miércoles, 20 de enero de 2016

Tres poemas de Antolín



DE AQUÍ A LA ETERNIDAD

Has cristalizado el dolor de la juventud
Has huido en un barco blanco
Has llamado a las alarmas en la noche
Has ido al The Coffee Bear para mezclarte
entre duros trabajadores judiciales
Has sido dueño de lo que carece de futuro
Has diseñado mansiones y luego has vivido en ellas
Pero el desierto seguirá siendo tuyo



TODAS MIS TELES

Quedándome sólo 10 minutos de vida
haría un veloz recuento de todos los televisores que tuve
a lo largo de mis duros y difíciles años.

El Philco de 10 canales, coraza imitación madera
caja de conversión y antena,
en el que la imagen tendía a brincar;
el Noblex 17’ de canales infinitos y decodificador adicional;
el Whirpool de 21 pulgadas, control remoto inteligente
y parlantes laterales de sonido envolvente;
el pequeño Sony Japonés portátil de 14 pulgadas B/N
con sintonizador de radio AM y FM;
el último fue un Samsung LCD con listado
de canales favoritos, sintonizador de TDT incorporado
y Crystal Clear para más detalles y nitidez de imagen.

Pensaría en todos ellos en mi lecho de enfermo
del cuarto de hospital rodeado de parientes.
Pensaría en todos ellos en el último aliento,
en la desesperante sensación
de no haber visto ni amado lo suficiente.



¿DE DÓNDE VIENEN LOS EUROS?

    Me da miedo preguntarlo, pero deben venir de algún lugar soñado con un nombre extraño, como Falkenberg o Jönköpking.
   Durante las tardes de verano me encierro en mi habitación, lejos de mi familia y responsabilidades. El calor es insoportable. La cama está tibia por los pocos rayos de sol que se filtran a través de la persiana. Todo está en silencio. Es el mejor momento del día. Me acuesto y comienzo a pensar en los euros, billetes grandes extranjeros. Escucho su llamado, tan claro y limpio. Quiero apoderarme de sus raíces. Los hago vibrar con mi sangre. Imagino un montón de billetes esparcidos por la calle, volando. Pienso que en este momento un corredor de bolsa se desangra en el mercado de valores así como yo me desangro cada día en mi cama. Estamos heridos. Bancos mundiales y lobos se organizan. ¿Quién no salta de ansiedad al escuchar el tren pasar a la distancia? ¿Quién no llora pensando en las montañas del Tíbet? ¿En las pirámides de Egipto? Yo lloro pensando en mis euros.
   Es probable que envejezca o muera pronto y vaya al lugar de donde vienen los euros. Es imposible continuar así, tan vacío y tan solo.


De Nunca seré millonario (Pánico el Pánico, 2012)

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