lunes, 22 de febrero de 2016

Anne Carson - Apéndices



Apéndice 8 sobre la miopatía de la captura

Capturar y confinar a un animal resulta extremadamente estresante. Una reacción inmediata al estrés es el síndrome “escapa o lucha”, al que el cuerpo responde produciendo adrenalina. La constante sobreproducción de adrenalina conduce a la acumulación de ácido láctico en la corriente sanguínea que afecta la habilidad del corazón para bombear correctamente el oxígeno a las músculos, lo que puede causar que los músculos comiencen a morir: miopatía (del griego antiguo pathos, “sufrimiento” y de mus, que significa: 1. “un ratón de campo”; 2. “un músculo del cuerpo”).  Hay cuatro categorías de miopatía de la captura que van desde la hiperaguda, donde la muerte sobreviene en cuestión de minutos, a la crónica, que el animal cautivo puede sobrevivir durante días y hasta meses, montando a caballo y enviando telegramas, sólo para morir repentinamente por una falla cardiaca o algo parecido a un accidente. No hay tratamiento para la miopatía de la captura.




Apéndice 20 sobre la velocidad

El límite de velocidad en la Francia de 1907 era de 15 kilómetros por hora. Cuando Alfred Agostinelli llevó a Proust a Normandía debió, por momentos, haber rebasado este límite pues, de acuerdo con el artículo de 1907 publicado en Le Figaro, ir en coche con Alfred era como salir disparado por un cañón. El traje de conductor de Alfred consistía en una capa de hule con capucha, lo cual, dice Proust, le hacía lucir como una "monja de la velocidad".




Apéndice 29 sobre los kimonos

El conocimiento de otra persona es insoportable. Los kimonos japoneses estuvieron de moda en el París de los años veinte. Habían sido rediseñados para el mercado europeo, con menos manga y más bolsillo. Albertine guarda todas sus cartas en el bolsillo del kimono que, justo antes de dormirse, arroja despreocupadamente sobre una silla en el cuarto de Marcel. La verdad acerca de Albertine está así de cerca. Marcel no investiga. El conocimiento de otra persona es insoportable.




Apéndice 33(a) sobre la diferencia entre metáfora y metonimia

Ya que la cuestión surgió, he aquí la diferencia. En un grupo de niños a los que se les pide una respuesta a la palabra “choza”, algunos dijeron una cabañita, otros dijeron se incendió.




Apéndice 59 sobre una mala fotografía


En una famosa biografía de Proust (Tadié), hay una pequeña fotografía de 1907, pobremente impresa, de Proust y Alfred Agostinelli sentados en su vehículo de motor, vestidos para un viaje. Envuelto en un gran abrigo, con una pierna cruzada, Proust luce hinchado y aburrido, a donde sea que vayan. Agostinelli sujeta el volante, ataviado con su disfraz de “monja de la velocidad”, con los ojos fieramente fijos en el horizonte. Podría tratarse de una de esas fotografías que apenas despiertan un pasivo interés y luego se olvidan; como dice Barthes, una fotografía sin fisuras en la superficie, sin punctum para atraparte y perturbarte (La cámara lúcida), excepto por la postura de la cabeza del Alfred Agostinelli, pues la mantiene echada hacia atrás, en un ángulo que sugiere la velocidad del movimiento hacia adelante. Pero ambos, por supuesto, están sentados completamente inmóviles en el coche. No se puede menos que preguntar si le dio un dolor de cuello por haber sostenido su cabeza de ese modo durante los largos minutos de la exposición. O sobre qué cosas hablaban ese día, mientras el fotógrafo jugueteaba con los lentes y las cantaban en el seto de espinos y la tarde de verano en el más lejano límite del amor humano se extendía frente a ellos, aparentemente, hacia la eternidad. Tal vez hablaron sobre una cabañita. Tal vez se incendió.  



De Albertine. Rutina de ejercicios (Vaso Roto, 2015)
Traducción de Jorge Esquinca



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