martes, 15 de diciembre de 2015

Robert Bresson - Notas sobre el cinematógrafo (fragmentos)

    

     Mi film nace primero en mi cabeza, muere en el papel, lo resucitan las personas vivas y los objetos reales que utilizo, que mueren en el celuloide pero que, colocados en un cierto orden y proyectados sobre una pantalla, se reaniman como flores en el agua.


     Crear no es deformar o inventar personas o cosas. Es establecer relaciones nuevas entre personas y cosas que existen y tal como existen.


     Un solo misterio el de las personas y el de los objetos.


     Filmación. Colocarse en un estado de ignorancia y de curiosidad intensas, y no obstante ver las cosas antes.


     Es preciso que los ruidos se conviertan en música.


     Asegúrate de haber agotado todo lo que se comunica por medio de la inmovilidad y el silencio.


     La imagen no tiene un valor absoluto.
     Imágenes y sonidos deberán su valor y su poder sólo al uso que tú les asignes.


     Filmar de improviso, con modelos desconocidos, en lugares imprevistos, adecuados para mantenerme en un estado tenso de alerta.


     Que sea la íntima unión de las imágenes la que las cargue de emoción.


     ¿Cómo ocultarse que todo acaba en un rectángulo blanco colgado sobre un muro? (Mira tu película como una superficie por cubrir.)


     Lo que ningún ojo humano es capaz de atrapar, lo que ningún lápiz, pincel o pluma es capaz de fijar, tu cámara lo atrapa sin sabes qué es y lo fija con la escrupulosa indiferencia de una máquina.


     No corras tras la poesía. Ella sola penetra por las junturas (elipsis).


     En todo arte existe un principio diabólico que actúa en su contra y trata de destruirlo. Un principio análogo quizá no sea del todo desfavorable al cinematógrafo.


     Imágenes y sonidos como gente que se conoce de paso y ya no puede separarse.


     “El diablo le saltó en la boca”: no hacer saltar a un diablo en la boca.  “Todos los maridos son feos”: no mostrar una multitud de maridos feos.


     Una cosa errada, si la cambias de lugar, puede ser un acierto.


     No pienses en tu película fuera de los medios que posees.


     Una cosa vieja se vuelve nueva cuando la separas de lo que habitualmente la rodea.


     Un sonido no debe acudir nunca en auxilio de una imagen, ni una imagen en auxilio de un sonido.


     Si un sonido es el complemento obligado de una imagen, dar preponderancia sea al sonido, sea a la imagen. En paridad, se dañan o se matan, como se dice de los colores.


     A las tácticas de velocidad, de ruido, oponer tácticas de lentitud, de silencio.


     Un actor extrae de sí lo que verdaderamente no hay en él. Ilusionista.


     No embellezcas ni afees. No desnaturalices.


     Tu genio no consiste en falsificar la naturaleza (actores, decorados), sino en tu manera de elegir y de coordinar los trozos tomados directamente de ella por las máquinas.


     Conmover no con imágenes conmovedoras, sino con relaciones entre imágenes que las vuelvan a la vez vívidas y emocionantes.


     La fragmentación es importante si no se quiere caer en la REPRESENTACIÓN.
     Ver los seres y las cosas en sus partes separables. Aislar esas partes. Volverlas independientes para imponerles una nueva dependencia.


     Lo real no es dramático. El drama nacerá de cierta marcha de elementos no dramáticos.


     Las cosas muy en desorden o muy en orden se igualan, no se las distingue más. Producen indiferencia o tedio.


     No mostrar todos los costados de las cosas. Margen de indefinición. 



De Notas sobre el cinematógrafo (Era, 1979)
Traducción de Saúl Yurkiévich






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