sábado, 12 de julio de 2014

Tres poemas de Edoardo Sanguineti


En ti dormía como un fibroma enjuto, como una magra tenia, un sueño;
ahora pisa la grava, agita la propia sombra, ahora chilla
deglute, mea, habiendo esperado desde siempre el sabor
de la manzanilla, la temperatura de la liebre, el ruido del granizo,
la forma del tejado, el color de la paja:
                                                                              el tiempo se vuelve
sin remedio hacia sus días, la tierra ofrece imágenes confusas;
¿sabrá reconocer a la cabra, al campesino, al cañón?
en verdad no esperaba estas tijeras ni esta pera
cuando temblaba en tu bolsa de membranas opacas.


Aferra este mercurio, esta helada encía, esta miel,
esta esfera
de vidrio árido; mide atentamente la cabeza de nuestro
niño y no le tuerzas ahora su pie
imperceptible:
                               en tu pezón debes ya convertir
un prolongado continente de lámparas, el obsesivo aliento
de los jardínes
críticos, las perezosas ballenas del vientre, las ortigas
y el vino, la náusea y la herrumbre;
                                                               porque pronto cada calle
querrá ir a su encuentro, una hernia umbilical grabarle
su perfil de humo, algún hipopótamo regalarle
sus dientes de caspa y de fósforo negro:
                                                                              evita el viento,
los sitios llenos de gente, los prestidigitadores, los insectos;
a los seis meses podrá doblar su peso, ver a la oca,
apretar la bata, asistir a la caída de los serios;
arráncalo, pues, de su existencia de glóbulos y algas, de pequeños nudos,
de lóbulos indecisos:
                               su gemido conquistará tus líquidas heridas
y sus ojos de oblicua mantequilla corregirán estos siglos sin nombre.


Llora, llora y te compro una larga espada azul de plástico, un refrigerador
Bosc en miniatura, una alcancía de barro, un cuaderno
con trece rayas, una acción de la Montecatini:
                                                               llora, llora y te compro
una pequeña máscara antigás, un frasco de jarabe reconstituyente,
un robot, un catecismo con ilustraciones a colores, un mapa geográfico
con banderitas victoriosas:
                                               llora, llora y te compro un cachalote
de hulespuma , un árbol de Navidad, un pirata con su pata
de palo, una navaja de muelle , una buena esquirla de una buena granada de mano:
                               llora, llora y te compro muchas estampillas
de la Argelia francesa, muchos jugos de fruta, muchas cabezas de madera
muchas cabezas de moros, muchas cabezas de muertos:
                                                               oh, ríe, ríe y te compro
un hermanito, para que lo llames por su nombre: para que lo llames
Michele:


Traducción de Guillermo Fernández

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