martes, 27 de octubre de 2020

Cuatro poemas de Tamara Tenenbaum



BAR MITZVÁ

 

Yo no tuve Bar Mitzvá

porque no quise. Me daba vergüenza

hacer una fiesta en el salón

y ponerme un vestido blanco

para que todos me miraran.

Pero cuando tenía 12 años

mi mamá me compró

unos tacos

para el Bat

de otra.

Y al verme caminar

se dio cuenta

de que caminaba torcida

para el lado derecho.

Me sacaron una placa

me hicieron un molde de yeso

y me dieron un corsé de plástico.

Ese fue mi Bat-Mitzvá.

Así me hice mujer

ante los ojos de Dios.

 



NO NECESITO NADA

 

Lo peor del corsé

lejos

era cuando se me caían las monedas

y tenía que hacer

como que no me importaba

porque no podía

agacharme a levantarlas.

Dese entonces me acostumbré

a fingir que no me importan

las cosas que no puedo tener.

 



PUERTAS MARCADAS CON SANGRE

 

Todas las casas

en las que viví siempre

tuvieron mezuzá

en la puerta.

Pronto me voy a mudar

a la primera

que no va a tener.

Yo no creo en nada

y odio la creencia, fervientemente

la odio

pero estoy pensando

en poner la mezuzá.

Solo por si acaso

por si te protege  

de los hombres lobo

o de las mujeres hermosas

o de morir desangrada

cada vez que

menstruás.



 

PRECAUCIÓN, PRECAUCIÓN

 

Recopilo cuentos de gatos.

Historias de gatos que se escaparon

que se tiraron del balcón

que se perdieron

que no volvieron más

que se murieron

que los operaron

que nunca quedaron iguales

que caminan torcido

que tienen pedazos pelados

que eran divinos

y ahora son huraños.

Las recuerdo, las cuento y las repito

para que nunca nos olvidemos

de que eso nos puede

pasar a nosotros.




De Reconocimiento de terreno (Pánico el pánico, 2019)


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