viernes, 24 de octubre de 2014

Leónidas Lamborghini - Tres poemas de La risa canalla


De un hombre libre
—Pelo mi verga erecta y me la sobo,
no en privado sino en la vía pública:
a la vista de todos me la hago.

Por aquí pasan todos y me ven
o, más bien, hacen que no me ven,
o cruzan sus miradas y sonríen.

No lo quieren creer: que me la sobe
en libertad, a la vista, los confunde;
“no es posible”, “no existe”, “es fantasmal”.

Pero esto está ocurriendo, como ocurre,
que ellos están pasando frente a mí:
ellos son los fantasmas, yo, todavía,

me la siento, me turbo: sale el chorro.


De la negación
—Querido, no todo puede ser perfecto,
puede ser para siempre; no todo,
querido, puede ser amor y amarnos.

Otras cosas la mujer precisa,
necesita, que le asegure un hombre:
algún futuro, bienestar, cobijo.

No todo puede ser felatio; no
todo puede ser trencito; no todo
brincos y más brincos en la cama.

Hay otras cosas: el hogar, los hijos,
que tú no quieres darme, que tú
no estás en condiciones de ofrecerme.

No todo puede ser eso que me haces
y a mí tanto me gusta, cunilingüis;
no todo puede ser tan divertido.

Hay otras cosas serias: el trabajo
y porqué no un marido que bien sepa
penetrarme vaginal, certero.

No todo puede ser pellizcos y
besos en mi culo; no todo ha de ser
sabias caricias que enloquecen.

Necesito a este hombre a quien fiel serle
en matrimonio: yo sé que podré serlo,
que una excelente esposa podré ser.

No todo ha de ser estar horas y horas
reteniendo el orgasmo; no todo
puede ser jugar como dos niños.

Con ese otro hombre estoy creciendo, adulta;
si te gustan mis tetas (ahora más
grandes, más turgentes) a él se lo debes.

No todo puede ser gozar eternos,
ser como Adán y Eva en el Edén,
menear el plectro y sonar la flauta.

Con este hombre puedo hacerlo todo
y sentirme mujer y tener casa:
¿entiendes de una vez lo que te digo?


 De un accidente
—Esa niña se ahoga más no es blanca;
es oscura, seguro una ilegal:
traga agua y se la traga el agua.

Estamos padeciendo, esta invasión
de gente sospechosa por su raza
o subraza; gente oscura, sucia.

Está gritando, escuchemos cómo grita,
acaso canta en su salvaje estilo;
chillando está, no oírla es imposible.

Entonces, veámosla, se aferra
a su pequeño salvavidas, su juguete,
con el que entró a flotar en el estanque.

Se agarra y chilla, chapotea, se hunde
y ahora vuelve a salir; en todo caso,
no es culpa nuestra lo que está pasando.

Es culpa de ellos que vienen y se quedan
trasgrediendo la ley de migraciones,
¿qué culpa deberíamos sentir?

El mundo sería un edén con gente blanca  
de ojos celestes, si es posible, y rubia;
pero esta gente del mundo hace un infierno.

Vienen, llegan, se instalan subrepticios,
se esconden, se aprovechan de nosotros,
nos avanzan, acechan nuestra sangre.

¿Qué hacer (ella se ahoga), la salvamos?
¿Intentamos hacerlo?; manotea,
ya no hay tiempo, ha sido un accidente:

ya ha desaparecido bajo el agua.


 De La risa canalla (o la moral del bufón) (Paradiso, 2004)

No hay comentarios:

Publicar un comentario