OTRA
REFLEXIÓN SOBRE EL TERREMOTO Y EL TSUNAMI
(DESGRABADA
LETRA POR LETRA DE UNA CHARLA EN UN TALLER)
El poema
largo es una torre de naipes
en donde no
importa que algunas cartas
estén reparadas
con cinta adhesiva
o viejas.
Si se sostiene en pie, todo bien,
difícil tarea
sin embargo. La lección poundiana
de la
tensión y la concentración de energía
corre igual
para poemas breves o extensos,
tenues o
acerados
y se nos
olvida a casi todos.
¿Querría
algo así como un estallido, orgasmo
una especie
de ko verbal el viejo?
¿O el poema
dado del que hablaba Levertov?
Poema dado
por quién: por dios,
¿por quién
más si no? Casi todos terminan ahí
o en una
conjunción parecida al amor
en sus tres
primeros meses que a todo esto
se parecen
bastante a una torre de naipes
por el
cuidado o el azar o lo frágil.
Energía y
no fuerza, claro está
meditación y
cacería, todos sabemos
excepto a
la hora de los quiubos.
En un poema
breve no puede haber cinta adhesiva
y las
arrugas en una carta delatan de inmediato la jugada.
Pero quizás
un poema extenso
son poemas
breves en pandilla
igual de efectivos
en su invasión de ninjas
aunque reunidos
con pegamento, moco a veces
–la prosa
que sobra, los dispositivos transicionales
y todas
esas arrugas y parches que, como en el póker
o en la
ropa para la reunión importante,
no deben
notarse–. Ese pegamento
a veces es
temático y a veces otra cosa,
otro clúster
de cosas que desembocan muchas veces
en el
preciado silencio
mejor será
siempre,
amén.
Kim Deal
decía que si uno escribe canciones
es fácil
hacerlo, el asunto
es componer
algo que sientas
y que
quieras interpretar ad infinitum
con el
mismo entusiasmo del momento
de la
composición.
Pero, qué
tanto, hasta la nota circunstancial
o el
garabateo en libreta a veces
cumplen el
requisito del poema. Hoy escuché
en el metro
por ejemplo…
LA MIEL ES
EL ÚNICO PEGAMENTO
–a boy
asleep–
Te dormiste
con un cuento abierto,
El pato y la muerte de Erlbruch.
Tu padre y
madre se miran
y luego
coronan su emoción
con
caricias y un orgasmo áfono.
A los cinco
años no se necesita huir
a otros
mundos
–sólo los
adultos necesitan la ficción–
pero dormirse
con un cuento abierto
es síntoma
femenino y receptivo
que
garantiza un futuro leve
aunque
ronda siempre la imagen
de una
violencia y un miedo
esenciales
e indelebles.
Imagen de
cisne negro:
duerme el
occiso sobre el manubrio
y presiona
con su frente la bocina,
eterna
baliza del infierno.
Pero
Debussy o alguno de esos
llevó de la
mano a tu madre
desde la
vigilia a los sueños
por la
niebla del parque Forestal
en la nave
espacial de su plácido sofá.
Te aviso
que la deseo tanto como tú.
Ingresar a
la muerte debería ser
un fundido
tenue,
un cambio
de tema inadvertido
entre
personas que sin nervios ni ambiciones
hablan de
cómo sobrevivir
con poco,
algo así.
El cine y
los versos aspiran a prolongarse
fuera de la
página o la sala
por eso uno
distingue más cosas
–pavesas,
por ejemplo–
al concluir
ciertas lecturas.
Terminar
las páginas y permanecer
en el
estado de los versos,
salir del
cine y ver
la realidad
que se suele pasar de largo
con el
tempo y tono de esos planos.
Algo como
eso deben pensar ellos
cuando te
ven dormir.
ME SALE UNA COSA SUPER RARA DE LA CABEZA
Todo bien
por esos tiempos
cumplía resistía
ganaba
pero
durante la noche
por un
orificio de mi cabeza
me salía un
líquido espeso
como
petróleo usado
como tinta
de cartucho no original
y tenía un
olor mareador
no
especialmente desagradable
pero
extraño.
Cerraba el
baño con llave.
Abrazaba el
wáter o el lavabo
y dejaba
que empezara
la gotera
luego el chorro luego
tiraba la
cadena o daba el grifo,
me bañaba y
quedaba
sereno, con
sueño, renovado.
Me acuerdo
ahora y pienso
qué habría
pasado si en ese trámite
me hubiera
encontrado el terremoto.
Quizás
habría salido con la cara
como la de
una modelo llorona
o la de un
soldado carapintada
del tiempo
de mi adolescencia;
habría
salido, sereno, claro está,
pero con la
cara y la camisa
como
dálmatas.
Oye qué
tienes en el rostro.
Y qué
habría respondido yo.
Habrá
pasado cosa de un año
desde que
me pasaba eso. Nunca
antes lo
había contado.
De Mantra de remos (Alquimia Ediciones, 2015)
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