lunes, 17 de noviembre de 2014

Dos poemas de Matías Heer


MORÓN, PARADOJA DE LOS GEMELOS

Camino a la par de un escarabajo.
Vamos lento por el sendero de tierra,
surcamos la dactilografía antigua
de unas camionetas y las nubes
evolucionan su genética hacia el sur.
En pocas pisadas, sin ningún esfuerzo,
me adelanto al escarabajo: él ya envejeció
su velocidad. Al cabo de quince minutos, 53 pasos,
estoy en la estación fumando un cigarrillo
que me llevó encender un par de movimientos
como buscar el encendedor en ocho bolsillos
y encontrarlo en el primero que revisé, errores
en los que el escarabajo fue sesgando su carrera absurda,
se dio vuelta por la sacudida de una bicicleta y ahora
mueve con ligereza sus patas y aquieta
su ritmo hasta abrazarse.


NEC VACUUM, TOUT PLENUM

Agarro un diente de ajo, casi no huele
lo aprieto, quiebro la piel seca
lo pelo y lo pico y justo ahí
una enzima, la alinasa, actúa
sobre la alina y la convierte en alicina
que, al perder su átomo de oxígeno,
se reduce a disulfuro de dipropenilo,
y apesta. Prendo la hornalla, llama
más azul que amarilla, poco monóxido.
Meto el ajo en la sartén, otro pedo,
polímero con cebolla y pollo
y el bisulfuro volátil del ajo se evapora,
por lo que ya no huele tanto. Lo salteo.
Espero, me corto las tumbas de celuloide.
Ya. Apago la hornalla y vuelco el salteado
en una fuente de vidrio, dióxido de silicio,
carbonato cálcico y carbonato sódico,
borato sódico…tsssssssssssssssssss…
                …una célula receptora del cerebro
envía un msje a la de óxido nítrico:
en tiempos de Tiberio un hombre llegó a su corte,
en Capri, traía un jarrón traslúcido en forma
de pato, “ajá, y entonces”, lo dejó caer,
se cubrieron las caras, el vidrio, sin embargo,
no se rompió. Tiberio, pues, preguntó de qué
estaba hecho, el hombre de la túnica blanca, sucia
sólo dijo “martiolum”. Silencio. Lo mataron,
destruyeron su taller, violaron a su mujer,
todo para resguardar las inversiones del palacio.
Marcabrú, también, dejó caer verso sólido
en palacios, y a la verga, lo mataron.
Eppurse muove. Tocan: es ella.
Atravieso el oxígeno del comedor desierto
hasta la puerta, abro, pasa, la miro,
el cerebro envía una señal al corpus cavernosum,
músculo esponjoso del pene, que libera
óxido nítrico que lo relaja y deja
que la sangre entre en los tejidos y lo hinche.
El mismo óxido nítrico de la memoria,
el mismo de los caños de escape.
La vida es la combinación adecuada.
Ella descubre que estoy al palo, veo
su vulva inflamada y el charco in crecendo
cual nubes montan montañas. Me pregunta
cómo le hago para estar siempre al palo
“buena memoria, Xotchil, buena memoria”
y comemos el salteado.

De 30.30: poesía argentina del siglo XXI (Editorial Municipal de Rosario, 2013)

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