Es el poeta quien
tiene el lenguaje a su cuidado; es quien, más que los otros, reconoce el
lenguaje como una forma de vida y como
un recurso común que ha de ser estimado y servido como estimamos y servimos a
la tierra y sus aguas, la vida animal y vegetal. El aspirante a poeta que
considera el lenguaje simplemente como algo utilizable, así como el mal
campesino o el industrial rapaz miran el suelo o los ríos meramente como cosas
que serán utilizadas, no descubrirá una poesía profunda; solamente, según su
grado de habilidad, construirá un disfraz más o menos aceptable —una subpoesía,
en el mejor de los casos eficazmente representativa de su pensar o sentir—, una
referencia, no una encarnación. Estará contribuyendo, aunque aparentemente no
de inmediato, a la erosión del lenguaje, al igual que el campesino y el
industrial irresponsables contaminan los ríos. Todos nuestros recursos comunes,
tangibles e intangibles, necesitan que se les dé, no sólo que se les quite;
requieren el cuidado que nace del amor intelectual, de una comprensión de sus
perfecciones.
Es más, el amor del
poeta por el lenguaje debe alcanzar la pasión si quiere que el lenguaje, es
decir la poesía, lo recompense con milagros inesperados. La pasión por las cosas
del mundo y la pasión por nombrarlas deben ser en él indistinguibles. Creo que
la intensidad del sentimiento de Wordsworth residía tanto en su nombrar la cascada
como en su aprehensión física de ella, cuando escribió:
…The
sounding cataract
Haunted
me like a passion.
La sonora catarata
me habitaba como una pasión.
La tarea del poeta es custodiar la sabiduría del
lenguaje que, como declaró Robert Duncan, no es un mazo de fichas que puede ser
manipulado, sino un Poder. Y es sólo a partir de esta sabiduría que accederá a
la música, a esa canción interna del habla que no es el resultado de las partes
eufónicas sino de una atención ejercida sobre las relaciones orgánicas de los
fenómenos experimentados y la armonía latente y los contrapuntos del lenguaje que
se identifica con esos fenómenos. Escribir poesía es un proceso de
descubrimiento, de revelación de la música inherente,
la música de las correspondencias, del paisaje interior.
De El paisaje interior (Universidad Autónoma de Tlaxcala, 1990)
Traducción de Patricia Gola
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