LA PLANTILLA
siempre estuvo allí, su
existencia difícilmente
puesta en duda o en tela de
juicio. Los poetas futuros
la evitarían, igual que
nosotros. Un enrejado imaginario
dentro del bosque
desaparecía. Aquí era donde la vieja pandilla
solía reunirse para contarse
historias. Era
igual que el amazonas, pero
en una escala mucho más pequeña.
Más tarde, cuando algunos de
nosotros salimos en tropel al mundo
y pudimos hacer
comparaciones, pareció justificado el barullo.
No había dos poetas que
estuvieran de acuerdo alguna vez, y eso nos divertía.
Nos parecía bien la oscuridad
coagulada que llegaba todos los días.
EL INTERÉS DEL AMOR
Pudimos verlo venir desde
siempre,
luego sencillamente estuvo
aquí, paralelo
al caminar del día. Para
entonces éramos nosotros
los desaparecidos en el túnel
de un libro.
Al levantarnos entrada la
noche, nos sumamos a la corriente
de las noticias de la mañana.
¿Por qué no? A diferencia de otros
nada tenemos que pedir
ni que pedir prestado. Tan
sólo somos piezas de geometría tridimensional:
cilindros o romboides. Cierta
satisfacción
se nos ha dado. Claro que
seguimos volviendo
a buscar más: es parte del
aspecto “humano”
del desfile. Y existen
regiones más oscuras
anotadas que alguna vez
deberíamos explorar.
Por el momento basta con que
este día acabe.
Trajo su cargamento de
frescura, lo descargó
y se marchó. Con respecto a
nosotros, aquí seguimos, ¿no?
De Por dónde vagaré (Lumen, 2010)
Traducción de Daniel Aguirre
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