AQUÍ
Cómo se extiende la
soledad desde mí,
la mata se muere,
los árboles huyen,
y las comadrejas, las comadrejas.
El frío de la noche
avanza más allá
del
borde del helero
y cubre los
cadáveres pequeños.
Afuera los árboles sostienen
el vacío,
la soledad
como una piedra va
rodando de árbol a árbol.
Inmensidad,
y nieve.
CONTRAPUNTO
Todo se cayó de mis
brazos,
el jardín, el
corral, la casa, las voces, las habitaciones,
la niña, con una
golondrina y un pez en la mano;
se cayó todo a la
tierra
que parió las piedras.
Soy una habitación
vacía,
me rodean los
puntos cardinales
y los árboles envueltos
en la nieve,
fríos, fríos,
vacíos.
Pero en la palma de
mi mano
se levanta todo lo
que amaba,
el corral, las
rosas, la casa como una jarra de barro,
perfecta,
una casa como el
corazón de la fruta, con las pepitas silenciosas
con la muerte y el
movimiento en sus tejidos,
un pozo, un perro
pequeño, un collar invisible.
Un cuarto pequeño, postigos
pequeños, pequeños zapatos ágiles
como cordones para
el corazón y para las carreras.
Los zapatos corren,
entran del ventrículo
a la aurícula, y en
la sangre unos dedos de niño
construyen un
muelle de piedra
para los barqueros
de piedra.
Los sueños son como
las piedras
en lo profundo,
contadas, dedicadas
a la muerte.
Y por las válvulas,
por los oídos resbalan
los pájaros afinados,
trayendo risas en
su pico,
gotas de mozart
zart zart
MIS HERMANOS
MUERTOS
Mis hermanos
muertos
se van.
Suenan las
espuelas.
En la burda tela
gris
el hedor de la
guerra.
Muy jóvenes
se esfuman mis
hermanos muertos
hacia el horizonte.
Yo me hago vieja
donde estoy.
(Anja Vammelvuo)
De Doce poetas de Finlandia (Losada, 1969)
Traducción de Matti Rossi
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