lunes, 30 de julio de 2018

Tres poemas de Sharon Olds



FUERA DEL QUIRÓFANO DEL DOCTOR-DE-CAMBIO-DE-SEXO

Una bandeja de penes fuera del quirófano del doctor-de-cambio-de-sexo.
     No hay sangre. No es Vietnam, Chile, Buchenwald. Se extrajeron quirúrgicamente bajo anestesia. Se encuentran allí, en orden, cada uno en su pequeño espacio circundante.
     El efecto de la anestesia se está acabando. En la bandeja de plata, sexos amputados.
     Uno dice Soy un arma arrojada al suelo. No más asesinatos.
     Otro dice Soy un pulgar que se perdió en la trilladora. Paja brillante en el aire. Nunca más tendré que trabajar.
     El tercero dice Soy la membrana arrancada de sus ojos. Ahora él puede ver.
     En cuarto dice Quiero ser pintado por Géricault, un bodegón con un busto de Apolo, un paño de terciopelo morado y una viña con hojas de hiedra.
     El quinto dice Yo era un perrito muy sucio, sabía que él me quitaría de en medio.
     El sexto dice Estoy salvado. Nadie puede hacerme daño ahora.
     Solo uno de ellos es infeliz. Permanece allí y llora con pena terrible al grito de ¡Padre!, ¡Padre!



LA SOLUCIÓN

Finalmente controlaron el problema de los solteros, lo convirtieron en científico. Abrieron enormes Centros de Sexo, puedes ir y decir lo que quieres y con toda tranquilidad te encuentran alguien que quiera eso mismo. Permaneces bajo un cartel que dice Me gustan que me acaricien y me abracen y cuando alguien viene y permanece bajo el cartel de Me gusta acariciar y abrazar los colocan juntos.
     Al principio fue todo bien. Hubo un flujo constante de personas bajo el cartel Me Gusta Hacer Daño emparejadas con un flujo constante de personas con el cartel Me Gusta Que Me Hagan Daño. Solo Preliminares / Orgasmo No encontró a sus seguidores y Solo Orgasmo / Preliminares No encontró a sus creyentes. Un policía leal de Berkeley (California) permaneció bajo el cartel Adultos Casados, Luces Apagadas, Cara a Cara, Bajo las Sábanas porque esa era la única forma legal de hacerlo en Berkeley; se quedó allí un montón de tiempo en su solitario uniforme azul. Y el hombre bajo el cartel Me Gusta Que Me Canten y Me Amasen Pan Sobre La Panza lleva tres semanas sin respuesta alguna.
     Las cosas comenzaron a enrarecerse. Los Amor Solo / Sexo No estaban bien; Los Sexo Solo / Amor No estaban bien, una pareja tras otra caminan juntos como animalitos de madera metidos en el arca de un niño, pero la cola para la talla 38D o Más Grandes se estaba descontrolando e insultaban a la cola de 20 Centímetros o Más, y estaban apareciendo carteles aislados que se esparcían por todas partes, Profesor Jubilado y Periquito / Cuero No; Un Cuarto / Sin baño / Vistas a Fábrica de Salchichas.
     El estruendo se levantó en la enorme sala. La cola del cartel Quiero Que Me Cojan A Lo Bruto era tan larga que tuvieron que llevar baños móviles y un cura llegó para las defunciones, nacimientos y matrimonios de la cola. Donde estaba el cartel Quiero Coger a Lo Bruto, no había nada, solo un montón de armas. Un griterío descomunal llenó el enorme gimnasio. Cada vez más personas se cambiaban al cartel Quiero Que me Cojan a Lo Bruto. La cola serpenteaba alrededor del gimnasio, el estadio, la ciudad entera, se adentraba en el campo. Cada vez más personas se unían a ella, hasta que Quiero Que Me Cojan a Lo Bruto se extendió por todo el país en un cinturón enorme y anchísimo como la Vía Láctea y como tenían que ponerle un nombre, le pusieron un nombre y lo llamaron el Modo de Vida Americano.



VUELVO A MAYO DE 1937

Los veo en pie, en la puerta principal de sus universidades,
veo a mi padre saliendo
bajo el arco de arenisca ocre, los
baldosines rojos brillando como
placas de sangre dobladas detrás de su cabeza, veo
a mi madre con unos cuentos libros ligeros junto a la cadera
en pie ante una columna  hecha de ladrillos diminutos,
la puerta de hierro forjado está todavía abierta detrás de ella, las
puntas de flecha brillan en el aire de mayo,
están a punto de graduarse, están a punto de casarse,
son unos niños, son tontos, todo lo que saben es que son
inocentes, jamás harían daño a nadie.
Quiero alcanzarlos y decirles, Alto,
no lo hagan; ella no es la mujer adecuada,
él no es el hombre adecuado, van a hacer cosas
que no se podrían imaginar que harían,
van a hacer cosas terribles a los niños,
van a sufrir de maneras completamente desconocidas,
van a querer morir. Quiero llegar
hasta allí con esta luz de finales de mayo y decírselo,
la cara bonita y hambrienta de mi madre volviéndose hacia mí,
su lastimoso cuerpo precioso y puro,
la cara arrogante y bella de mi padre volviéndose hacia mí,
su lastimoso cuerpo precioso y puro,
pero no lo hago. Quiero vivir. Los
alzo como muñecos de papel
macho y hembra  y los junto
por las caderas, como pedacitos de sílex, como si
fueran a salir chispas de ellos y digo
Adelante, háganlo, que yo lo contaré.



De La célula de oro (Bartleby, 2017)
Traducción de Óscar Curieses

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