domingo, 27 de marzo de 2016

Cuatro poetas alemanes



LÜBARS

Sólo la nieve
da luz
a esta hora. El sol
toda una leyenda. Voy por
el camino hacia el horizonte,
la relumbrante carretera
sola. Conmigo
mi sombra. Fuerte. La iglesia
queda atrás. La pradera. Enmarcada
la escena en cristal. Los campos,
laterales, reflejan
lejanía: la aldea tiene su sueño:
el sueño tiene su pared: enfrente
se desangra el ojo.

(Ulrich Schacht)



ES EL VIENTO

Es el viento sobre los puentes, el humo y el frío.
Es la profundidad del agua, es el crepúsculo
que rasga el cielo y desaparece
hundiéndose en una noche glacial
en noviembre y en lluvia tiznada. Es la temprana
tarde del invierno, es el estar solo con ojos de fiebre
y huesos ligeros, son los bares y es
la embriaguez del coñac, el silencio y la gente de Babilonia,
es el aserrín en el suelo del bar, la escupidera
y la sangre en la escupidera, es la sangre en el aserrín
en el suelo del bar, es la llave americana,
es la risa de la gente de Babilonia,
es el dinero, es el hambre.
Son las ciudades junto a ríos aceitosos, es
el vuelo de los pájaros sobre los puentes, el humo, la noche de viento
y tormenta de invierno que descuartiza el cielo, es
un hambre de más y un refugio de menos, una vida
de más y una vida de menos, es el frío
el limbo tronante, un morir de más y un morir
de menos, son los muertos que recibió la memoria
por un tiempo, y son los muertos
que recibió el olvido para siempre. Es
el tiempo y el tiempo después y el júbilo al fin
la despedida larga, el sueño y la gran serenidad,
la ira sobre tanto y tan poco, y es su vida.

(Christoph Mekel)



NO SABEMOS QUIÉN ES USTED NI PARA QUIÉN ESTÁ TRABAJANDO

Así es dice Piwitt
ahora vamos de compras para que
tengamos algo que comer
luego cocinamos luego comemos
cuando hayamos comido
otra vez podemos
aguantar un rato
luego barremos la escalera
para que tengamos todo bien limpio
luego planchamos nuestros pantalones
para que tengamos los pantalones planchados
luego pensamos
qué tenemos que hacer
seguimos haciendo preparativos
o sea nos preparamos dice Piwitt
tomamos vitaminas respiramos aire del bosque
para que sigamos con buena salud y tal vez
lleguemos a ser más viejos aún
cuando hayamos preparado todo
lo necesario para la vida
nos sentamos en un rincón y nos morimos

(Nicolas Born)



EN VERANO

Poco poblado el país.
Pese a campos inmensos y máquinas
Yacen soñolientas las aldeas
En jardines de boj: y pocas veces
Una pedrada alcanza a los gatos.

En agosto caen estrellas.
En septiembre comienza la caza con cornetas.
Aún vuela la gansa gris, la cigüeña
se pasea por prados no envenenados. Ay, las nubes
como montañas vuelan sobre los bosques.

Si uno aquí no lee los diarios
el mundo está en orden.
En calderas de mermelada de ciruela
se refleja hermosa la propia cara y
rojo vivo brillan los campos.

(Sara Kirsch)


De El sueño tiene su pared. Nueva lírica alemana (El Tucán de Virginia, 1990)
Traducción de Elisabeth Siefer



viernes, 25 de marzo de 2016

Richard Exner - Después de Auschwitz


Para Wolfgang Weyrauch


1

¿Ya no hay poemas?
¿Entonces el apologético
Informe de gobierno
(el Libro Blanco – oh lenguaje,
¡Violada suavidad
de la nieve!),
la pesada novela
mentirosa o el
periódico tal vez?

Como una fosa común
el poema ahorra
espacio y tiempo.

Antes de Auschwitz,
después de Auschwitz
llovían disctaduras
y los ríos y
las ciudades
llevaban sangre.

Desde Auschwitz
ya no se puede matar
a la historia.
El trabajo siempre
hará libre
y los que de día asesinan
escuchan en la noche
a Mozart y a Bach.
Desde Auschwitz
–¡hay que quitarse el sombrero
ante este siglo!–
ya nada es
imposible.

Ni siquiera los poemas.


2

Animados
a dar rienda suelta
a su fantasía,
unos niños de Kampuchea
–cuyo asesino más reciente
decidió que allá sobraban
millones de
seres humanos–
dibujaron
cómo colgaban
disparaban y quemaban
a sus padres,
hermanos y extraños.

Y en ese momento
una niña preguntó
¿qué cosa es una muñeca?

Aún tiembla el aire
en las puertas azotadas
del jardín,
y la voz que ordenaba
el trabajo a Adán y a Eva
(fue una desgracia, creedme,
rutina y
consuelo del agotamiento)
aún sigue vibrando.


3

Hoy,
a un respiro
del tercer milenio
de la cruz,
el primer mundo y el segundo
indiscriminadamente
devoran
al tercero.

Radiante  
perecerá
lo que no esté muerto por hambre.
Antropófagos:
oh, cómo os protege
la palabra extranjera.

El apocalipsis
(Juan de Patmos,
El Bosco, los
pavorosos
fabulistas)
desde hace mucho
ya ha comenzado.

Vivimos,
antes de morirnos,
sus detalles.


4

Muy de madrugada
el sol,
las flores,
la tierra abierta.
Naturalmente
los mirlos cantan
también en el bosque
de Katyn.

Hay que quitarse el sombrero
ante nuestro siglo.
            Su progreso
            salta a la vista:
            tiros en la nuca y
            neurocirugía, todo
            lo lleva a cabo
con exactitud.
Nos extermina
como nos salva
combatiendo el cáncer
que ha sembrado.
Hay que quitarse la cabeza ante nuestro siglo.

Ven,
nuevo milenio post-Auschwitz
ven a Auschwitz

si no, todo fue
en vano.


5

El que sigamos amándonos
es un milagro.

Desde Auschwitz,

desde Auschwitz
me avergüenzo cuando
estoy en el abrazo.

Tu cuello pulsa
contra mis labios
como los pájaros grandes abaten su presa.

Nuestros cuerpos
sin aliento se
unen bruscamente y
yacen desnudos
trenzados
como si alguien
les hubiera dado
una ducha mortal.

Mientras yo
sienta tu piel,
no te desollarán
para forrar una lámpara.

De golpe nos despertamos
agradecidos.


 6

¡Despierta!
Matan a la gente mientras duerme
y al sur de nosotros
(los desaparecidos)
lo que uno ha besado
(los desaparecidos)
es torturado
instantes después.

Ven,
antes de que suene la hora
con cachiporras
antes de que
los que estamos desapareciendo
nos entreguemos.

A pesar de Auschwitz
no se puede matar a la historia.
Pero sí a nosotros,
a nosotros sí
y tan fácil.


7

¡Despierta!
tócame,
no esperes
a que los tiempos
cambien.
No cambian
jamás.

Hasta que Auschwitz
y todos los desaparecidos
hayan sido olvidados, recordados y
expiados
estaremos mudos.


8

Y sin embargo, hay poemas.

Con boca muerta hablados,
concebidos por tortura.

Sólo los hombres
desaparecen
sin huella.

A los poetas se les puede
matar a golpes. Nombres
son extinguidos.

Alguien, tal vez
la esperanza, graba a fuego
las letras
en su cerebro.

Blancas,
sin imprimir,
desde los archipiélagos
por encima de las fronteras
¡Fuera con ellas!

Y ahora
gritar, con gran voz
y de memoria
gritarlas:

La escritura
como tempestad,
como el humo de hombres

quemados.   


De El sueño tiene su pared. Nueva lírica alemana (El Tucán de Virginia, 1990)
Traducción de Elisabeth Siefer

miércoles, 2 de marzo de 2016

Charles Bernstein - El poema difícil


Todos nosotros de vez en cuando nos topamos con un poema difícil. Algunas veces es el poema de un amigo o de un familiar y algunas veces es el poema que nosotros mismos hemos escrito. Durante muchos años, el poema difícil ha creado desasosiego tanto en los poetas como en los lectores. Los expertos que estudian a los poemas difíciles frecuentemente han rastreado la prevalencia moderna de este problema hasta los días tempranos del siglo pasado, cuando un gran cantidad de dislocación social precipitó el brote de 1912, una de las más conocidas epidemias de poesía difícil.
     Pero mientras estos expertos han elaborado detalladas discusiones históricas acerca de los poemas difíciles y aunque hay una gran cantidad de especulación filosófica y teoría psicológica acerca de la poesía difícil, escasean las guías prácticas para manejar la poesía difícil. Lo que puedo hacer en este ensayo es explorar algunas de las maneras en que usted puede hacer más agradable su experiencia con el poema difícil mediante la exploración de algunas estrategias para hacer frente a dichos poemas.
     Puede que usted se esté preguntando, ¿cómo fue que yo me interese en estos tópicos? Permítaseme ser franco acerca de esta situación. Soy el autor de —y lector frecuente— de poemas difíciles. Debido a esto, poseo un fuerte deseo de ayudar a otros lectores y autores en relación con poemas duros–de–leer. Al compartir mi experiencia de más de treinta años de trabajo con poemas difíciles, creo que puedo ahorrarle tiempo y dolores de cabeza. Puede que incluso logre convencerle de que algunos de los más difíciles poemas con los que pueda toparse son capaces de proveer experiencias estéticas muy enriquecedoras, si sabe usted cómo acercárseles.
     Pero primero debemos hacer la pregunta: ¿está usted leyendo un poema difícil? ¿Cómo saberlo? He aquí cinco preguntas clave que pueden ayudarle a responder esta interrogante:

1. ¿Le cuesta trabajo apreciar este poema?
2. ¿El vocabulario y sintaxis del poema le resulta duro de roer?
3. ¿Este poema le está haciendo sudar?
4. ¿Acaso el poema le hace sentir inadecuado o estúpido como lector?
5. ¿Este poema está afectando su imaginación?

Si ha respondido afirmativamente cualquiera de estas preguntas, probablemente esté tratando con un poema difícil. Pero si todavía no está seguro busque la presencia de alguno de estos síntomas: actividad sintáctica, gramatical o intelectual alta; intensidad lingüística elevada; irregularidades textuales; retiro inicial (el poema no está inmediatamente disponible); escasa adaptabilidad (el poema no se presta a ser usado en cartas amorosas, conmemoraciones, etc.); sobrecarga sensorial; ánimo negativo.
   Muchos lectores, cuando se enfrentan por vez primera con un poema difícil se preguntan a sí mismos: “¿por qué yo?”. La primera reacción que frecuentemente tienen es pensar que es un problema inusual que otros lectores no han enfrentado. Así que el primer paso para manejar el poema difícil es reconocer que se trata de un problema común que muchos otros lectores confrontan cotidianamente. ¡Usted no está solo!
    La segunda reacción de muchos lectores de poemas–difíciles es la autoflagelación. Se preguntan: “¿qué estoy haciendo que causa que este poema sea tan difícil?”. Así que el segundo paso para enfrentar al poema difícil es entender que no eres responsable por la dificultad y que hay métodos efectivos para responder al poema difícil sin caer en la frustración o el enojo. Los escritores de poemas difíciles encaran las mismas interrogantes que los lectores, pero para ellos estas dudas pueden ser motivo de mayor agitación. Frecuentemente un poeta se preguntara a sí mismo, si es varón, o a sí misma, si es mujer (los individuos transgénero también se hallan con las mismas incertidumbres): “¿por qué mi poema se hizo así? ¿Por qué mi poema no es completamente accesible como los poemas de Billy Collins, que nunca tienen problemas para ser comprendidos?” Tal como los lectores de poemas difíciles, estos escritores de poemas difíciles se deben reconciliar con el hecho de que sufren un problema común, compartido por otros autores. Y deben reconciliarse con el hecho que no es culpa suya que sus poemas sean más difíciles de entender que los de Billy Collins, pues algunos poemas simplemente así son, así resultan.
  Los poemas difíciles son normales. No son incoherentes, absurdos u hostiles. Los lectores bienintencionados pueden sugerir que “algo anda mal” con el poema. Así que adquiramos una nueva perspectiva. “Difícil” es muy diferente de anormal. En el clima de hoy en día, con un número cada vez mayor de poemas etiquetados como “difíciles”, es importante mantener esta distinción en mente.
   Los poemas difíciles son así debido a su confección innata. Esa confección es su estilo construido. No son así a causa de algo que usted como lector le haya hecho. No es su culpa.
    Los poemas difíciles son duros de leer. Obviamente usted ya sabe esto, pero si lo tiene en cuenta, entonces usted será capaz de recuperar su autoridad como lector. ¡No permita que el poema difícil lo intimide! Frecuentemente el poema difícil lo provocará, pero esta puede ser su manera de pedir atención.
Algunas veces, si usted le da su atención completa al poema, su conducta provocativa cesará.
     Los poemas difíciles no son populares. Esto es algo que todo poeta o escritor de poemas difíciles debe encarar. No hay vuelta de hoja. Pero no porque un poema no sea popular no quiere decir que carezca de valor. Los poemas impopulares pueden tener lecturas significativas y, sobre todo, no siempre serán impopulares. Pero incluso si el poema nunca se vuelve popular, puede que siga siendo especial para usted, el lector. Quizá la impopularidad del poema puede que haga que usted y el poema difícil se acerquen. Después de todo, su propia habilidad de tener una relación íntima con el poema no es afectada por la popularidad del poema.
     Una vez que has superado el juego de culpabilizaciones —culparse a sí mismo como lector por la dificultad o culpar al poema— se puede enfocar en la relación. La dificultad que está teniendo con el poema podría estar sugiriendo que hay un problema no con el lector o con el poema sino con la relación entre usted y el poema. Enfrentar estos problemas que surgen en la relación puede ser una valiosa experiencia de aprendizaje. ¡Suavizar las dificultades no es la solución! Aprender a experimentar una lectura de un poema frecuentemente será más satisfactorio que meter las dificultades debajo de la alfombra, sólo para que el polvo acumulado te salte a la cara cuando finalmente llega la hora de limpiar el piso.
    Los lectores de poemas difíciles también necesitan tener en cuenta la tendencia a idealizar el poema accesible. Manténgase en mente que un poema puede ser fácil porque no está diciendo nada. Y aunque puede que esto resulte en una lectura sin perturbaciones en un inicio, puede que enmascare problemas que más tarde aparecerán. No hay poema libre de dificultades. Algunas veces trabajar las dificultades del poema es lo mejor que puede hacer para tener una experiencia estética de largo plazo y que así se abra la posibilidad de muchos encuentros futuros con el poema.
   Tengo la esperanza de que esta aproximación con el poema difícil aliviará la frustración que muchos lectores tienen cuando son desafiados por este tipo de experiencia estética. Leer poemas, como otras experiencias en la vida, no siempre es tan fácil como parece desde el exterior, como cuando vemos a otros lectores felizmente dando la vuelta a las páginas de colecciones de sus versos más amados. Muchas veces este retrato de gloria lectora no es la historia completa; incluso esos lectores ahora sonrientes puede que hayan atravesado experiencias difíciles cuando los conocieron por vez primera. Como mi madre suele decir, no se puede hacer huevos con tocino sin mandar a un cerdo al matadero.


Traducción de Heriberto Yépez.

domingo, 28 de febrero de 2016

Michael Palmer - Tu zapato de diamante


No escribas poemas sobre lo que está pasando.
Los asesinos y los mentirosos, los sueños y los deseos

siempre están pasando.
Déjalos fuera del poema.

No describas tu casa veraniega de ojos tristes
o tu casa invernal de ojos abiertos.

No escribas sobre tu falta de casa
o de tu casa lejos de casa.

No escribas sobre la guerra,
ya sea que estés en contra o a favor,

es la misma puta guerra.
No escribas sobre el lenguaje,

no hables de la pérdida.
No menciones la verdad o la belleza

o los huesos de tu abuelo.
Nadie quiere saber

cómo tu padre / hermano / amante
se sustrajo a sí mismo. Navaja, cuerda o pistola,

¿cuál es la diferencia?
Nada susurres de la nieve

en la Contrescarpe,
nada de las mariposas nocturnas, sus arcos batientes,

o de las torres —cómo las vimos caer.
No escribas nada.
a la manera de Drummond



Traducción de Román Luján y Marcelo Pellegrini

viernes, 26 de febrero de 2016

Charles Simic - Donde el azar y la necesidad coinciden



EL HOMBRE DEL BASURERO

Su aspecto era como el que imagino tendría Bartleby el día en que renunció a su trabajo para mirar la pared desnuda frente a la ventana de la oficina.
     Siempre hay hombres así en las ciudades. Vagabundos solitarios con gabardinas pasadas de moda hace mucho, sentados en los restaurantes modestos y en las cafeterías de calles laterales comiendo un pedazo de pastel blando. Son mortalmente pálidos, de ojos cansados, con las solapas llenas de migajas. Alguna vez fueron otra cosa; pero ahora trabajan como mensajeros. Suben diez pisos por las escaleras eléctricas si los levadores no funcionan, con sobres amarillos bajo el brazo. Aun en el verano meten las manos en los bolsillos. Y Cornell podría ser cualquiera de ellos.
Era descendiente de una vieja familia holandesa de Nueva York, venida a menos tras la muerte prematura del padre. Vivía con su madre y su hermano inválido, en una casita prefabricada en Utopia Parkway, en Queens; y vagaba por Manhattan de manera, al parecer, despreocupada. Devoto de Christian Science, era un recluso y un excéntrico admirador de los escritos de los románticos franceses y de los poetas simbolistas. Su gran héroe fue Gérard de Nerval, famoso porque caminaba por las calles de París con una langosta viva amarrada a una correa.



DONDE EL AZAR Y LA NECESIDAD COINCIDEN

En algún lugar de la ciudad de Nueva York hay tres o cuatro objetos aún desconocidos que embonan uno con otro. Cuando estén juntos serán una obra de arte. Tal es la premisa de Cornell, su metafísica y su religión; la deseo entender.
     Sale de su casa e Utopia Parkway sin saber qué busca ni qué encontrará. Hoy, podría tratarse de algo tan común e interesante como un viejo dedal. Tal vez pasen años antes de que encuentre compañía. Mientras, Cornell camina y busca. La ciudad tiene un número infinito de objetos interesantes en un número infinito de lugares inusitados.



TERRA INCÓGNITA

América está aún por descubrirse. Sus vagabundos y poetas son parecidos a los antiguos navegantes cuando emprendían viajes de exploración. Hasta en sus ciudades hay espacios que los cartógrafos dejaron en blanco.
     Esta tarde se trata de un cine donde, por alguna razón, pasan dos películas de horror en blanco y negro. En ellas siempre anochece. Alguien está completamente solo en un lugar donde no debería estarlo. Si hay alguna casa debe ser la única, ni una más alrededor. Si hay algún camino debe estar desierto. Los árboles son desnudos o, si tienen hojas, se agitan tenebrosamente. El cielo tiene todavía un poco de luz grisácea. Es esa luz donde aun las propias manos parecen ajenas, de algún extraño.
     Al salir de nuevo a la calle, el hombre de traje blanco que dobla la esquina podría ser el fantasma del difunto poeta Frank O’Hara.   



LA VERDAD DE LA POESÍA

Un juguete es una trampa para soñadores. Un verdadero juguete es un objeto poético.
     Hay una escultura temprana de Giacometti llamada Palacio a las 4 A.M. (1932). No consta sino de unos cuantos palitos acomodados sobre un andamiaje limpio; el título la vuelve más fantasmagórica e inolvidable. Giacometti decía que era la casa soñada, para él y la mujer que amaba.
     Un niño conoce tales sueños. Sueños donde los objetos se renombran y a los cuales se inviste de vidas imaginarias. Un guijarro se convierte en ser humano. Dos palitos apoyados uno contra otro forman una casa. En ese mundo se juega a ser otro.
     Eso es lo que busca Cornell, también. Cómo construir un vehículo para el ensueño, un objeto que enriquezca la imaginación del espectador y lo acompañe siempre.



NUESTRO ANGELICAL ANCESTRO

Rimbaud debió haber viajado a Estados Unidos y no a Lago Chad. Tendría  cien años y exploraría las tiendas de descuento. ¿No dijo acaso que le gustaban las pinturas estúpidas, los letreros, los grabados populares, los libros eróticos con faltas de ortografía, las novelas de las abuelas.
     Arthur, pobre chico, habrías caminado a lo largo de la Calle 14 y escrito muchas más “Illuminations”.

     Poesía: tres zapatos distintos a la entrada de un callejón oscuro. 



CAJA DE CERILLOS CON MOSCA ADENTRO

Caja de sombras
caja de música
caja de píldoras
caja con rompecabezas dentro
caja con pequeños cajoncitos,
caja de navegación
caja de alhajas
caja de marinero
caja de mariposas
caja llena de recuerdos de un viaje por el mar
prisión mágica
caja vacía



De Alquimia de tendajón (UNAM, 1996)
Traducción de Elisa Ramírez Castañeda




lunes, 22 de febrero de 2016

Anne Carson - Apéndices



Apéndice 8 sobre la miopatía de la captura

Capturar y confinar a un animal resulta extremadamente estresante. Una reacción inmediata al estrés es el síndrome “escapa o lucha”, al que el cuerpo responde produciendo adrenalina. La constante sobreproducción de adrenalina conduce a la acumulación de ácido láctico en la corriente sanguínea que afecta la habilidad del corazón para bombear correctamente el oxígeno a las músculos, lo que puede causar que los músculos comiencen a morir: miopatía (del griego antiguo pathos, “sufrimiento” y de mus, que significa: 1. “un ratón de campo”; 2. “un músculo del cuerpo”).  Hay cuatro categorías de miopatía de la captura que van desde la hiperaguda, donde la muerte sobreviene en cuestión de minutos, a la crónica, que el animal cautivo puede sobrevivir durante días y hasta meses, montando a caballo y enviando telegramas, sólo para morir repentinamente por una falla cardiaca o algo parecido a un accidente. No hay tratamiento para la miopatía de la captura.




Apéndice 20 sobre la velocidad

El límite de velocidad en la Francia de 1907 era de 15 kilómetros por hora. Cuando Alfred Agostinelli llevó a Proust a Normandía debió, por momentos, haber rebasado este límite pues, de acuerdo con el artículo de 1907 publicado en Le Figaro, ir en coche con Alfred era como salir disparado por un cañón. El traje de conductor de Alfred consistía en una capa de hule con capucha, lo cual, dice Proust, le hacía lucir como una "monja de la velocidad".




Apéndice 29 sobre los kimonos

El conocimiento de otra persona es insoportable. Los kimonos japoneses estuvieron de moda en el París de los años veinte. Habían sido rediseñados para el mercado europeo, con menos manga y más bolsillo. Albertine guarda todas sus cartas en el bolsillo del kimono que, justo antes de dormirse, arroja despreocupadamente sobre una silla en el cuarto de Marcel. La verdad acerca de Albertine está así de cerca. Marcel no investiga. El conocimiento de otra persona es insoportable.




Apéndice 33(a) sobre la diferencia entre metáfora y metonimia

Ya que la cuestión surgió, he aquí la diferencia. En un grupo de niños a los que se les pide una respuesta a la palabra “choza”, algunos dijeron una cabañita, otros dijeron se incendió.




Apéndice 59 sobre una mala fotografía


En una famosa biografía de Proust (Tadié), hay una pequeña fotografía de 1907, pobremente impresa, de Proust y Alfred Agostinelli sentados en su vehículo de motor, vestidos para un viaje. Envuelto en un gran abrigo, con una pierna cruzada, Proust luce hinchado y aburrido, a donde sea que vayan. Agostinelli sujeta el volante, ataviado con su disfraz de “monja de la velocidad”, con los ojos fieramente fijos en el horizonte. Podría tratarse de una de esas fotografías que apenas despiertan un pasivo interés y luego se olvidan; como dice Barthes, una fotografía sin fisuras en la superficie, sin punctum para atraparte y perturbarte (La cámara lúcida), excepto por la postura de la cabeza del Alfred Agostinelli, pues la mantiene echada hacia atrás, en un ángulo que sugiere la velocidad del movimiento hacia adelante. Pero ambos, por supuesto, están sentados completamente inmóviles en el coche. No se puede menos que preguntar si le dio un dolor de cuello por haber sostenido su cabeza de ese modo durante los largos minutos de la exposición. O sobre qué cosas hablaban ese día, mientras el fotógrafo jugueteaba con los lentes y las cantaban en el seto de espinos y la tarde de verano en el más lejano límite del amor humano se extendía frente a ellos, aparentemente, hacia la eternidad. Tal vez hablaron sobre una cabañita. Tal vez se incendió.  



De Albertine. Rutina de ejercicios (Vaso Roto, 2015)
Traducción de Jorge Esquinca



sábado, 20 de febrero de 2016

Leónidas Lamborghini - Reescrituras



CÁNTICO (1)

A
dónde
–decid.
¡oh!
bosques
¡oh!
sotos
¡oh!
riberas.

¡Ay!
¿pasó
por
estos?

¡Ay!
y
quién
podrá:
¿pastores?
los
que.
y
todos
cuanto:
–decid.
¡Oh!
vida
¿te
escondiste?

¿por
qué?
¿a
dónde?
lo
que
queda
y
vaga
y

balbucea.



CÁNTICO (2)

¡Ah!
miedo
de
la
noche
en
ardores
transformándose

liras
en
aves

leones
en
ciervos
en gamos
saltadores

montes
en
valles
valles
en
riberas

sirenas
en
aguas
aguas
en aire
transformándose

y
en
el
ameno
huerto:
Amada
en
el
Amado
Amado
en
la
Amada

transformados.



NO SALGAS, DILATA (A UNA ROSA)

para qué naciste. para qué
tan poco. tan nada. para
qué: en tu breve ser, para qué lúcida,
loxana. ¿quién
tu hermosura? ¿quién?
tu ayer naciste
y morirás mañana. quién
 la escondida mano en tu hermosura
que acabará tu. no
salgas. no: dilata.




De El jugador, el juego (Adriana Hidalgo, 2007)