sábado, 26 de julio de 2014

Cuatro poemas de Tu Fu

AMANECER EN LAS MONTAÑAS

La ciudad está en silencio,
lejos se escucha el drenar de un desagüe.
Las construcciones se desvanecen
en la claridad del amanecer.
La fría luz solar baja desde los picos más altos,
el polvo espeso de la noche
se adhiere a las colinas,
la tierra se abre,
los botes del río se ven borrosos,
el cielo detenido,
el sonido de las hojas cayendo.
Una enorme coneja perdida
llega hasta la puerta del jardín
buscando a sus compañeros.


OTRA PRIMAVERA

Pájaros blancos sobre el río gris.
Flores rojas sobre las lomas verdes.
Miro pasar la primavera y me pregunto
si algún día podré volver a casa.


Visita a Tsan, abad de Ta-Yun

Estoy despierto en la penumbra de la lámpara.
El corazón en paz respira el aroma de la dedicación.
Entre las paredes del templo la noche es interminable.
Las campanas del viento dorado se estremecen en la brisa.
La corte se encierra en la profunda
oscuridad de la noche de primavera.
En la tiniebla el estanque cristalino
exhala el perfume de las flores.
La constelación del norte cruza el cielo
cortada por las cúpulas del templo,
donde un fénix de hierro se arquea en el aire.
Cánticos de plegarias llegan flotando desde el salón.
Notas palidescentes de campanas remolinean por mi lecho.
Mañana en la luz del día
caminaré por los campos abonados
y lloraré ante el polvo amarillo de la muerte.


VIAJANDO HACIA EL NORTE

Lechuzas rezongan entre moreras
amarillas. Un ratón de campo se escurre
preparando sus cuevas para el invierno.
Medianoche. Cruzamos un viejo campo de batalla.
La luz de la luna brilla fría sobre los huesos blancos. 


Versiones de Daniel Durand.

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