El
examen electroencefalográfico tiene doce registros que pueden ser mono o
bipolares. Los exámenes captan los estímulos eléctricos de cada una de las
áreas del cerebro; después se sacan conclusiones
En reposo, el ritmo eléctrico del cerebro
es diferente.
Es
necesario creer en la verdad y no crees en la mentira.
Una escritora utiliza esta expresión:
hacerse individual.
Una
persona que en una conversación, de repente, se hace individual, es alguien que
entra en sí mismo, como si cada uno fuese dos y pudiese su segundo sumergirse
en el primero y cerrarse.
Existen momentos en lo que somos seres sociables,
disponibles; y existen momentos en los que nos volvemos individuales.
En el café detestan que lleve libros y los
lea, y que escriba. Aceptan y les gusta aquél que lleva un periódico y lee
durante horas, sentado. Es una cuestión de no sentirse estúpidos, pero son
estúpidos.
En el fondo era sólo para contar la
historia de alguien que tenía que recoger un electroencefalograma en un
laboratorio, pero murió a las dos de la tarde y el examen sólo estuvo listo a
las tres de la tarde. Murió de un ataque que vino de adentro de su cabeza, pero
los médicos tienen otros términos para ello. Y el resultado del examen se quedó
durante años en el laboratorio porque nadie lo recogió y en el laboratorio no
están obligados a distinguir a quien muere de quien se retrasa o se olvida.
Años más tarde, ese examen fue rasgado y
echado a la papelera, sin ni siquiera ser abierto.
El
examen electroencefalográfico, ya lo he dicho al principio, tiene doce
registros, registros que pueden ser mono o bipolares. Los exámenes captan los
estímulos eléctricos de cada una de las áreas del cerebro y después se sacan
conclusiones.
En aquel caso la conclusión era que el
cerebro estaba bien. Tanto en esfuerzo como en reposo. Y doce registros son
siempre doce registros, no es uno solo.
De Agua, perro, caballo, cabeza (Almadía, 2009)
Traducción de Ana M. García Iglesias
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