DOS POEMAS DE AMOR
Hay verdadera pena en no tenerte así como hay verdadero dolor en no
tener poesía
no totalmente en cualquier caso como consuelo, solución, fin a todas las tragedias menores
pero, en cualquier caso (poesía o tú)
como compañero de cama.
Contra la corriente de los rododendros y otras imágenes que no hemos
visto juntas
he visto tus labios cerrados y llego sudando a casa.
Para ti construiría todo un universo nuevo pero tú obviamente encuentras
más barato rentar
uno. A Eurídice le pasó lo mismo. Regresó al infierno insegura de qué otro tipo de casa
construiría Orfeo. Yo lo llamo “muerte-en-vida y vida en-la-muerte”. Herido
uno. A Eurídice le pasó lo mismo. Regresó al infierno insegura de qué otro tipo de casa
construiría Orfeo. Yo lo llamo “muerte-en-vida y vida en-la-muerte”. Herido
por una flecha en la espalda, el presidente Kennedy pareció ponerse
rígido un momento
antes de asumir su lugar en la historia. Eros
antes de asumir su lugar en la historia. Eros
hace eso.
Te di mi mano imaginaria y tú me das tu mano imaginaria y caminamos
juntos (en la
imaginación) sobre el suelo terrestre.
COSA LENGUAJE
Este océano, humillante en sus disfraces
más duro que nada.
Nadie escucha la poesía. El océano
no pretende ser escuchado. Una gota
o un estallido de agua. No significa
nada.
Es
pan y mantequilla
pimienta y sal. La muerte
que anhelan los jóvenes. Golpea la playa
sin objeto. Señales blancas sin objeto. Nadie
escucha la poesía.
UN LIBRO DE MÚSICA
Al final, los amantes
quedan exhaustos como dos nadadores. ¿En dónde
terminó? No se puede saber. Ningún amor es
como un océano con la vertiginosa procesión de los linderos de las olas
de los que dos pueden emerger exhaustos, ni un largo adiós
como la muerte.
Al final. Mejor, diría, como un extremo
de cuerda enrollada
que no disfraza en la vuelta final de sus extremos
sus finales.
Pero, dirás, nosotros amamos
y algunas partes de nosotros amaron
y el resto de nosotros seguirá siendo dos personas. Sí,
la poesía termina como una cuerda.
De Una antología de la poesía norteamericana desde 1950 (Ediciones del Equilibrista, 1992)
Traducción de Gerardo Beltrán
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