lunes, 30 de julio de 2018

Denise Levertov - Un testamento y una posdata


Creo que los poetas son instrumentos tocados por el poder de la poesía.

     Pero también son hacedores, artesanos; al vidente le es dado ver, pero luego su responsabilidad es comunicar lo que ve a aquellos que no ven ya que somos “miembros unos de otros”.

     Creo que cada espacio y cada coma son partes vivas del poema y tienen una función, del mismo modo que cada músculo y cada poro del cuerpo realizan una función. La manera como se dividen los versos es una función esencial para la vida del poema.

     Creo que el contenido determina la forma; no obstante, ese contenido sólo se descubre en la forma. Como todo lo que vive, es un misterio. La revelación de la forma en sí misma puede significar una alegría profunda; pero pienso que la forma como medio no debería nunca interponerse, ya sea por intención o por descuido, entre el lector y la fuerza esencial del poema; debe fundirse por completo con esa fuerza.

     No creo que concierna a la poesía la imitación violenta de los horrores de nuestro tiempo. Los horrores se dan por supuestos. El desorden es lo común. En general la gente se pone a la altura de las circunstancias, la piel se endurece. Yo deseo poemas portadores de una armonía interior en total contraste con el caos del medio del cual viven. En tanto la poesía tenga una función social, esta consistirá en despertar a los que duermen usando otros medios que no sean la conmoción.

     Considero que Robert Duncan y Robert Creeley son los poetas más importantes entre mis contemporáneos.


*


Esta declaración, escrita en 1959 para la antología de Donald M. Allen, The new american poetry, ha dado lugar —con razón— a malentendidos, y desde hace mucho quería encontrar una oportunidad para corregirla.

     Después de leer aquellos poemas míos de los últimos años que tienen que ver con la guerra y la resistencia, la gente me pregunta a menudo en qué momento “cambié mis puntos de vista con relación al alcance de la poesía” y cosas por el estilo. No he cambiado mis puntos de vista, pero no logré aclararlo, especialmente en el párrafo que comienza diciendo: “No creo que concierna a la poesía una imitación violenta, etc.” Todos supusieron —y no los culpo, por el contrario, admito la oscuridad de la expresión— que me refería al contenido, cuando en realidad hablaba de la forma.

     En esa época reaccionaba con irritación ante la obra de algunos poetas llena de errores de ortografía, un ejemplo sería el “Frist Poem” (sic) de Peter Orlovsky; contra las loas dirigidas a los poemas de Jack Kerouac (me sacudía su prosa, pero pensaba —y aún lo pienso— que sus poemas son inferiores); y contra la publicación entusiasta, que tenía lugar entonces, de cualquier cosa que garabatease algún mal imitador de Allen Ginsberg. Siempre he admirado intensamente la poesía de Allen, con frecuencia he hecho esto público y lo he defendido de sus detractores con firmeza; pero no me gustaba esa basura inconsistente que parecía surgir de todas partes en 1959. No sé si, viéndolo retrospectivamente, aquello era peor que la basura prolija que he visto desde entonces… Al menos a veces era divertida y vivaz, lo cual es más de lo que puede decirse de la escuela de la Facultad del Medio Oeste. Sea como fuese, sentía que escribir “vomitándolo todo” era algo totalmente ajeno a mi ideal del poeta, que simultáneamente es “hacedor” e “instrumento”, y de la poesía (no de los poetas) como un poder, como algo mantenido en sagrada custodia.

     Nuestro periodo histórico fue (es) violento y lleno de horrores, pero nunca, ni por un momento, lo consideré “no poético”, ni que no fuera la misión de la poesía hablar de él, aunque entonces yo misma apenas si había comenzado a hacerlo. Pero los poemas contra los que reaccionaba tampoco trataban estos temas: parecían simplemente, por su falta de forma, por su ausencia de cuidado del lenguaje, de profundidad, de precisión, estar imitando el caos circundante. Los mejores poemas de los últimos años sobre el caos no habían sido escritos —a excepción de Howl—; pienso, por ejemplo, en Passages de Duncan, en Book of nightmares de Galway Kinnell, en algunos de los últimos poemas de Robert Bly en los poemas de LeRoi Jones sobre la ira de los negros; y todos, incluso Howl, están intrincadamente estructurados, mas no son caóticos. La fuerza está ahí, y también el horror, pero están allí precisamente porque son obras de arte, y no escupitajos autocomplacientes. Poseen la “armonía interior” que contrasta con la confusión que los rodea.

    La otra afirmación equívoca en mi declaración de 1959 dice: “En tanto la poesía tenga una función social, está será despertar a los que duermen usando otro medio que no sea la conmoción.” Nuevamente hablaba aquí de forma, no de contenido. Hay versos en mis propios poemas —por ejemplo en el poema llamado ”Life at war“— que han provocado que la gente me diga: “¡Es una conmoción!“; también me han dicho que el poema sirvió para despertarlos de su apatía. Pero creo que este poema tiene una estructura firme. La clase de “conmoción” que rechazaba consistía, por ejemplo, en el uso de mayúsculas, vociferantes, a modo de encabezados, allí donde sentía que un poema bien construido conferiría a la voz un énfasis necesario sin necesidad de usar, salvo en muy raras ocasiones, tipos de imprenta desmesurados. También por conmoción entendía la invención de imágenes sádicas (¡como si se tratara de competir!) cuando la vida misma ya presentaba tantos ejemplos reales de dolor y crueldad. Estas son cuestiones de arte y oficio, no restricciones sobre lo apto de un tema.

     Aunque no lo pensé o escribí con suficiente claridad, estaba deplorando la conmoción como un fin en sí mismo, al tiempo que consideraba el acto de “despertar a los que duermen” como una meta (no como la meta) adecuada para la poesía. Aún hoy sostendría la idea de que la función social de la poesía es dicho acto; pero más que detenerme a indagar si tiene o no una función social daría por sentado que sí la tiene y a la vez diría que dicha función no es la meta primordial. El poema tiene un efecto social de algún tipo, quiéralo o no el poeta. Tiene una energía “cinética” que pone en movimiento (si realmente es un poema y no un simulacro de poema) elementos que de otro modo quedarían en el lector estancados. Ese movimiento, por pequeño que sea, esa puesta en juego de un elemento que de otra manera permanecería dormido o estancado, no puede carecer de importancia si uno concibe al ser humano como una unidad en las que todas las partes están tan relacionadas que ninguna cumple plenamente su función a menos que todas estén activas.    


De El paisaje interior (Universidad Autónoma de Tlaxcala, 1990)
Traducción de Patricia Gola

Tres poemas de Sharon Olds



FUERA DEL QUIRÓFANO DEL DOCTOR-DE-CAMBIO-DE-SEXO

Una bandeja de penes fuera del quirófano del doctor-de-cambio-de-sexo.
     No hay sangre. No es Vietnam, Chile, Buchenwald. Se extrajeron quirúrgicamente bajo anestesia. Se encuentran allí, en orden, cada uno en su pequeño espacio circundante.
     El efecto de la anestesia se está acabando. En la bandeja de plata, sexos amputados.
     Uno dice Soy un arma arrojada al suelo. No más asesinatos.
     Otro dice Soy un pulgar que se perdió en la trilladora. Paja brillante en el aire. Nunca más tendré que trabajar.
     El tercero dice Soy la membrana arrancada de sus ojos. Ahora él puede ver.
     En cuarto dice Quiero ser pintado por Géricault, un bodegón con un busto de Apolo, un paño de terciopelo morado y una viña con hojas de hiedra.
     El quinto dice Yo era un perrito muy sucio, sabía que él me quitaría de en medio.
     El sexto dice Estoy salvado. Nadie puede hacerme daño ahora.
     Solo uno de ellos es infeliz. Permanece allí y llora con pena terrible al grito de ¡Padre!, ¡Padre!



LA SOLUCIÓN

Finalmente controlaron el problema de los solteros, lo convirtieron en científico. Abrieron enormes Centros de Sexo, puedes ir y decir lo que quieres y con toda tranquilidad te encuentran alguien que quiera eso mismo. Permaneces bajo un cartel que dice Me gustan que me acaricien y me abracen y cuando alguien viene y permanece bajo el cartel de Me gusta acariciar y abrazar los colocan juntos.
     Al principio fue todo bien. Hubo un flujo constante de personas bajo el cartel Me Gusta Hacer Daño emparejadas con un flujo constante de personas con el cartel Me Gusta Que Me Hagan Daño. Solo Preliminares / Orgasmo No encontró a sus seguidores y Solo Orgasmo / Preliminares No encontró a sus creyentes. Un policía leal de Berkeley (California) permaneció bajo el cartel Adultos Casados, Luces Apagadas, Cara a Cara, Bajo las Sábanas porque esa era la única forma legal de hacerlo en Berkeley; se quedó allí un montón de tiempo en su solitario uniforme azul. Y el hombre bajo el cartel Me Gusta Que Me Canten y Me Amasen Pan Sobre La Panza lleva tres semanas sin respuesta alguna.
     Las cosas comenzaron a enrarecerse. Los Amor Solo / Sexo No estaban bien; Los Sexo Solo / Amor No estaban bien, una pareja tras otra caminan juntos como animalitos de madera metidos en el arca de un niño, pero la cola para la talla 38D o Más Grandes se estaba descontrolando e insultaban a la cola de 20 Centímetros o Más, y estaban apareciendo carteles aislados que se esparcían por todas partes, Profesor Jubilado y Periquito / Cuero No; Un Cuarto / Sin baño / Vistas a Fábrica de Salchichas.
     El estruendo se levantó en la enorme sala. La cola del cartel Quiero Que Me Cojan A Lo Bruto era tan larga que tuvieron que llevar baños móviles y un cura llegó para las defunciones, nacimientos y matrimonios de la cola. Donde estaba el cartel Quiero Coger a Lo Bruto, no había nada, solo un montón de armas. Un griterío descomunal llenó el enorme gimnasio. Cada vez más personas se cambiaban al cartel Quiero Que me Cojan a Lo Bruto. La cola serpenteaba alrededor del gimnasio, el estadio, la ciudad entera, se adentraba en el campo. Cada vez más personas se unían a ella, hasta que Quiero Que Me Cojan a Lo Bruto se extendió por todo el país en un cinturón enorme y anchísimo como la Vía Láctea y como tenían que ponerle un nombre, le pusieron un nombre y lo llamaron el Modo de Vida Americano.



VUELVO A MAYO DE 1937

Los veo en pie, en la puerta principal de sus universidades,
veo a mi padre saliendo
bajo el arco de arenisca ocre, los
baldosines rojos brillando como
placas de sangre dobladas detrás de su cabeza, veo
a mi madre con unos cuentos libros ligeros junto a la cadera
en pie ante una columna  hecha de ladrillos diminutos,
la puerta de hierro forjado está todavía abierta detrás de ella, las
puntas de flecha brillan en el aire de mayo,
están a punto de graduarse, están a punto de casarse,
son unos niños, son tontos, todo lo que saben es que son
inocentes, jamás harían daño a nadie.
Quiero alcanzarlos y decirles, Alto,
no lo hagan; ella no es la mujer adecuada,
él no es el hombre adecuado, van a hacer cosas
que no se podrían imaginar que harían,
van a hacer cosas terribles a los niños,
van a sufrir de maneras completamente desconocidas,
van a querer morir. Quiero llegar
hasta allí con esta luz de finales de mayo y decírselo,
la cara bonita y hambrienta de mi madre volviéndose hacia mí,
su lastimoso cuerpo precioso y puro,
la cara arrogante y bella de mi padre volviéndose hacia mí,
su lastimoso cuerpo precioso y puro,
pero no lo hago. Quiero vivir. Los
alzo como muñecos de papel
macho y hembra  y los junto
por las caderas, como pedacitos de sílex, como si
fueran a salir chispas de ellos y digo
Adelante, háganlo, que yo lo contaré.



De La célula de oro (Bartleby, 2017)
Traducción de Óscar Curieses

miércoles, 18 de julio de 2018

Alexander Theroux - Los colores primarios (fragmentos)



Las madres iraníes cosen abalorios azules en todas las prendas de los niños, para repeler a los espíritus malos que podrían ponerlos en peligro.


Existe el oro azul, que contiene según consta un setenta y cinco por ciento de oro y un veinticinco por ciento de hierro.


Jack Benny organizó una vez un concurso radial para ver quien podía describir mejor el azul de sus ojos. La papeleta elegida como ganadora decía: "Tan azul como el pulgar de un autoestopista ártico".


Las trufas, durante el inicio de la descomposición, adquieren una tonalidad azulada.


La práctica de pintar de azul las casas de las vírgenes que están a punto de casarse persiste aún en las costumbres populares polacas.


En la Biblia, aunque hay más de cuatrocientas referencias al cielo o al paraíso, el color azul no se menciona ni una sola 
vez.


A los bebés que lloran los calma más fácilmente una luz azul que una roja. La luz azul retarda la frecuencia cardiaca y disminuye la presión sanguínea, mientras que la luz roja tiene el efecto opuesto, acelera el pulso y aumenta la presión de la sangre. 


La palabra islandesa para azul (bla-r) denota todos los matices de azul y de negro, y puede describir el color de un cielo claro, un puñado de carbón o el brillo de un cuervo.


Hitler tenía ojos azules.


*


Una inquietante niebla amarilla, increíblemente polvorosa e impregnada de arena, envolvió Basilea, Suiza, en mayo de 1937, azuzada a través de los Alpes desde el desierto del Sahara, según las presunciones de los científicos, luego de una tormenta feroz.


Los osos polares del mar de Beaufort, en el océano Ártico, que posan como monarcas sobre témpanos de hielo, a menudo están manchados de un oro pálido —civigniq (amarillo) en lengua yupik— por el aceite de las focas que han matado.


En la Francia del siglo X, las puertas de los criminales, felones y traidores eran pintadas de amarillo, y en la España medieval, el amarillo como parte del atuendo del verdugo representaba la traición de la víctima acusada.


En el cohete V1 o Bomba Volante —el vergeltungswaffe eines (o Arma de Represalia No.1)— de Hitler, la cabeza, que contenía cerca de una tonelada de potentes explosivos, era amarilla.


El amarillo de cromo puede ser visto a mayor distancia que cualquier otro color sobre la tierra. 


El amarillo es el color chino para la realeza. Durante la dinastía Ch'ing (1644-1911), sólo el emperador podía vestir de amarillo.


¿Algunas curas estrafalarias de la ictericia? Arañas amarillas amasadas en manteca en Inglaterra; nabos, monedas de oro y azafrán en Alemania; abalorios de oro en Rusia.


La goethita, un óxido de hierro bautizado así por el poeta alemán, Goethe, que era un estudioso y coleccionista de minerales, es también amarilla.

Los soldados japoneses ultimados con lanzallamas en Iwo Jima, Okinawa, Leyte, Saipán, etcétera, al quemarse no quedaron negros, sino abrasados de un atroz amarillo brillante.


*


El rojo es el más audaz de todos los colores. Representa la caridad y el sacrificio, el infierno, el amor, la juventud, el fervor, la vanagloria, el pecado y la expiación. Es el color más popular, particularmente entre las mujeres. Es el primer color del recién nacido y el último que se ve en el lecho de muerte.


Según la leyenda, el pecho del petirrojo se tiñó de rojo al picotear una espina de Cristo en su camino hacia el Calvario.


El tipo de sangre más raro en todo el mundo es la del tipo Bombay subtipo A-h. hasta el momento descubierta solamente en una enfermera checoslovaca en 1961 y en un hermano y una hermana de Nueva Jersey en 1968.


Después de muchas y extenuantes rutinas con Fred Astaire, los zapatos de Ginger Rogers solían quedar llenos de sangre.


En los barcos de la armada británica en el siglo XVIII, las cubiertas estaban pintadas de rojo, para que si la sangre se esparcía sobre ellas los marinos británicos no se acobardaran.


El echarpe chino que Isadora Duncan vestía y que se enredó en la rueda de su Bugatti, estrangulándola instantáneamente, era rojo.


En tiempos antiguos, especialmente en la sumeria matriarcal o, digamos, en caldea, se creyó alguna vez que las misteriosas lluvias rojas que la prensa mundial todavía reporta periódicamente como “lluvias de sangre” eran la mismísima sangre menstrual de la diosa luna.


Antares, el ojo de Escorpio, una supergigante roja veintisiete millones de veces más grande que el sol, es la más roja de todas las estrellas de primera magnitud.


La pika, el relámpago cegador de luz atómica del 6 de agosto de 1945 en Hiroshima, más brillante que mil soles, con su calor abrasador de 300 000 grados centígrados en el hipocentro, era roja.


De Los colores primarios (La bestia equilátera, 2013)
Traducción de Ariel Dilon