De 1953 a 1981, Wisława Szymborska formó parte del consejo de redacción del semanario Życie literackie (Vida literaria). Una de sus labores era redactar respuestas para los lectores que enviaban textos para la revista. La sección en la que aparecían llevó el nombre de "Correo literario".
Halina W., Białystok. Lo que
vamos a decir a continuación suena muy desmoralizador: es usted una persona
demasiado franca y cándida para escribir bien. En las entrañas de un escritor
con talento se arremolinan los más diversos demonios. E incluso si antes o
después de escribir se encuentran adormecidos (o deberían encontrarse
adormecidos), durante la escritura tienen una frenética actividad. Sin su
ayuda, el escritor no podría adentrarse en las complicadas vivencias de sus
personajes. Nada humano me es ajeno: ¡oh, esta sentencia no se puede aplicar a
las vidas de los santos bondadosos! Reciba nuestros más cordiales saludos.
Grażyna, Starachowice. Para usted
la poesía es lo sublime, lo absoluto, la eternidad, el suspiro y el gemido,
todo ello en una concentración tal que supera incluso la de los álbumes de
recuerdos de señoritas de principios de siglo. Con esa grandilocuencia va a ser
difícil conquistar al lector actual. Es más, hasta la persona más cercana y de
confianza, tras oír apenas una frase de esas, mirará a la interlocutora con
pavor y al cabo de unos instantes recordará de pronto que tiene que salir a
hacer un recado muy urgente. ¿Entonces, qué? ¿Nos desabrochamos las alas e
intentamos escribir algo con los pies en la tierra.
M. S., Koszalin. «Me han
criticado por inventarme las historias, porque dicen que debería escribir solo
sobre lo que me ha pasado en la vida. ¿Tienen razón?». No la tienen. Con un
planteamiento tan dogmático habría que condenar a tres cuartas partes de la
literatura mundial. Ningún escritor utiliza únicamente argumentos tomados de su
propia vida. Siempre que puede, echa mano de los ajenos, los mezcla con los
suyos o simplemente se los inventa. Pero para un verdadero artista inventar es
lo mismo que imaginar con una claridad real, e imaginar las cosas con esa claridad
real significa, por su parte, lo mismo que vivirlas personalmente. Es así como
Flaubert pudo declarar que era Emma Bovary. Si se hubiera topado con esos
metomentodo que le niegan el derecho al autor a inventarse el tema, habría
tenido que renunciar a su novela y limitarse a soñar que una Madame Bovary en
persona la escribiera algún día. Y habría sido, naturalmente, una novela
escrita por una notable grafómana. Hasta aquí la teoría. Cuando envíe usted los
relatos anunciados no nos pondremos a investigar el grado de coincidencia con
su currículo, porque no somos una unidad de la policía judicial, sino críticos
literarios.
Zb.-P., Lublin. La poesía siempre
exagera un poquito, pero hay que reconocer que en la actualidad lo hace menos
que en cualquier época anterior. En nuestros días sería impensable la idea de
J. A. Morsztyn[i],
que en el soneto titulado «Los galeotes» comparaba sus tribulaciones amorosas
con el sufrimiento de un esclavo encadenado a una galera y concluía, sin ningún
reparo, que a los galeotes, a pesar de todo, les resultaba más fácil vivir en
este mundo. El soneto está escrito con brillantez, pero no parece que nadie
haya llegado a creerse nunca el dolor de su autor. ¿Qué se desprende de eso? Si
queremos que nos crean, seamos comedidos. «Lloro tu ausencia con lágrimas de
sangre». ¡Por favor, señor Zbigniew!
Heliodor, Przemyśl. Escribe
usted: «Sé que en algunos pasajes los poemas son flojos, pero ¿qué le vamos a
hacer?, ya no pienso corregirlos más». ¿Y por qué, Heliodor? ¿Porque la poesía
es algo demasiado sagrado? ¿O porque es algo demasiado insignificante? Ambas
formas de tratar la poesía son erróneas y, lo que es peor, eximen a los poetas
primerizos de la obligación de trabajar el poema. Es agradable y placentero
decirles a los amigos que el viernes a las 24:45 nos poseyó el espíritu del vate
y empezó a susurrarnos al oído cosas misteriosas con tanta exaltación que
apenas si dábamos abasto para anotar lo que nos dictaba. Incluso grandes poetas
han disfrutado contando esos cuentos a sus sorprendidos amigos. Pero en casa, a
escondidas, corregían afanosamente esos dictados de ultratumba, borraban
partes, los rehacían. Una cosa son los espíritus, pero también la poesía tiene
su lado prosaico.
Marek T., Zakopane. Tienes una
idea errónea de los poetas. Desde que el mundo es mundo, no ha habido ninguno
que cuente las sílabas con los dedos. El poeta nace con oído. Con algo tenía
que nacer, digo yo.
K. K., Bytom. Lamentamos tener
que repetir todo el tiempo: inmaduro, trivial, amorfo… Pero, al fin y al cabo,
no se trata de una sección para premios Nobel, sino para los que tendrán que
esperar todavía un tiempo antes de encargar un frac y viajar a Estocolmo. Nos
apena que considere usted el verso libre como una liberación de todo tipo de
reglas. Escribe usted frases sueltas que corta como le viene en gana y coloca
algunas palabras a la derecha, y después otras a la izquierda. La poesía
(independientemente de las consideraciones que podamos hacer sobre ella) es, ha
sido y será siempre un juego y no existe un juego sin reglas. Es algo que los
niños saben perfectamente. ¿Por qué lo olvidan los adultos?
K. K. K., Katowice. Un relato
negro que no desmerece en nada de los que se suelen leer en la revista Panorama[ii].
No despreciamos en absoluto ese género, porque es lo único que se puede leer
con una cierta atención en la sala de espera del dentista. Pero la verdadera
literatura empieza realmente cuando los personajes vivos intrigan más que un
misterioso cadáver. Cordiales saludos.
B. K., Radom. A juzgar por la
caligrafía, el autor no es una persona de avanzada edad, es decir, tiene aún
por delante una gran cantidad de benévolo tiempo. Así que, que lea buena poesía
y que la lea bien, siguiendo las infinitas posibilidades de cada palabra
utilizada. Se trata, ni más ni menos, de las mismas palabras que reposan
muertas en los diccionarios o que tienen una vida gris en el habla cotidiana.
¿Cómo es posible que en la poesía brillen con esa luz, como si fueran
completamente nuevas y hubieran sido descubiertas apenas un momento antes por
el poeta? He ahí, como diría Horacio.
A. M., Varsovia. Los gatitos
maúllan, miau, miau, mientras el reloj de pared, tic-tac, tic-tac, y papá y
mamá les dan un beso a los niños antes de ir a dormir, muac, muac… ¿Qué cosita
es? Está más claro que el agua, poemillas infantiles escritos por algunas horrendas
señoras. Desea usted unirse al grupo. No podemos prohibírselo, pero, por lo que
más quiera, tenga usted piedad de nuestros hijos, que no hacen otra cosa que
salir huyendo ante ese tipo de literatura, fiuuu, fiuuu, fiuuu.
Br. U., Varsovia. El poema es a
primera vista ultramoderno, aquí y allá una escalerita, aquí y allá una y
escrita en un verso aparte, y, claro, ninguna coma, ningún punto, algunas
letras en versalita en medio de las palabras (¡una novedad!); pero al leer aparece
en toda su museística melancolía «una granizada de besos» y «una lluvia de
lágrimas» y un «ríete tú, payaso». Todo eso junto es como un Alfa Romeo que no
arranca porque en lugar de gasolina le han llenado el depósito de avena.
P-ł, Sopot. Una de las desgracias
de nuestro siglo es que las distintas generaciones han dejado de hablar entre
sí. Sobre todo la generación nacida ya después de la Segunda Guerra Mundial
tiene la tendencia a encerrarse en sus enclaves, sin mostrar ningún tipo de
interés por nadie que no sea de su quinta. Cualquiera que sea la causa y
cualesquiera que sean las consecuencias para la vida social, hay algo que ya
sabemos: eso no augura nada bueno a la literatura. La falta de curiosidad es
grave para su existencia. Conlleva lo mismo que en la pintura la insensibilidad
al color o en la música la falta de oído. En los relatos que nos envía usted
hay una gran estrechez, un gran agobio y no hay ningún problema. No hay
ventanas hacia el exterior y por lo tanto tampoco perspectiva alguna de que en
algún momento se abran. Francamente mal; un estilo resultón no salva nada en
este caso.
Mił, Brzesko. Las descripciones
de la naturaleza no forman parte de las prestaciones obligatorias de un
escritor. Si no se tienen suficientes palabras frescas para hacer que la
descripción sea interesante, es mejor olvidarse de los destellos de la luna en
el agua. Además, el fragmento de la novela que nos ha enviado trata del robo de
una vaca. En un momento así, ni el ladrón ni la vaca sacada del establo están
como para admirar los encantos de la naturaleza.
A. A., Białystok. Traza usted una
clara frontera entre la belleza y la fealdad, una frontera de lo más tópica:
las mariposas y las golondrinas son bellas y las orugas y los murciélagos son
asquerosos. Los lectores con sensibilidad hacia la naturaleza estarán molestos
y con motivo. Puede usted, faltaría más, loar el atractivo de la rosa, ¿pero
por qué tiene que ser al mismo tiempo a costa de la ortiga, que está muy lejos
de carecer de encanto? ¿Y los monos? Solo parecen feos comparados con aquellas
personas que nos gustan. Porque en comparación con el resto de la gente, salen
bastante bien parados, ¿no? Para nosotros, por ejemplo, los ojos de una babuina
encierran tanta belleza nostálgica como los ojos de Michèle Morgan. Quiere
usted ser poeta, pero no se fija en las cosas.
Grzywa, Zakopane. No queda otra,
joven melenudo, hay que conocer la poesía clásica, aunque solo sea para evitar
trabajar en balde. No vaya a ser que —cosa que puede suceder— escribas
Król-Duch[iii]
y después te siente mal que alguien lo haya escrito antes.
Marek de Varsovia. Tenemos un principio. Todos los poemas sobre la primavera quedan descalificados automáticamente. Es un tema que ha dejado de existir en la poesía. En la vida sigue existiendo, claro. Pero son dos cosas distintas.
L. Ar., Cracovia. Parece ser que
Lev Tolstói se escondía en un armario para escuchar las conversaciones de las
chiquillas de la familia. Le deseamos a usted aunque sea una mínima parte de
esa curiosidad. Porque escribe usted una novela sobre la vida de las
universitarias en una residencia estudiantil y, aunque la trama es ágil y está
bien llevada, las chicas hablan como en una novela de Madame de La Fayette: «Mi
temor es —dice una— que Maciek no sea capaz de comprender los sentimientos que
albergo». «Oh, sí —responde otra—, diríase que en los últimos tiempos se
encuentra algo distraído»
Paulina, Jelenia Góra. Las
fábulas de animales, moraleja incluida, están algo pasadas de moda, pero, en
todo caso, dedicarse a ese género exige originalidad, empezando, por ejemplo,
por el tipo de animales introducidos. Y usted, que si el león, que si el lobo,
que si la oveja. Le rogamos que busque animales que Esopo no tuvo en cuenta.
¿Qué le parecerían, por ejemplo, las bacterias?
El. M. T., Poznań. El poema de
cinco folios titulado «Poeta» no posee valores literarios, pero es un curioso
ejemplo de una leyenda que aún pervive aquí y allá sobre el poeta como amante
de las musas, un poeta que camina sobre pétalos de rosa y nada en las fuentes
de la abundancia. Querida Ela, ¿dónde ha visto usted a alguien así? Mándenos,
por favor, el nombre y la dirección de ese semidiós. Le preguntaremos qué
editorial le paga en oro puro por cada verso, quién no cesa de echarle flores,
y cómo se hace para tener siempre dulces sueños. Porque los poetas a los que conocemos
tienen sueños de todos los colores, de vez en cuando, además, les duelen las
muelas, no siempre llegan a fin de mes y les caracteriza una innata tendencia a
tener una vida no demasiado feliz. Algunos, es cierto, de vez en cuando
disfrutan de alguna que otra cosa, pero tampoco es que sea algo permanente.
Marcus, Limanowa. En la primera
parte del poemilla, una mala mujer le arranca al protagonista su corazón
sangrante y lo arroja a la basura, donde lo devora una rata. En la parte final
el protagonista confiesa a la mala mujer que está dispuesto a perdonarla y que
su corazón sigue latiendo solo por ella. Disponer de un corazón de repuesto es
algo muy poco habitual. Confiamos en que ese caso despierte el interés del
mundo de la ciencia.
Malina Z., Krynica. «¡Cambien lo
que quieran, pero publíquenlos!». Los hemos cambiado a fondo y nos han salido
los Poemas de Lausana de Mickiewicz. Desgraciadamente, ya publicados.
Ludomir, Olsztyn. Por los poemas
que nos envía, hemos llegado a la conclusión de que está usted enamorado.
Alguien dijo que todos los enamorados son poetas. Pero probablemente es una
exageración. Le deseamos todo tipo de éxitos en su vida personal
De Correo literario (Nórdica, 2018)
Traducción de Abel Murcia y Katarzyna Moloniewicz
[i] Poeta
y político polaco (1621-1693).
[ii] Semanario
ilustrado publicado en Silesia desde el año 1954.
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