1.Escrita en la arena en Water Island y
recordada
James Dean
actor
hecho en
EEUU
ansioso por
serlo todo
tronchado
de raíz
¿Sabemos lo
que es
la
excelencia? Es
todo lo que
en este mundo
no se
cumple
2. Pequeña elegía
Lloremos un
poco
como si
estuviéramos en una película
y no
pensemos en todo lo divertido
de la vida
por un instante
y en lo que
es estar vivo.
Miremos las
nubes un
minuto,
velludas y doradas,
y los
rosados labios del cielo
haciendo pucheros
mientras sucede, y ellas
pasan así,
y
llega la
noche, la
noche que
termina.
Él
mascullaba y su voz raspaba
como si
hablar fuera un don
en extremo
pasmoso y la belleza
algo que no
dejamos de impulsar.
Él siempre
arremetía e impelía
para no
estar demasiado lejos
de la
tierra. Y ¿cómo sabemos
dónde está
y qué
está
simulando? allí en
la arena
bajo las piedras.
3. Obit Dean, 30 de septiembre, 1955
Miss
Lombard, éste es un joven
actor de
cine que acaba de morir
en su auto
deportivo Porsche Spyder
cerca de
Paso Robles camino
a Salinas
para una carrera. Éste es
James Dean,
Carole Lombard. Espero
que seas
buena con él allá arriba.
No estaba
enfermo en absoluto. Murió
tan de
repente como tú. Tenía
veinticuatro
años. Aunque actuó primero
en Broadway
en Ved el jaguar,
quizás sea
más conocido por películas
que
protagonizó: Al este del paraíso,
Rebelde sin causa y Gigante.
En la
primera de éstas se catapultó
al estrellato,
interpretándose a sí mismo y a nosotros
como “un
adolescente perturbado, incapaz de expresarse”.
Nació el 8
de febrero de 1931, en
Marion,
Indiana, creció en
la cercana
Fairmont, Indiana, en
una granja
donde fue criado
por una tía
y un tío, porque su
madre había
muerto en 1940. Abandonó
la comunidad
rural después de
la
secundaria. Fue a Hollywood
para probar
en el cine. “Byron
James”. Sin
éxito. Tuvo
un bocadillo
en ¿Ha visto alguien
a mi
chica? Y en Bayonetas caladas
dijo: “Es
una retaguardia que regresa”.
En Nueva
York veía tres películas
por día,
gastó los $150 que había ahorrado,
estudió actuación
con Lee Strasberg
en el Actor’s
Studio, espero un cambio
de suerte.
También había estudiado derecho.
Cuando cambió
su suerte, fue rápido
y abundante.
Volvió a Hollywood como
estrella.
Hizo frente a la hostilidad de la
colonia
cinematográfica con hosquedad, rehusó
posar para
fotógrafos de revistas de cine y
hablas
sobre sus citas, se peleó con directores,
insultó a
columnistas, anduvo en su moto,
tocó el
tambor y corrió carreras con su auto.
Un domingo
en Palms Springs llegó tercero.
Había
querido ser escritor. Admiraba
a Malaparte,
Jean Genet, Colette.
Sus dos últimas
películas no se han
estrenado todavía.
Se le veía triste en el set de
Gigante con sus anteojos de carey,
Planeaba volver
al teatro de
Broadway en
algún momento de 1956.
En Nueva
York está lloviendo. Si
hay amor
allá arriba pensé que tú
serías la
persona para amarlo. Lo
sobrevivimos
todos nosotros, igual que a ti.
4a. Una ceremonia para uno de mis muertos.
Estoy
tendido a la orilla del río; el sol tibio roza las aguas
y el pasto
araña su fresco color con ternura. Detrás de mí
los tristes
neumáticos aporrean la carretera, gimiendo, chillando
y
machacando como muchachas gitanas que han caído muertas
de amor
frente a los lustrosos zapatos de sus amantes de pelo renegrido como el
alquitrán.
Ahora
cuando los botes de remos compiten serenos y los nuevos
pimpollos abren
sus ojos al primer sol, tus fotografías
se están convirtiendo
en pergamino y caen al piso. Es
el otoño de
tu recordación. Otros corredores compiten
en pistas
mejores y reparan reventones en autos más relucientes.
Tu nombre
se descolora en todas las marquesinas salvo en unas pocas, la gran tarjeta
roja de
visita de tu muerte. Y corre el rumor de que estás vivo,
horriblemente
mutilado, y oculto por un concienzudo estudio.
4b.
Sí, yo ya
no
salgo
al mundo.
Solía
seguirle
la corriente
todo el tiempo.
Durante
tanto tiempo, que
no
se ha molestado en preguntar
cuál
es mi nombre.
Quizás
prefiera creer
que
ya estoy muerto.
Pero en tal
caso,
¿no preguntaría?
Bien,
no
importa.
No importa
que realmente
esté muerto
para
él, no vivo.
ni siquiera
importa
si
me piensa
entre
los que han muerto jóvenes.
Realmente
no puedo decir
que
esté vivo, excepto
que
nombro al mundo.
No puedo
negarlo,
estoy
entre los muertos
nobles,
los famosos,
la mayor
parte del tiempo,
y esté mundo los nombró
para mí.
No estoy en
paz
aunque estoy
fuera
de
este mundo.
No puedo
hallar descanso,
el
lugar es ¡tan
anormalmente
tranquilo!
Creo que
estoy ¡en
el
cielo! Esperando
una
forma,
que a mi
amor
ya mi yo le den
por
fin un nombre.
4c.
Respiro en
el polvo
en
mi cuarto solitario.
Puede ser
un árbol
pero
entonces ¿por qué no hay pájaros?
No hay una
mano, podando.
¿Puedes
pensar en el estornudo
Como algo
bello? ¿Un apóstrofe?
El
amor no es tierno,
como el
polvo de un cuarto;
el amor es algo que sucede
en un
cuarto, y se hace polvo.
Yo
lo respiro. ¿Es eso poesía?
4d.
Es de noche. ¿Estoy
despierto?
Estoy en el cielo.
Las estrellas navegan,
y los cielos,
no sonríen
con sus lunas crecientes.
Muy bien, mis
pensamientos son como el alquitrán.
Es culpa mía,
el latido de
mi corazón. No
es extraordinario
mi dolor.
Las estrellas están allí
de noche. La debilidad
se desvanece, como
la humanidad
eternamente de rodillas
ante la noche.
No veré
otra noche,
baja, como ésta.
De Meditaciones en una emergencia y otros poemas (Huesos de Jibia, 2014)}
Traducción de Rolando Costa Picazo
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