los
helechos existen; y zarzamoras, zarzamoras
y
bromo existen; y el hidrógeno, el hidrógeno
*
las
palomas existen; los soñadores, las muñecas
los
asesinos existen; las palomas, las palomas;
niebla
dioxina y días; los días
existen;
los días la muerte; y los poemas
existen;
los poemas, los días, la muerte
*
la
bomba atómica existe
Hiroshima,
Nagasaki
Hiroshima
6
de
agosto de 1945
Nagasaki
9
de
agosto de 1945
140
000 muertos
y
heridos en Hiroshima
unos
60 000
muertos
y heridos en Nagasaki
cifras
que permanecen inmutables
en
algún lugar de un verano
lejano
y normal
desde
entonces los heridos
han
muerto, primero muchos, la
mayoría,
luego menos, pero
todos;
finalmente
los
hijos de los heridos,
nacidos
muertos, moribundos,
muchos,
siempre
algunos,
finalmente
los
últimos; yo estoy
en
mi cocina pelando
patatas;
el grifo del agua
está
abierto y casi
ahoga
los gritos de los niños
que
juegan en el patio;
los
niños gritan y casi
ahogan
los gritos de los pájaros
que
están en los árboles; los pájaros
cantan
y casi
ahogan
el susurro
de
las hojas al viento;
las
hojas susurran
y
casi ahogan
con
su silencio el cielo,
el
cielo que resplandece
y
la luz que casi
desde
entonces se ha parecido
al
fuego de la bomba atómica
un
poco
*
la
bomba de cobalto existe
envuelta
en su capa
de
isótopos de cobalto 60
cuyo
periodo de semidesintegración
garantiza
un efecto
extremadamente
dañino
no
hay más que
decir;
nosotros garantizamos
que
el daño será el mayor
posible;
no hay más que
decir;
nosotros
nos
garantizamos todo o
nada;
no hay más que
decir;
al garantizar
que
todo
puede
ser transformado
en
nada, perdemos
la
capacidad de
pensar
en nada,
en
ninguna de las cosas
del
mundo como nosotros
decimos,
cuando nosotros
simplemente
existimos; no hay más
que
decir; nosotros
garantizamos
que
aniquilamos
todo,
destruimos
todo,
de manera que
a
la primera nada
la
decisiva
no
se le dará permiso
para
escribir poesía
como
escribe el viento
en
aire o agua;
no
hay más que
decir;
matamos
más
de lo que creemos
más
de lo que sabemos
más
de lo que sentimos;
no
hay más que
decir;
odiamos;
no
hay más;
como
un pájaro regio
en
su caja de fango,
en
el lodo como un gusano,
como
un águila ratonera
que
la tormenta ha destrozado,
como
un loro gris
metido
en la barcaza de algodón
de
la plantación de alguien
quiero
vivir de ahora en adelante;
semiahogada
y embalada
una
cualquiera entre
todas
las palomas cansadas
del
tráfico, en cuyo último
puñado
de plumas el desesperado
tiempo
gris de la paz
hace
precipitarse al ojo
del
hombre; así quiero vivir;
con
mi pequeño y grato
periodo
de semidesintegración en el interior
de
mi corazón; así quiero morir;
me
he enterado de que voy a morir,
me
dije a mí misma
que
voy a morir, lo he dicho
y
he dado las gracias por la pena,
por
el olvido, hecho; me dije
a
mí misma: piensa
como
un pájaro que construye su nido,
piensa
como una nube, como
las
raíces del abedul enano
piensa
como piensa una hoja
de
un árbol, como piensan la sombra y la luz
como
piensa la resplandeciente corteza,
como
las crisálidas debajo
de
la corteza piensan, como los líquenes
sobre
una piedra y un poco de madera podrida
piensan,
como piensa la latharea squamaria,
como
la brumosa planicie boscosa
piensa,
los paúles piensan
cuando
la ascensión del arcoíris
se
refleja, piensa como un poco de
fango,
como piensan las gotas
de
lluvia, piensa como un espejo
tan
de vital importancia; mira
su
trono de nada
el
vórtice de la tormenta de arena;
mira
lo banalmente
que
en el grano de arena más pequeño
una
ingeniosa vida
fósil
encerrada descansa
después
del viaje; mira sólo
con
qué tranquilidad lleva
el
enjambre de comienzos
del
mar primigenio; mira sólo
la
sencillez de un signo
en
el que como un ser
se
refleja
la
verdad; mira sólo
qué
verdad, clemente; deja
estar
las cosas; junta
las
palabras, pero deja
estar
las cosas; mira
con
qué facilidad
encuentran
refugio
detrás
de una piedra; mira
con
qué facilidad
se
deslizan dentro
de
tu oído y susurran
a
la muerte que se vaya
De Alfabeto (Sexto Piso, 2014)
Traducción de Francisco J. Uriz
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