martes, 21 de julio de 2020
Eliot Weinberger - Changs
lunes, 20 de julio de 2020
Roque Larraquy - Informes sobre ectoplasma animal
Mono Albino
Montevideo, 1940
El 31 de diciembre de 1939 un mono
albino escapa de un barco amarrado en el puerto de Montevideo. Por la marcas en
sus manos, y por su habilidad para romper la cerradura de una puerta de la
iglesia y subir al campanario donde se refugia, los vecinos deducen que es un
animal amaestrado.
A la hora del nuevo año el párroco acciona la campana con su peso,
ignorando que el mono cuelga del carillón. 1940 comien.za con el sonido de un
cráneo roto. Desde entonces el espectro del mono reaparece periódicamente como
una mancha nocturna.
Para conseguir su imagen se sigue el procedimiento habitual: series de veintidós
ectografías por segundo disparadas en automático, con el ectografista en puntas
de pie sobre una placa de cesio en frío. Se obtienen seis segundos de
giroscopio en los que el mono camina erguido como un ser humano.
Viñedo
General Alvear, Mendoza, 1947
El
ectografista Martín Rubens recorre un viñedo de noche, sin linterna; sabe que
los lugares abiertos suelen ser ricos en espectros animales. Un perro etérico,
pequeño, asoma a sus pies. Rubens casi tropieza con él; trata de no pisarlo, pero
no es posible porque el perro literalmente le brota de la pierna.
Sentir algo ajeno en su cuerpo produce en
Rubens la necesidad de huir. La obedece. De todos modos realiza más de cien tomas
en automático a lo largo del recorrido. En giroscopio se obtienen cinco
segundos en los que el perro dirige la huida de ambos como si el miedo le fuera
propio y siempre hubiera sido un pie.
Cardumen
Buenos Aires, 1947
El
horizonte de la pampa es plano porque imita la superficie del mar que lo cubrió
durante millones de años. Al irse, el agua deja un tendal de muerte marina que
sirve de alimento a los animales de tierra. Cuando llegan los hombres no
construyen casas en piedra, porque creen que el mar volverá tarde o temprano.
Estos hombres son borrados por otros que hacen la ciudad. Crece el entusiasmo vertical.
El edificio Alas (ex Atlas, Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos
Sindicalizados S.A.), a cargo
de la Secretaría de Aeronáutica, se inaugura en 1957 como el más alto de
Buenos Aires. Tiene la mejor vista del Río de la Plata, que en su
extensión también parece un mar.
A fines de ese mismo año los empleados
declaran dificultades para respirar en los ascensores. La empresa Electra limita
de doce a ocho personas la capacidad de carga. Sin solución a la falta de aire,
algunos empleados comienzan a subir los cuarenta pisos por escalera. El 2 de
noviembre la secretaria Norma Oliden se rompe una pierna; los testigos del
accidente quedan fascinados por la lentitud de su caída y nadie atina a
sujetarla.
En las oficinas se ven peces momentáneos.
El 8 de noviembre Julio Heiss registra la imagen de un contador huyendo del
edificio con un erizo de mar clavado en la rodilla.
Heiss cree (Rubens lo descalifica
duramente) que el caso no corresponde a la aparición del ectoplasma múltiple de
un cardumen, sino al eco espectral de un océano completo.
Saki
Buenos
Aires, 1953
Sobre
este caso existe un informe más extenso que cumple con los requisitos del
Nomenclador; esta es la versión que Martín Rubens escribió para su hijo:
Libre del celo, un gato castrado se vuelve ocioso y aprende a pensar. La puja territorial de los reproductores le provoca indiferencia. También lo que ocurre fuera de los límites de su departamento. Mientras vive, Saki prefiere tirarse sobre el escritorio, mirar a su dueño que escribe y mantenerse cerca de la música. Intercambia sonidos con una gata que duerme en el jardín del edificio, pero no sale a su encuentro. Envejece y muere sin verla.
Por la noche el espectro de Saki mira sin nostalgia la ventana de su hogar perdido. La mira desde el jardín, subido a un árbol del cual ya no baja, titilando entre los 2 y 6 watts. El brillo encandila a la gata, la estimula a seducirlo; él la ignora. Quiere sentir el frío de estar muerto al aire libre. Podría proyectarse en otro sitio en cualquier momento, pero el mundo es demasiado grande para su curiosidad.
Caballos invertidos
Tornquist, 1940
Los cuerpos etéricos se manifiestan enteros o por
partes, pero por lo general se atienen al formato y las proporciones de este
mundo. Los escorpiones no adquieren, en su experiencia post mortem, el tamaño
de un tractor.
Como
documento excepcional, la Colección Solpe conserva una serie de ectografías de
una planicie donde, por falla de calibración óptica entre sectores de éter, los
espectros aparecen invertidos. Son caballos en fulgor de 3 a 5 watts cuyas
patas asoman desde el suelo: en giroscopio se las puede ver practicando pasos
de carrera.
De Informe sobre ectoplasma animal (Eterna Cadencia, 2014)