LO QUE EL DIRECTOR LE DIJO A TOM
¿Poesía? Es un pasatiempo.
A mí me gustan los trenecitos eléctricos.
El Señor Shaw alimenta pichones.
Eso no es trabajo. No sudas.
Nadie paga por eso.
Podrías, por ejemplo, anunciar
jabón.
Arte es la ópera, o cantar
Nancy estaba en el coro.
Pero pedir doce libras a la semana
—estás casado, ¿no es así?—
es para los obstinados.
¿Cómo podrías mirar a los ojos
a un chofer de autobús
si tu sueldo es de doce libras?
Además, ¿quién puede decir que eso que haces es poesía?
Mi hijo de diez años
puede hacerlo y rimar.
Yo gano tres mil y gasto mucho,
tengo coche, vouchers
pero soy un contador.
Ellos hacen lo que les digo,
en mi empresa.
¿Tú qué haces?
Sucias palabritas, sucias palabrotas,
eso no es saludable.
Me dan ganas de lavarme las manos cuando conozco a un poeta.
Ellos son rojillos, drogadictos,
delincuentes.
Lo que escribes está podrido.
El Sr. Hines también lo dice, y eso que él es maestro de
escuela,
lo que quiere decir que sí sabe.
Anda, vete y encuentra un trabajo.
Basil Bunting
Versión de Sergio Briceño González.
Tomado de Parque
Nandino, No. 2
LOS PAREDONES DE PRIMAVERA
No enseñaré a mi hijo a trabajar la tierra
ni a oler la espiga
ni a cantar himnos.
Sabrá que no hay arroyos cristalino s
ni agua clara que beber.
Su mundo será de aguaceros infernales
y planicies oscuras.
De gritos y gemidos.
De sequedad en los ojos y la garganta.
De martirizad os cuerpos que ya no podrán verlo ni oírlo.
Sabrá que no es bueno oír las voces de quienes exaltan el color del cielo.
Lo llevaré a Hiroshima. A Seveso. A Dachau.
Su piel caerá pedazo a pedazo frente al horror
y escuchará con pena el pájaro que canta,
la risa de los soldados
los escuadrone s de la muerte
los paredones en primavera.
Tendrá la memoria que no tuvimos
y creerá en la violencia
de los que no creen en nada.
ni a oler la espiga
ni a cantar himnos.
Sabrá que no hay arroyos cristalino
ni agua clara que beber.
Su mundo será de aguaceros infernales
y planicies oscuras.
De gritos y gemidos.
De sequedad en los ojos y la garganta.
De martirizad
Sabrá que no es bueno oír las voces de quienes exaltan el color del cielo.
Lo llevaré a Hiroshima. A Seveso. A Dachau.
Su piel caerá pedazo a pedazo frente al horror
y escuchará con pena el pájaro que canta,
la risa de los soldados
los escuadrone
los paredones en primavera.
Tendrá la memoria que no tuvimos
y creerá en la violencia
de los que no creen en nada.
Miyó Vestrini
Tomado de Cuaderno Salmón, No. 2
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