domingo, 18 de octubre de 2015

David Markson - Punto de fuga (fragmentos)

     

     La leyenda de que, nueve meses después de su muerte, Dante se le apareció a uno de sus hijos en un sueño y le dijo dónde encontrar los últimos trece cantos del Paraíso, que hasta entonces se creía que no había escrito.


     De una de las primeras reseñas de Prokofiev, en el New York Times:
     Hay unos cuantos pasajes, sólo unos cuantos, en los que apenas se reconoce un parecido con lo que hasta ahora se ha considerado música.


     Según confiesa el propio William Butler Yeats, a sus 27 años no había besado todavía a ninguna mujer.


     La mejor obra de arte jamás vista, calificó Karlheinz Stockhousen a la destrucción del World trade center.


     Una mujer llamada Lorna Wilmott, le prestó su departamento en Londres a Dylan Thomas. Y cuando regresó, encontró que Dylan había empeñado su máquina de escribir, su fonógrafo, su platería y su abrigo de piel.


     William Blake, a los 30 años, fue testigo de la muerte por tuberculosis de Robert,  su hermano menor.
     E insistió en que había visto su alma elevarse y atravesar el techo, aplaudiendo de felicidad.


     Leonardo solía asistir a las ejecuciones, con el pretexto de estudiar las contorsiones musculares de los ahorcados.


      En 380 d. C., san Gregorio Niceno, obispo de Constantinopla, ordenó quemar los poemas de Safo.


     En 1073 d. C., el papa Gregorio VII ordenó quemar los poemas de Safo.


     Emily Dickinson dejó 1775 poemas.
     Lo que equivale a poco menos de uno por semana de su vida adulta.


     No perdura nada escrito por la mano de Dante, ningún manuscrito, ningún documento, ni siquiera una firma.


     Como pintado con barro. Horrible. Irremediable. Como los dibujos de los niños en la escuela, como moscas aplastadas entre los dobleces de una hoja de papel. Peor.
     Unos pocos de los comentarios críticos comunes sobre Cézanne poco antes de su muerte.


     Georges Seurat, quien murió a los 31 años.
     Y vendió sólo dos pinturas en su vida.


     Muchos de los poemas de Ronsard fueron musicalizados en vida.
     Sordo desde los 16 años, nunca los escuchó.


     Ouspenski, al comienzo mismo de la primera guerra mundial, notando en camión militar cargado de muletas.
     Para piernas que todavía no se perdían.


     Vaslav Nijinski pasó los últimos treinta y dos años de su vida en un manicomio.
     Treinta y dos.


     Vladimir Mayakovski en Nueva York, en1925:
La mugre es peor que en Minsk.
     Y es increíble lo asqueroso que es Minsk.


     Brahms tenía ojos azules.
     Abraham Lincoln también.


     Y Hitler.


     Pintando en la corte del sultán Muhammad II, en Constantinopla, Gentile Bellini improvisó una cabeza muy austera de Juan el Bautista.
     El sultán la consideró poco realista y, de pronto, decapitó a un esclavo que pasaba, para ayudar a Bellini con el modelo de su obra.


     Goethe escribió Werther en cuatro semanas.


     A los 33 años, habiendo ya escrito varios de sus poemas más famosos, las ganancias de Edwin Arlington Robinson como autor ascendían a siete dólares.  


     Me gusta el paisaje, pero prefiero sentarme de espaldas a él.
     Dijo Gertrude Stein.


     En la segunda guerra mundial, los nazis profanaron adrede la tumba de Heinrich Heine en Montmartre.
     Nelly Sachs y Paul Celan, algunos años después, llevando en silencio flores a la tumba.


De Punto de fuga (Verdehalago, 2011)
Traducción de Verónica Martínez Lira y Alejandra Reta Lira



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