Nuestro universo se encuentra, probablemente,
en el diente de algún monstruo.
Al abuelo le dan de comer pescado; si no se
envenena, si sigue con vida, el resto de la familia come.
A las nuevas formas de la literatura la suceden
siempre nuevas formas de vida; por eso resultan detestables a un espíritu conservador.
La gente adora hablar de sus enfermedades,
aunque estas sean lo menos interesante de su vida.
Un mendigo ciego cantaba una canción de amor.
Un científico sin talento ha trabajado durante
24 años sin hacer nada bien, formando decenas y decenas de científicos tan
mediocres y negligentes como él mismo. Pero, casi en secreto, por la noche,
encuaderna libros, esa es su verdadera vocación; al hacerlo, se siente artista
y se llena de júbilo. Un encuadernador viene a visitarlo, amateur pero erudito.
Este, secretamente, por las noches se dedica a la ciencia.
Mitia y Katia escuchaban decir que su padre
hacía explotar rocas en la cantera. Y ellos quisieron, también, hacer explotar
a su colérico abuelo. Tomaron una libra de pólvora del taller de su papá,
llenaron una botella, le insertaron una mecha, y pusieron la bomba bajo el
sillón del abuelo que, tras el almuerzo, dormitaba; pero los soldados y la
banda militar pasaron justo entonces frente a la casa, y el milagro de la
música les impidió ejecutar su proyecto.
Todo es
mejor allí donde no estamos; el pasado sólo puede parecernos maravilloso cuando
lo dejamos atrás.
N es la mujer del suplente del procurador, que
luego se vuelve miembro del tribunal, y después miembro de la Corte, un hombre
mediocre, sin interés. Ella ama perdidamente a su marido, y lo amará hasta la tumba.
Le escribe cartas breves y conmovedoras cuando se entera de sus infidelidades.
Y cuando ella muere tiene la expresión conmovedora del amor. Sin suda, no era a
su marido a quien amaba, sino a otra persona, un ser sublime, magnífico, inexistente,
y volcaba este amor en su marido. Después de su muerte, en la casa, creían
escuchar sus pasos.
Hacía cuarenta años que Pavel era cocinero. Pero lo que cocinaba no le gustaba, no lo comía jamás.
"Cigarras de la mejor calidad" leía X, al pasar todos los días por la calle y, cada vez se sorprendía: ¿cómo es posible que vendan cigarras, y quién puede tener necesidad de una cigarra? Sólo treinta años más tarde leyó con atención. "Cigarros de la mejor calidad."
En arte, el público aprecia todo lo que es banal y conocido desde hace mucho tiempo, todo aquello a lo que se ha acostumbrado.
Los perros de la casa idolatraban, no a sus amos que les daban de comer y los acariciaban, sino a la cocinera, una extraña que les daba palazos.
De Cuaderno de notas (La Compañía de los Libros, 2011)
Traducción de Leopoldo Brizuela
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