lunes, 10 de agosto de 2015

Cuatro poemas breves de Wisława Szymborska


LAS TRES PALABRAS MÁS EXTRAÑAS

Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al pasado.

Cuando pronuncio la palabra Silencio
lo destruyo.

Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna existencia.



VIETNAM

Mujer, ¿cómo te llamas? –No sé.
¿Cuándo naciste, de dónde eres? –No sé.
¿Por qué cavaste esta madriguera? –No sé.
¿Desde cuándo te escondes? –No sé.
¿Por qué me mordiste el dedo cordial? –No sé.
¿Sabes que no te vamos a hacer nada? –No sé.
¿A favor de quién estás? –No sé.
Estamos en guerra, tienes que elegir. –No sé.
¿Existe todavía tu aldea? –No sé.
¿Éstos son tus hijos? –Sí.



EPITAFIO

Aquí yace, como la coma anticuada
la autora de algunos versos. Descanso eterno
tuvo a bien darle la tierra, a pesar de que la muerta
con los grupos literarios no se hablaba.
Aunque tampoco en su tumba encontró nada
mejor que una lechuza, jacintos y este treno.
Transeúnte, quita a tu electrónico cerebro la cubierta
y piensa un poco en el destino de Wisława.



LA MANO

Veintisiete huesos,
treinta y cinco músculos,
unas dos mil células nerviosas
en cada una de las yemas de nuestros cinco dedos.
Es absolutamente suficiente
para escribir Mein Kampf
o Winnie the Pooh.


De Poesía no completa (FCE, 2002) y Hasta aquí (Bartleby, 2014)
Traducciones de Gerardo Beltrán y Abel Murcia


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