Jorge Posada, La belleza son los aeropuertos vacíos, Ediciones Liliputienses, España, 2013.
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habitar
un país es llenar de tierra una piscina
con este espléndido verso no
comienza La Belleza son los
aeropuertos vacíos, lo que encontramos es una línea muy extraña que de
inmediato hace pensar en una pareja de psicópatas enamorados que sale a
destruir muñecos de nieve:
Página
anterior: Jorge Posada
estoy convencido de que en ese
verso decasílabo está la clave del libro. No la revelaré; sólo puedo utilizar
las palabras del poeta sueco Lärs Thomasson en su libro de ensayos Poesía y Apocalipsis, “La belleza es
todo el tiempo como un objeto en el oído, por más que intentes alcanzarlo sólo
lograrás que se atasque más y más, e incluso, infligirte dolor. Ante ella sólo
nos queda permanecer inmóviles y esperar que dejemos de ser el centro de su
volátil atención”. Es decir, somos cervatillos que pastan tranquilamente sólo
hasta que la belleza decide arrojar sus perdigones sobre nuestros cuerpos
indefensos. El título, siguiendo a Thomasson, no es más que un engaño. Los
aeropuertos vacíos no pueden ser la belleza, puesto que un aeropuerto vacío es
inofensivo y la belleza casi siempre huele a motosierras.
¿Pero qué tal si el título es
después de todo un gran acierto? Un aeropuerto vacío tiene que ser la belleza,
puesto que la materialización de esa imagen podría ser una de las más grandes
epifanías permitidas por las sociedades contemporáneas: una pequeña fisura en
el tejido viscoso de lo real: una porción de tiempo congelado.
Ambas condiciones, irrealidad e
inmovilidad, son esenciales en la obra de Posada, y reflejan claramente dos sus
influencias más importantes; una es desde luego el Benedetti de Los cerezos
del espacio exterior —tal vez el mejor libro del uruguayo—, con quien
comparte algunos motivos y patrones rítmicos, pero sobre todo la capacidad de
revestir cada atmósfera con una membrana de extrañeza que provee al poema de
cierta consistencia espectral; y la otra, el artista japonés Yahiro Kobayashi,
cuyas series fotográficas de pulpos y calamares vestidos de novia funcionan, al
igual que los textos de La belleza son
los aeropuertos vacíos, como pequeñas bengalas que iluminan brevemente un
objeto o un lugar.
Teniendo en cuenta lo anterior
un poema como el siguiente parece abrirse de pronto ante nosotros:
los domingos busco programas deportivos
me consuela oír alineaciones
que
pronto serán un listado de fantasmas
es claro que el yo lírico mira
el encuentro entre el Club Deportivo Guadalajara y el Boca Juniors, mismo que
terminó 4-0 con victoria para los mexicanos, con goles de Adolfo Bautista y
otros tres jugadores no identificados, todos ellos fantasmas en la actualidad.
¿Pero
por qué el protagonista del poema mira fútbol y no béisbol, tenis o simplemente
sale de la casa para aporrear indigentes? La explicación más certera se
encuentra en otro verso de Posada:
cambiar las piezas
no
mejora un sitio que debería derrumbarse
¿para qué molestarse en mover
un dedo si afuera y adentro serán víctimas del desastre? El poeta sabe, junto
con uno de los grandes pensadores de nuestro tiempo, el parisino Michel
Galassèz, que “navegamos ya en el crucero púrpura del sinsentido”. Después de
siglos y siglos de sistemas filosóficos que pretendían capturarlo todo en una
gran esfera sin grietas, lo viviente se reveló similar a un tumor en el hígado:
algo feo y arbitrario que no sirve para nada.
No obstante, la poesía es bonita.
Los poemas de Jorge Posada son
siempre de una liviandad onírica, o incluso, diazepámica. La sintaxis es clara
y el ritmo un oleaje suave. Un par de trazos ligeros y estas postales vaporosas
fluyen sin hacer demasiado ruido. Un poni. La realidad que los poemas
construyen parece inofensiva o simple en exceso, o incluso un mero recuerdo
nostálgico, sin embargo tarde o temprano muestra su faceta anómala o puntiaguda.
Un pony con colmillos de diez centímetros. Los versos pueden ser el sonido de los columpios después de la
bruma, pero también excavadoras que
destrozan las arterias. Quizás ambas cosas a la vez.
No quisiera dejar de mencionar
ciertas partes del libro sumamente entrañables, por ejemplo cuando el yo lírico se da cuenta que los mejores poemas
en los que participó sólo eran burdos montajes. Cuando sufre a causa de
cálculos renales. Cuando pelea a muerte en una cantina. Cuando su esposa lo
engaña con un enano traficante de crack. Cuando es raptado por zarigüeyas.
La belleza son los aeropuertos vacíos es un libro que cualquier ama de casa desplazada,
cualquier anciano semi-destruido y cualquier joven sin ilusiones debería leer.
En él encontrarán paz espiritual y consejos para ser mejores personas día con
día. Incluso, los otros parecerán
menos detestables y su olor y sus células muertas acumulándose a cada momento
ya no molestarán demasiado.*
Uno de los aspectos más
sorprendentes —y modernos— de la obra es la compra de los derechos de
explotación de un puñado de personajes poco conocidos de la cultura rusa,
eslovena y croata, con los cuales Posada construye algunos de los mejores
textos de la temporada 2012-2013:
sus poemas son malos pero no se desanime
escriba
y escriba quizá algo surja después
arseni regresa a su pueblo
durante décadas mira caballos
y la muerte de esos caballos
por las noches deja que los insectos
invadan la habitación de su mujer
en el poema anterior podemos encontrar un espléndido diálogo
imaginario entre el joven boxeador y aspirante a poeta Arseni Tarkovski y uno
de los grandes líricos del siglo XX: Boris Dragunov. Imaginario porque, a pesar
de que en 1928 ambos hombres efectivamente se encontraron en la casa de campo
de Dragunov —a las afueras de lo que en aquél entonces era Leningrado—, es
imposible saber qué palabras y pensamientos cruzaron por sus cabezas esa tarde.
Poco importa, ya que Posada parece haber estado escondido en algún rincón de la
casa escuchando el final de la plática. Las palabras de Dragunov son un mazazo
sobre la nuca de Arseni y también nos recuerdan que la escritura poética, casi
todo el tiempo, es un ejercicio fallido.
Las palabras de Dragunov son bacterias en el cerebro de Arseni.
Nos recuerdan que el golf es un ejercicio fallido
.
Los palabras son ejercicios fallidos.
Al final de cuentas, es imposible definir si La belleza son los aeropuertos vacíos es un libro acerca de un
mundo en el que todos los aviones han desaparecido misteriosamente y ya nadie
espera en sus salas enormes ni mira durante horas las bandas del equipaje o si se
trata de una apología en código de los casi extintos dirigibles. Lo que
nos queda es abordarlo, en palabras de Posada, “como quien mira un auto
incendiarse”. LEG
*Fragmento pagado por Jorge Posada.
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