lunes, 20 de octubre de 2014

Gary Snyder - Cuatro poemas para Robin


 DESAPRENDIENDO LA LECCIÓN UNA VEZ EN EL BOSQUE DE SUISLAW

Dormí bajo     rododendros
toda la noche     llovieron capullos
temblando sobre      una plancha de cartón
los pies     contra la mochila
las manos hundidas     en los bolsillos
pudiendo apenas     conciliar el sueño.
Recordé     cuando íbamos al colegio
cómo dormíamos juntos     en una cama grande y tibia
éramos     los más jóvenes amantes
cuando rompimos     teníamos aún diecinueve años
y ahora nuestros     amigos están casados
vos sos maestra de      escuela en la costa este
a mí no me importa     vivir así
verdes colinas     la larga playa azul
pero a veces     durmiendo a la intemperie
me acuerdo     de cuando te tenía.


NOCHE DE PRIMAVERA EN SHOKOKU-JI

Ocho años atrás, en mayo,
caminamos bajo los capullos del cerezo
una noche en un huerto de Oregon.
Todo lo que yo quería entonces
ya no lo recuerdo, salvo a vos.
Aquí, en la noche,
en un jardín de la antigua capital,
siento el vibrante fantasma de Yugao
y recuerdo tu cuerpo fresco y
desnudo bajo el ligero vestido de verano.


MAÑANA DE OTOÑO EN SHOKOKU-JI

La noche pasada observando las Pléyades,
el aliento visible a la luz de la luna,
un recuerdo amargo como el vómito
me atragantó.
Extendí la bolsa de dormir
sobre las esteras, en el porche
bajo las estrellas gruesas del otoño.
Apareciste en un sueño
(tres veces en nueve años)
salvaje, fría y acusadora.
Me desperté sintiendo vergüenza y rabia:
las batallas sin remedio del corazón.
Casi amanece. Venus y Júpiter.
La primera vez que los
veo estar cerca.


DICIEMBRE EN YASE

Dijiste, aquel octubre,
en los altos pastizales secos junto al huerto,
cuando elegiste ser libre,
“Alguna otra vez, quizás en diez años”.

Después del colegio te crucé en
otra ocasión. Estabas extraña.
Y yo, obsesionado con un plan.
Ahora, diez años y más
han pasado: siempre supe
                donde estabas—
podría haber ido a buscarte
con la esperanza de recuperar tu amor.
Todavía sos soltera.

No lo hice.
Creí que tenía que quedarme solo.
Y así fue.

Sólo en sueños, como esta madrugada,
la honda, asombrada intensidad
de nuestro amor de jóvenes
regresa a mi mente, a mi carne.

Nosotros tuvimos
lo que todo el mundo anhela y persigue,
y lo dejamos atrás a los diecinueve;

me siento anciano, como de haber vivido
varias vidas.

Es probable que jamás pueda saber
si soy un tonto
o si hice lo que requiere
             mi karma.

De Todas las palabras para decir roca (Gog y Magog, 2008)
Traducción de Bárbara Belloc

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