domingo, 7 de septiembre de 2014

Gary Snyder - La llamada de la tierra


LA LLAMADA DE LA TIERRA

El pesado viejo en su cama por la noche
oye el canto del Coyote
                        en la llanura.
Todos los años que trabajó en el rancho, en la mina y en el bosque.
Católico.
Nativo de California.
            Y los Coyotes aúllan en su
octogésimo año.
Llamará al Trampero Oficial
del Gobierno
que utiliza trampas de acero para los Coyotes,
mañana.
Mis hijos perderán esta
música que acaban de empezar
a amar.

*

Los que fueron de ácido de las ciudades
convertidos en Guru o Swami,
hacen penitencia con brillantes
ojos aturdidos, y dejan de comer carne.
En los bosques de Norte América,
la tierra del Coyote y del Águila,
sueñan con la India, en
las por siempre benditas alturas asexuales.
Y duermen en cúpulas
geodésicas calentadas con aceite,
pegadas al bosque como verrugas.

Y el canto del Coyote
            es enmudecido
            porque temen
            la llamada
            de la tierra.

Y vendieron sus cedros vírgenes,
            los árboles más altos en millas alrededor,
a un leñador
que les dijo,

“los árboles están llenos de bichos”.

*

Finalmente el Gobierno decidió
hacer la guerra          completa. La Derrota
            es Anti-Americana.
Y fueron al aire,
sus mujeres junto a ellos
            con exagerados peinados
            poniendo esmalte de uñas en los
 botones del cañón pistoleril.
Y nunca volvieron,
            porque encontraron,
 que la tierra
es pro-Comunista. Y sucia.
Y los insectos están con el Viet Cong

Por eso bombardean y bombardean
días tras día, a través del planeta
            cegando gorriones
rompiendo los tímpanos de los búhos
astillando troncos de cerezos
enroscando y rizando
con entrañas de ciervos
las rocas quebradizas, polvorientas.

Todos estos americanos en ciudades especiales en el cielo
depositando venenos y explosivos
a través de Asia primero,
y después Norte América,

una guerra contra la tierra.
Cuando esté hecha, no habrá
            sitio

para que se esconda un Coyote.


                                               envío

                                   Me gustaría decir que
                                   el Coyote está para siempre
                                   en tu interior.

                                   Pero no es verdad.


Tomado de El poeta y su trabajo. Número 8.
Traducción de José Luis Regojo

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