viernes, 26 de febrero de 2016

Charles Simic - Donde el azar y la necesidad coinciden



EL HOMBRE DEL BASURERO

Su aspecto era como el que imagino tendría Bartleby el día en que renunció a su trabajo para mirar la pared desnuda frente a la ventana de la oficina.
     Siempre hay hombres así en las ciudades. Vagabundos solitarios con gabardinas pasadas de moda hace mucho, sentados en los restaurantes modestos y en las cafeterías de calles laterales comiendo un pedazo de pastel blando. Son mortalmente pálidos, de ojos cansados, con las solapas llenas de migajas. Alguna vez fueron otra cosa; pero ahora trabajan como mensajeros. Suben diez pisos por las escaleras eléctricas si los levadores no funcionan, con sobres amarillos bajo el brazo. Aun en el verano meten las manos en los bolsillos. Y Cornell podría ser cualquiera de ellos.
Era descendiente de una vieja familia holandesa de Nueva York, venida a menos tras la muerte prematura del padre. Vivía con su madre y su hermano inválido, en una casita prefabricada en Utopia Parkway, en Queens; y vagaba por Manhattan de manera, al parecer, despreocupada. Devoto de Christian Science, era un recluso y un excéntrico admirador de los escritos de los románticos franceses y de los poetas simbolistas. Su gran héroe fue Gérard de Nerval, famoso porque caminaba por las calles de París con una langosta viva amarrada a una correa.



DONDE EL AZAR Y LA NECESIDAD COINCIDEN

En algún lugar de la ciudad de Nueva York hay tres o cuatro objetos aún desconocidos que embonan uno con otro. Cuando estén juntos serán una obra de arte. Tal es la premisa de Cornell, su metafísica y su religión; la deseo entender.
     Sale de su casa e Utopia Parkway sin saber qué busca ni qué encontrará. Hoy, podría tratarse de algo tan común e interesante como un viejo dedal. Tal vez pasen años antes de que encuentre compañía. Mientras, Cornell camina y busca. La ciudad tiene un número infinito de objetos interesantes en un número infinito de lugares inusitados.



TERRA INCÓGNITA

América está aún por descubrirse. Sus vagabundos y poetas son parecidos a los antiguos navegantes cuando emprendían viajes de exploración. Hasta en sus ciudades hay espacios que los cartógrafos dejaron en blanco.
     Esta tarde se trata de un cine donde, por alguna razón, pasan dos películas de horror en blanco y negro. En ellas siempre anochece. Alguien está completamente solo en un lugar donde no debería estarlo. Si hay alguna casa debe ser la única, ni una más alrededor. Si hay algún camino debe estar desierto. Los árboles son desnudos o, si tienen hojas, se agitan tenebrosamente. El cielo tiene todavía un poco de luz grisácea. Es esa luz donde aun las propias manos parecen ajenas, de algún extraño.
     Al salir de nuevo a la calle, el hombre de traje blanco que dobla la esquina podría ser el fantasma del difunto poeta Frank O’Hara.   



LA VERDAD DE LA POESÍA

Un juguete es una trampa para soñadores. Un verdadero juguete es un objeto poético.
     Hay una escultura temprana de Giacometti llamada Palacio a las 4 A.M. (1932). No consta sino de unos cuantos palitos acomodados sobre un andamiaje limpio; el título la vuelve más fantasmagórica e inolvidable. Giacometti decía que era la casa soñada, para él y la mujer que amaba.
     Un niño conoce tales sueños. Sueños donde los objetos se renombran y a los cuales se inviste de vidas imaginarias. Un guijarro se convierte en ser humano. Dos palitos apoyados uno contra otro forman una casa. En ese mundo se juega a ser otro.
     Eso es lo que busca Cornell, también. Cómo construir un vehículo para el ensueño, un objeto que enriquezca la imaginación del espectador y lo acompañe siempre.



NUESTRO ANGELICAL ANCESTRO

Rimbaud debió haber viajado a Estados Unidos y no a Lago Chad. Tendría  cien años y exploraría las tiendas de descuento. ¿No dijo acaso que le gustaban las pinturas estúpidas, los letreros, los grabados populares, los libros eróticos con faltas de ortografía, las novelas de las abuelas.
     Arthur, pobre chico, habrías caminado a lo largo de la Calle 14 y escrito muchas más “Illuminations”.

     Poesía: tres zapatos distintos a la entrada de un callejón oscuro. 



CAJA DE CERILLOS CON MOSCA ADENTRO

Caja de sombras
caja de música
caja de píldoras
caja con rompecabezas dentro
caja con pequeños cajoncitos,
caja de navegación
caja de alhajas
caja de marinero
caja de mariposas
caja llena de recuerdos de un viaje por el mar
prisión mágica
caja vacía



De Alquimia de tendajón (UNAM, 1996)
Traducción de Elisa Ramírez Castañeda




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