lunes, 20 de julio de 2020

Roque Larraquy - Informes sobre ectoplasma animal


Mono Albino

Montevideo, 1940

 

El 31 de diciembre de 1939 un mono albino escapa de un barco amarrado en el puerto de Montevideo. Por la marcas en sus manos, y por su habilidad para romper la cerradura de una puerta de la iglesia y subir al campanario donde se refugia, los vecinos deducen que es un animal amaestrado.

A la hora del nuevo año el párroco acciona la campana con su peso, ignorando que el mono cuelga del carillón. 1940 comien.za con el sonido de un cráneo roto. Desde entonces el espectro del mono reaparece periódicamente como una mancha nocturna.

Para conseguir su imagen se sigue el procedimiento habitual: series de veintidós ectografías por segundo disparadas en automático, con el ectografista en puntas de pie sobre una placa de cesio en frío. Se obtienen seis segundos de giroscopio en los que el mono camina erguido como un ser humano.

 

 

Viñedo

General Alvear, Mendoza, 1947

 

El ectografista Martín Rubens recorre un viñedo de noche, sin linterna; sabe que los lugares abiertos suelen ser ricos en espectros animales. Un perro etérico, pequeño, asoma a sus pies. Rubens casi tropieza con él; trata de no pisarlo, pero no es posible porque el perro literalmente  le brota de la pierna.

Sentir algo ajeno en su cuerpo produce en Rubens la necesidad de huir. La obedece. De todos modos realiza más de cien tomas en automático a lo largo del recorrido. En giroscopio se obtienen cinco segundos en los que el perro dirige la huida de ambos como si el miedo le fuera propio y siempre hubiera sido un pie.

 

 

Cardumen

Buenos Aires, 1947

El horizonte de la pampa es plano porque imita la superficie del mar que lo cubrió durante millones de años. Al irse, el agua deja un tendal de muerte marina que sirve de alimento a los animales de tierra. Cuando llegan los hombres no construyen casas en piedra, porque creen que el mar volverá tarde o temprano. Estos hombres son borrados por otros que hacen la ciudad. Crece el entusiasmo vertical. El edificio Alas (ex Atlas, Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalizados S.A.), a cargo de la Secretaría de Aeronáutica, se inaugura en 1957 como el más alto de Buenos Aires. Tiene la mejor vista del Río de la Plata, que en su extensión también parece un mar.

A fines de ese mismo año los empleados declaran dificultades para respirar en los ascensores. La empresa Electra limita de doce a ocho personas la capacidad de carga. Sin solución a la falta de aire, algunos empleados comienzan a subir los cuarenta pisos por escalera. El 2 de noviembre la secretaria Norma Oliden se rompe una pierna; los testigos del accidente quedan fascinados por la lentitud de su caída y nadie atina a sujetarla.

En las oficinas se ven peces momentáneos. El 8 de noviembre Julio Heiss registra la imagen de un contador huyendo del edificio con un erizo de mar clavado en la rodilla.

Heiss cree (Rubens lo descalifica duramente) que el caso no corresponde a la aparición del ectoplasma múltiple de un cardumen, sino al eco espectral de un océano completo.

 

 

Saki

Buenos Aires, 1953

 

Sobre este caso existe un informe más extenso que cumple con los requisitos del Nomenclador; esta es la versión que Martín Rubens escribió para su hijo:

Libre del celo, un gato castrado se vuelve ocioso y aprende a pensar. La puja territorial de los reproductores le provoca indiferencia. También lo que ocurre fuera de los límites de su departamento. Mientras vive, Saki prefiere tirarse sobre el escritorio, mirar a su dueño que escribe  y mantenerse cerca de la música. Intercambia sonidos con  una gata que duerme en el jardín del edificio, pero no sale a su encuentro. Envejece y muere sin verla.

Por la noche el espectro de Saki mira sin nostalgia la ventana de su hogar perdido. La mira desde el jardín, subido a un árbol del cual ya no baja, titilando entre los 2 y 6 watts. El brillo encandila a la gata, la estimula a seducirlo; él la ignora. Quiere sentir el frío de estar muerto al aire libre. Podría proyectarse en otro sitio en cualquier momento, pero el mundo es demasiado grande para su curiosidad.

 

 

Caballos invertidos

Tornquist, 1940

 

Los cuerpos etéricos se manifiestan enteros o por partes, pero por lo general se atienen al formato y las proporciones de este mundo. Los escorpiones no adquieren, en su experiencia post mortem, el tamaño de un tractor.

Como documento excepcional, la Colección Solpe conserva una serie de ectografías de una planicie donde, por falla de calibración óptica entre sectores de éter, los espectros aparecen invertidos. Son caballos en fulgor de 3 a 5 watts cuyas patas asoman desde el suelo: en giroscopio se las puede ver practicando pasos de carrera.



De Informe sobre ectoplasma animal (Eterna Cadencia, 2014)


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