitario:
                                               Oh, profundo suspiro.

                                                                                  10 febrero 1968 5-5, 30 AM   


SOBRE LAS CENIZAS DE NEAL

Delicados ojos que deslumbraban Rocosas azules todo cenizas
pezones, Costillas que toqué c/ mi pulgar son cenizas
boca que mi lengua tocó una o dos veces toda cenizas
huesudas mejillas suaves sobre mi abdomen son carbón, cenizas
lóbulos & párpados, juvenil punta del pene, caracoleado pubis
calidez del pecho, palma de hombre, muslo de estudiante,
brazo con bíceps de beisbol, ano atemperado a piel sedosa
                        todo cenizas, todo cenizas de nuevo.

                                                                                    Agosto 1968


DE NUEVO SOBRE DENVER

Grises nubes eclipsan el látigo del sol, las montañas flotan hacia el oeste, el avión
ruge suavemente sobre Denver –Neal lleva un año muerto– limpios patios suburbanos
Adecuada pensión para el homosexual, callejuela
del mensajero, Lila una década atrás, antes de la bomba atómica.
Denver sin Neal, ¿eh? Denver con crepúsculo naranja
y gigantescos aeroplanos aleteando plateados hacia San Francisco
torres de vigilancia a través de la roja y fría luz del planeta, cuando esté muerto el Ángel
de la Tierra
el planeta de materia muerta girará como un robot
y los insectos saltarán de acá para allá entre ciudades metálicas.

                                                                                  13 de febrero de 1969

Traducción de Antonio Resines

sábado, 12 de julio de 2014

Tres poemas de Edoardo Sanguineti


En ti dormía como un fibroma enjuto, como una magra tenia, un sueño;
ahora pisa la grava, agita la propia sombra, ahora chilla
deglute, mea, habiendo esperado desde siempre el sabor
de la manzanilla, la temperatura de la liebre, el ruido del granizo,
la forma del tejado, el color de la paja:
                                                                              el tiempo se vuelve
sin remedio hacia sus días, la tierra ofrece imágenes confusas;
¿sabrá reconocer a la cabra, al campesino, al cañón?
en verdad no esperaba estas tijeras ni esta pera
cuando temblaba en tu bolsa de membranas opacas.


Aferra este mercurio, esta helada encía, esta miel,
esta esfera
de vidrio árido; mide atentamente la cabeza de nuestro
niño y no le tuerzas ahora su pie
imperceptible:
                               en tu pezón debes ya convertir
un prolongado continente de lámparas, el obsesivo aliento
de los jardínes
críticos, las perezosas ballenas del vientre, las ortigas
y el vino, la náusea y la herrumbre;
                                                               porque pronto cada calle
querrá ir a su encuentro, una hernia umbilical grabarle
su perfil de humo, algún hipopótamo regalarle
sus dientes de caspa y de fósforo negro:
                                                                              evita el viento,
los sitios llenos de gente, los prestidigitadores, los insectos;
a los seis meses podrá doblar su peso, ver a la oca,
apretar la bata, asistir a la caída de los serios;
arráncalo, pues, de su existencia de glóbulos y algas, de pequeños nudos,
de lóbulos indecisos:
                               su gemido conquistará tus líquidas heridas
y sus ojos de oblicua mantequilla corregirán estos siglos sin nombre.


Llora, llora y te compro una larga espada azul de plástico, un refrigerador
Bosc en miniatura, una alcancía de barro, un cuaderno
con trece rayas, una acción de la Montecatini:
                                                               llora, llora y te compro
una pequeña máscara antigás, un frasco de jarabe reconstituyente,
un robot, un catecismo con ilustraciones a colores, un mapa geográfico
con banderitas victoriosas:
                                               llora, llora y te compro un cachalote
de hulespuma , un árbol de Navidad, un pirata con su pata
de palo, una navaja de muelle , una buena esquirla de una buena granada de mano:
                               llora, llora y te compro muchas estampillas
de la Argelia francesa, muchos jugos de fruta, muchas cabezas de madera
muchas cabezas de moros, muchas cabezas de muertos:
                                                               oh, ríe, ríe y te compro
un hermanito, para que lo llames por su nombre: para que lo llames
Michele:


Traducción de Guillermo Fernández

jueves, 10 de julio de 2014

Tres poemas de Cristián Gómez Olivares


LOS POEMAS PROMETIDOS


Estos son los poemas que Huidobro y Francisco del
Valle me corrigieron. Estos son los poemas que
el Carlitos de Rokha y Gustavo Ossorio me

corrigieron juntos. Estos son los poemas que Olga
Acevedo y Victoriano Vicario me corrigieron
después de mostrárselos al Pancho Véjar.

Estos son los poemas que Lucho López-Aliaga
me dijo en el Panamericano que mejor los
tirara por el water y me tomara a cambio

una pílsen: estos son los poemas que Germán me dijo
que mejor me los metiera por el culo porque era pésimo
como persona en primera persona. Estos son

los poemas que el David me dijo que mejor los
leyera de nuevo, que mejor volviera a respirar
y terminó pidiéndose la próxima (Cerro San Cristóbal,

más Sergio Valero): estos son los poemas que el
Javier siempre ha rechazado, estos son los poemas,
estos son los poemas, estos –y no otros: son los poemas.



LA POESÍA ES LO QUE SE PIERDE EN LOS PUEBLOS CHICOS


Vivo en un poema de Robert Frost
del que nadie ha salido todavía.

Siempre quise escribir poemas
como los de Hinostroza, pero

terminé escribiendo como los míos.
Hubiera querido que alguna muchacha

entrara a una tienda de París
para convencerla de que hiciéramos

el amor tendidos sobre los pastos
que rodean algún castillo de esos

reyes cuyos nombres desconocemos
por parejo. Pero sólo he podido

hacer clases y caer rendido
a los pies de una mesera

en el bar más torrante de
Santiago-centro, allí donde nos

confundieron con los peruanos recién llegados
que es lo más cerca que estuve alguna vez

de la poesía de Hinostroza.
Sin embargo vivo en un poema

de Robert Frost, en un pueblo
cuyo alumbrado público

ha sido el tema de otros profesores
de college, enmarañados como

el abajo suscrito en lo que pudimos
recoger de la resaca neoliberal: no debiera

poner así las cosas, pero los años
dorados quedaron tan atrás como

los años locos que alguna vez
nos ofrecieron. Los faroles

viven de la energía eléctrica
generada por el carbón de las

minas de otro estado.
Nosotros de los faroles

que en lugar de la historia
nos han absuelto.



OSCURO COMO LA TUMBA
(Acción de arte, Cine Arte Alameda,
1999)


Cuatro tipos sentados en cuatro sillas
haciendo un semicírculo.  Simulan ser una
familia.  Al frente de ellos hay cuatro cadáveres
de gatos, crucificados y conectados a un interruptor
en la mano de cada uno de los individuos.  En
cuanto la familia empieza a discutir, los ataques
mutuos se traducen en apretar el interruptor,
darle una sacudida eléctrica al gato que representa a
alguno de los aludidos, quien simula sufrir en su
propio cuerpo la descarga eléctrica.  A medida
que la conversación (y las descargas) aumentan su
intensidad, los cadáveres se van, literalmente,
quemando.  En el paroxismo de la disputa, el
padre se levanta y con una sierra –también
eléctrica– descuartiza a la madre (i.e., al
gato que la representa).  Luego
el hijo hace lo propio con
el padre.  Por último la
hermana menor completa el cuadro
asesinando al parricida –permaneciendo
como la única sobreviviente.  Al
salir, son como las dos de la mañana
pero hay mucha gente en la calle de
ese sábado, nadie entiende nada.  Algunos
en su incredulidad se van riendo.  Otros
comentan que eso no es arte y más bien
parecen indignados.  Yo fui solo y
salí solo.


sábado, 5 de julio de 2014

Pascal Quignard - Fragmentos de El odio a la música


Terror y música. Mousiké y pavor. Estas palabras me parecen indefectiblemente ligadas -por más alógenas y anacrónicas que sean entre sí. Como el sexo y el lienzo que lo cubre.

*

En el seno de la naturaleza los lenguajes humanos son los únicos sonidos pretenciosos. (En la naturaleza son los únicos sonidos que pretenden dar sentido a este mundo. Son los únicos sonidos que tienen la arrogancia de intentar devolver un sentido a quienes los producen. Martilleo de los pies que hace sonar la tierra: expavescentia, expavantatio; sonido de hombres pisoteando la tierra sin pausa, huyendo, aterrorizados, de la proximidad al lugar. La proximidad al lugar, antes del neolítico, fue el abismo.)

*

Algunas melodías se incrustan con tanta presteza en el corazón de los hombres como el orín en el hierro.

*

Sonidos de muerte.
     Hermes vacía la tortuga, roba y pone a cocer una vaca, desprende el cuero, lo estira sobre el caparazón vacío de carne, en fin fija y tensa encima siete tendones de carnero. Inventa la cítara. Después cede su tortuga-vaca-carnero a Apolo.
    Syrdón, en el Libro de los Héroes, descubre hirviendo en el caldero los cuerpos de sus hijos, tensa las venas que salen de los doce corazones de sus hijos muertos en la osamenta de la mano derecha de su hijo mayor. Así inventa Syrdón la primera foendyr.

*

Horacio dice que el silencio, incluso a mediodía, hasta en el momento del torpor más grande, el verano, "zumba" en las riberas inmóviles de los ríos.

*

Lo que dice Ulises después del canto de las Sirenas, cuando  brama que por piedad desanuden los lazos que lo retienen en el mástil de cubierta para poder correr de inmediato hacia la música  perturbadora que lo fascina:
-Autar emon kér éthel' akouemenai.
     Ulises jamás dijo que el canto de las Sirenas fuera bello. Ulises ­-único humano que haya oído el canto de muerte sin morir- dice, para caracterizar el canto de las Sirenas, que su canto "llena el corazón del deseo de escuchar".

*

Todo está cubierto de sangre ligada al sonido.

*

De ciertas lluvias se dice que martillan. De otras que tamborilean. De otras que crepitan. Estas imágenes, aparte de la sensación de verdad que procuran, son en realidad extraordinarias —un tamboril, un fuego, un martillo— para decir la lluvia.

*

Confidencia personal en un bosque, hace treinta y dos años. Estábamos solos bajo las hojas amarillentas y algunos temblorosos rayos de luz: ella bajaba la voz hasta la delgadez del aliento, hasta ensordecer mi percepción, para confiarme cada deseo. No lograba oír lo que decía. Me equivocaba una de cada dos veces. ¿Temía que la oyera alguien? ¿Un gamo? ¿Una hoja? ¿Dios?
     Sus labios avanzaban hacia mi oreja.

*

Antes del nacimiento y hasta el último instante de la muerte, hombres y mujeres oyen sin un instante de pausa.

*

No hay sueño para la audición. Por eso los instrumentos que despiertan apelan al oído. Para el oído es imposible ausentarse del entorno. No hay paisaje sonoro porque el paisaje supone distancia ante lo visible. No hay apartamiento ante lo sonoro.

*

La audición intrauterina está descrita por los naturalistas como algo lejano. La placenta aleja los ruidos del corazón y de los intestinos, el agua reduce la intensidad de los sonidos, los vuelve más graves, los convierte en amplias olas que dan masaje al cuerpo. De tal manera que en lo profundo del útero reina un ruido de fondo grave que los acústicos comparan a un “soplo sordo”. El mismo ruido del mundo exterior se percibe como un “ronroneo sordo, dulce y grave” por encima del cual se eleva el melos de la voz materna, repitiendo el acento tónico, la prosodia, el fraseo que agrega al idioma que habla. Ello constituye la base individual del trino.

*

La música no se examina ni se encara. La música arrebata de inmediato en el arrebato físico de su cadencia tanto al que la ejecuta como al que la padece.

*

El objeto intangible, inhusmeable, inalcanzable, invisible, asemántico, inexistente de la música.

*

La inconsistencia y la no-delimitación son atributos divinos. La naturaleza de los sonidos es ser invisible, sin contornos precisos, con potencia para interpelar lo invisible o para hacerse mensajeros de lo indelimitable.
     La audición es la única experiencia sensible de la ubicuidad.
     Por eso los dioses terminan como verbos.

*

Las mujeres nacen y mueren en un soprano que parece indestructible. Su voz es un reino. Los hombres pierden sus voces de niño. A los trece años enronquecen, cacarean, balan.

*

Algunos pájaros atraen con un canto sobrenatural a ciertos  hombres hacia el lugar cubierto de huesos donde anidan: algunos hombres atraen con un canto artificial a ciertos pájaros hacia el lugar  cubierto de huesos donde se cobijan.

*

Cuando Myron quiso representar al dios de la música esculpió a Marsias ceñido al tronco de un árbol, mientras era desollado vivo.

*

La campana deriva de lo animal. La palabra inglesa bell deriva de bellam, mugir. La campana es el mugido de los hombres.

*

¿Por qué el oído es la puerta de aquello que no es de este mundo? ¿Por qué el universo acústico desde su origen consistió en el acceso privilegiado al otro mundo? ¿Está el ser más ligado al tiempo que al espacio? ¿Está más ligado a la lengua -a la música, a la noche- que a las cosas visibles y coloreadas que el sol ilumina cada día? ¿Es el tiempo el florecimiento propio del ser y el obedecer su flor oscura? ¿Es el tiempo el disparo del ser? ¿Son sus flechas la música, el lenguaje, la noche y el silencio? ¿La muerte su blanco?
     De todas las artes, la música es la única que colaboró en el exterminio de los judíos de 1933 a 1945. Es el único arte requerido como tal por la administración de los Konzentrationlager. Hay que subrayar, para su deshonra, que este arte es el único que se acomodó a la organización de los campos, al hambre, al despojo, al trabajo, al dolor, a la humillación y a la muerte.

*

Desde lo que los historiadores llaman “Segunda Guerra Mundial”, desde los campos de exterminio del Tercer Reich, hemos entrado en una época en la que las secuencias melódicas exasperan. Sobre todo el espacio de la tierra, y por primera vez desde la invención de los primeros instrumentos, el uso de la música se volvió a la vez impositivo y repugnante. De pronto, amplificada al infinito por la invención de la electricidad y la multiplicación de su tecnología, se volvió incesante, agrediendo lo mismo de noche que de día, en las calles de los centros urbanos, en las galerías y pasajes comerciales, en los almacenes, en las librerías, en los edificios de los bancos extranjeros donde se retira dinero, aun en las albercas, aun a la orilla de las playas, en los departamentos privados, en los restaurantes, en los taxis, en el metro, en los aeropuertos. Aun en los aviones en el momento de despegar o de aterrizar.

Aun en los campos de la muerte.

*

La música atrae hacia ella los cuerpos humanos.
     Una vez más, es la sirena del cuento de Homero. Ulises atado al mástil de su nave es asaltado por la melodía que lo atrae. La música es un anzuelo que atrapa a las almas y las conduce hacia la muerte. Fue el dolor de los deportados cuyo cuerpo se sublevaba a pesar suyo.

*

Hay que oír esto temblando: era con música como esos cuerpos desnudos entraban en la cámara.

*

Simon Laks escribió: “La música precipitaba el final”.
     Primo Levi escribió: “En el Lager la música llevaba hacia el fondo”.

*

¿Cómo la música pudo ser “involucrada en la ejecución de millones de seres humanos”?
     ¿Por qué tuvo una “participación más que activa” en ello?
    La música viola al cuerpo humano. Lo pone de pie. Los ritmos musicales fascinan a los ritmos corporales. Al encuentro de la música, el oído no puede cerrarse. La música es un poder y por lo tanto se asocia a todo poder. Su esencia es de desigualdades. Oído y obediencia están ligados. Un jefe, unos ejecutantes, unos obedientes, tal es la estructura que su ejecución establece. Donde haya un jefe y unos ejecutantes, hay música. En sus relatos filosóficos, Platón nunca pensó distinguir entre la disciplina y la música, la guerra y la música, la jerarquía social y la música. Aun las estrellas son sirenas según Platón, son astros sonoros productores de orden y de universo. Cadencia y mesura. La marcha tiene cadencia, los macanazos tienen cadencia, los saludos tienen cadencia. La primera función, o por lo menos la más cotidiana de las funciones asignadas a la música de los Lagerkapelle, radica en dar ritmo a la salida y al regreso de los Kommandos.

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Audición y vergüenza son gemelas. En La Biblia, en el relato del Génesis, ocurren a un mismo tiempo la desnudez antropomorfa y el “ruido de sus pasos”.
     Después de haber comido el fruto del árbol que desnuda, el primer hombre y la primera mujer escuchan al mismo tiempo el ruido de Yahvé-Elohim que pasea por el jardín de brisa diurna; al verse desnudos, disimulan sus cuerpos detrás de las hojas del árbol que viste.
     En el Edén, el acecho sonoro y la vergüenza sexual ocurrieron a un mismo tiempo.
     La visión y la desnudez, la audición y la vergüenza son una misma cosa.
     Ver y escuchar son el mismo instante y ese instante es inmediatamente el final del Paraíso.

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Somos el fruto de una sacudida entre dos caderas desnudas, incompletas, avergonzadas una frente a la otra y cuya unión fue ruidosa, rítmica y gimiente.

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Nada humano jamás le importó a este mundo. Nada humano jamás despertó el interés de los ríos ni de las flores. Todo se difumina en esta bruma granulosa e indistinta que el fuego del sol agregó al calor de la luz. El sol de mediodía empieza a declinar. Hasta el río de los muertos se ha dormido. Nada humano jamás importó al agua que se estanca y ya no refresca. Nada humano jamás importó a los sueños que visitan al dormir de los hombres. Nada humano jamás importó a las visiones que los deslumbran tras sus párpados cerrados y que enderezan violentamente su sexo cuando las miran, las ignoran y duermen.


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Oír y obedecer.
     La primera vez que Primo Levi, en la entrada del campo, escuchó la banda que tocaba Rosamunda, le costó reprimir la risa nerviosa que se adueñó de él. Entonces distinguió los batallones que venían de regreso al campo, con sus extraños andares, avanzando en columnas de cinco, casi rígidos, el cuello estirado, los brazos pegados al cuerpo, parecían hombres hechos de madera, la música levantaba las piernas y decenas de miles de suecos de madera, contraía los cuerpos cual autómatas.
     Los hombres estaban tan desprovistos de fuerza que los músculos de las piernas obedecían, a pesar de ellos mismos, a la fuerza propia que los ritmos de la música del campo imponía y que Simon Laks dirigía.

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Primo Levi llamó “infernal” a la música.
     Primo Levi, que no suele recurrir a imágenes, escribió: “Sus almas están muertas y la música las empuja hacia adelante como el viento a las hojas secas, sustituye su voluntad”.
    Luego subraya el goce estético experimentado por los alemanes ante esas coreografías matutinas y vespertinas de la desgracia.
      Si los soldados alemanes organizaron música en los campos de la muerte, no fue para atenuar su dolor ni tampoco para conciliarse con sus víctimas.
     1. Fue para aumentar la obediencia y sellar a todos en esa fusión no personal ni privada que toda música genera.
     2. Fue por el placer, por el placer estético y el goce sádico que experimentaban
al escuchar melodías amadas y al contemplar un ballet de humillación bailado por los que cargaban con los pecados de quienes los humillaban.
     Fue una música ritual.
   Primo Levi reveló la más antigua de las funciones asignadas a la música. La música —escribe— era percibida como “maleficio”. Era una “hipnosis de ritmo continuo que aniquila el pensamiento y adormece el dolor”.

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Primo Levi continúa diciendo que estas marchas y canciones están grabadas en los cuerpos: “Serán la última cosa del Lager que olvidaremos porque son la voz del Lager. Es el instante en que resurge el trino que se  metamorfosea bajo la forma del tarabust”. El melos es tarabust[i] del ritmo del cuerpo, se confunde con la molécula sonora personal. Entonces, Primo Levi escribió que la música aniquila. La música se vuelve “expresión sensible” de la determinación con la cual algunos hombres emprendieron el exterminio de otros.

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En un artículo publicado en 1903, R. Mac Dougall propuso llamar “intervalo muerto” al silencio muy peculiar que separa al oído humano de dos grupos rítmicos sucesivos. El silencio que separa estos dos grupos es de una duración paradójica que nace a partir de lo “finito” y que se interrumpe a partir del “comienzo”.
     Este silencio que la humanidad escucha no existe.
     Robert Mac Dougall lo llamó “muerte”

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Goethe, a sus setenta y cinco años, escribió: “La música militar me levanta como un puño que se abre”.

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Gabriel Fauré decía de la música que tanto su escritura como su audición generan un “deseo de cosas inexistentes”.
     La música es el reino del “intervalo muerto”.
    Al oírla, lo irreversible nos visita. Es actualización del pasado. Es una parte de ninguna parte que viene hasta aquí. Es el regreso del sin regreso. Es la muerte en el día. Es lo asemántico en el lenguaje.

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Elías Canetti repitió que el origen del ritmo era caminar sobre dos pies, lo que daría también origen a la métrica de los poemas antiguos. El caminar humano sobre dos pies persiguiendo las pisadas de las presas y de las manadas de renos, luego de bisontes, luego de caballos. Las huellas de los animales eran, a su parecer, la primera escritura descifrada por el hombre que los persigue. La huella es la anotación rítmica del ruido. Pisotear masivamente el suelo es la primera de las danzas y no es de origen humano.
     Todavía hoy la masa humana entra pisoteando masivamente en la sala de concierto o de ballet. Luego, todos callan y coinciden en abstenerse de todo ruido corporal. Luego, todos baten las manos rítmicamente, gritan, hacen un escándalo ritual y al final, levantándose todos juntos, de nuevo pisotean masivamente la sala donde se produjo la música.
     La música está ligada a la jauría de la muerte. Taconear: es lo que Primo Levi advirtió al descubrir por primera vez la música que tocaban en el Lager.

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Me sorprende que unos hombres se sorprendan de que algunos de entre ellos que aman la música más refinada y compleja, capaces de llorar escuchándola, sean capaces, al mismo tiempo, de ser feroces. El arte no es lo contrario de la barbarie. La razón no es la contradicción de la violencia. No se puede oponer lo arbitrario al Estado, la paz a la guerra, la sangre vertida al acecho del pensamiento, porque lo arbitrario, la muerte, la violencia, la sangre y el pensamiento no se liberan de una lógica que no deja de ser lógica, aunque sobrepase la razón.
     Las sociedades no se liberan de la entropía caótica que conforma su origen: ese será su destino.
     Lo apabullante de la audición entraña la muerte.

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En Musiques d’un autre monde, Simon Laks relata esta historia.
     En 1943, en el campo de Auschwitz, en ocasión de la velada de Navidad, el comandante Schwartzhuber ordenó a los músicos del Lager ir a entonar cánticos  navideños alemanes y polacos ante los enfermos del hospital para mujeres.
     Simon Laks y sus músicos fueron al hospital para mujeres.
     En un principio, el llanto se adueñó de todas las mujeres, particularmente de las polacas, hasta formar un sollozo más sonoro que la música misma.
   Luego, los gritos sucedieron a las lágrimas. Las enfermas gritaban “¡Deténganse!, ¡Deténganse!, ¡Váyanse!, ¡Lárguense!, ¡Déjenos morir en paz!”
     De los músicos, Simon Laks era el único que entendía el sentido de las palabras que aullaban las mujeres polacas. Los músicos miraron a Simon Laks, éste les hizo señal de retirarse. Y se fueron.
     Simon Laks declaró que hasta entonces nunca había pensado que la música pudiese doler tanto.

La música duele.


De El odio a la música
Traducción: Pierre Jacomet y Stéphanie Robert



[i] Del antiguo provenzal tarabust: hacer ruido, molestar, fastidiar en exceso, atormentar,
importunar mediante palabras o intervenciones reiteradas.