martes, 25 de julio de 2023

Cinco poemas de Cecilia Pavón

 


LA CRÍTICA DE ARTE

Una vez conocí a un crítico de arte que no podía amar,

solamente decir si una obra de arte era buena o mala.

Aunque en eso también se equivocaba porque al faltarle la fe principal de todas, la llama que mueve el mundo y todas las cosas, siempre elegía obras intrascendentes.

Obras nacidas de la indiferencia y no de la empatía.

Él afirmaba que a las obras de arte no les importaba el mundo, y siempre citaba a un artista conceptual

que había enterrado una escultura para que nadie la viera.

Yo, por mi parte, no iba a museos hacía años, porque la pintura me había dejado de emocionar.

Un día que nos encontramos a tomar un café, le dije:

“Yo creo en el amor, la fe principal de todas, la que mueve el mundo y todas las cosas”.

Pero apenas terminé de pronunciar la frase me di cuenta de que mi corazón estaba helado

y mis ojos eran dos rocas enterradas para siempre en el mar. 

 


 

Porque la poesía tiene que ver con la soledad

quiero estar

perdida para siempre en la moda

recorriendo las casas de ropa que todavía

quedan abiertas.

Podría estar horas acá

sin hablar con nadie

mirando cada vestido,

cada remera en

liquidación

sin importarme que pasen

las horas o los años;

siempre esa misma euforia

(como de color magenta)

de mirar y mirar prendas e imaginarme

una vida distinta con cada

cartera, con cada par de zapatos, con cada pantalón.

 

 


VI

 

Vi en una vidriera un juego de ponche de cristal:

consistía en una gran fuente y doce tacitas colgadas alrededor.

Pensé en una fiesta con mis amigos de toda la vida

donde bebiéramos un ponche hecho de lava y agua

pensé en convivir yo sola con la ponchera en un departamento

de veinte metros cuadrados

hacer ponche de hielo y hierbas todos los días

para fantasmas, para personas que nunca vendrán.

 

 


TE MANDO UN MENSAJE DICIENDO QUE TENGO MIEDO

 

¿Pero qué importa?

¿A quién le importa que yo tenga miedo?

Hoy fui a la pileta con mi hijo y pensé:

El dolor es privado.

Miraba a un padre sumergirse en el agua con su hijo,

le sostenía por la espalda para que flotara.

Pero el otro día vi también un post en facebook de un chico

trans brasileiro que decía que el dolor era social.

Y me acordé también de un texto de Eileen Myles

que decía algo sobre compartir el dolor

con extraños en una panadería;

no lo podría citar de memoria.

Como sea,

tengo miedo de encontrarme con mi ex.

Cada vez que nos dice que nos encontremos

tengo miedo y me resulta traumático.

Me acuerdo que siempre quería ahorcarme

y pegarme para tener sexo

y eso empezó al final de la relación

y es un gran misterio

porque él empezó a querer hacer esas cosas.

Supongo que fue porque descubrió algo de sí mismo

que antes no sabía

y yo ya no quise estar ahí para que él desarrollara

esa parte de su espíritu.

Justo me mandaste un poema que habla sobre el agua.

Es febrero en Buenos Aires y me inscribí en una pileta

para obligarlo a mi hijo a salir por un rato de

su mundo de animés, por otro lado

también me pregunto:

¿qué tendría de malo vivir mirando animés?

Yo vivo pensando en escribir poemas,

¿cuál es la diferencia?

Ahora nado y pienso en el desamor.

Ayer salí rápido del agua, me sequé

y busqué mi celular para escribir todo con mayúscula:

El desamor es mi gran estrategia.

 



TRENZA

 

Y pensé que mi día es como una larga trenza de pelo negro y sedoso

y dentro de esa larga trenza está este libro en el que caen las palabras

un día tengo fe

y un día pierdo la fe

un día tengo fe

y un día pierdo la fe

y en el día se trenzan la fe y la falta de fe

la fe y la falta de fe

la fe y la falta de fe

 


De Diario de una persona inventada. Poesía reunida 2001-2023 (Blatt & Ríos, 2023)