jueves, 15 de febrero de 2018

Dos poemas de Denise Levertov




LOS TIBURONES

Y bien, el último día aparecieron los tiburones.
Aparecen aletas negras, inocentes
como una advertencia. El mar se torna
siniestro, ¿están por todas partes?
Créelo, dejan en el agua una brecha de seis pies.
¿No es este el mismo mar, y ya no
jugaremos más con él?
Me gustaba diáfano, y no
demasiado calmo, con bastantes olas
para lanzarme a él. Por primera vez
había osado nadar en lo hondo.
Llegaron al atardecer, en el instante
en que un resplandor cobrizo aquieta el mar,
no lo suficientemente oscuro aún
para ser iluminado por la luna, aún
lo bastante claro para verlos fácilmente. Negro
el aguzado borde de las aletas.




LA TERCERA DIMENSIÓN

Quién me creería si
dijera: “Me agarraron y

hendieron desde
el cuero cabelludo hasta la pelvis, y

todavía estoy viva, y
me paseo contenta

del sol y todas
las dádivas del mundo”. La honestidad

no es tan simple:
la simple honestidad no es

sino una mentira.
¿No esconden los árboles

el viento entre
sus hojas y

hablan con susurros?
La tercera dimensión

se esconde.
Si los empedradores

parten piedras, las
piedras son piedras:

pero el amor
me partió en dos

y estoy
viva para

contar el cuento; pero no
honestamente:

las palabras
cambian las cosas. Deja que sea

—aquí, bajo el dulce sol—
una ficción, mientras yo

respiro y
cambio el paso. 




De El poeta y su trabajo II (Editorial Universidad Autónoma de Puebla, 1983)
Traducción de Alberto Girri

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