1
No me molesten.
Acabo
de nacer.
2
El vuelo de la mariposa, como al
galope,
la conduce por el reino de las hojas
delicadamente, tan bien la conduce
a donde quiera ir, a donde sea,
parando
aquí o allá, embriagada entre las
gargantas
húmedas de las flores y el barro
negro; arriba
y abajo aletea, frenética y sin
rumbo; y a veces
por un instante, largo y precioso, se
vuelve perfectamente
perezosa, cabalgando inmóvil en la
brisa, sobre el suave tallo
de cualquier flor.
3
El dios de la tierra
vino hasta mí muchas veces y dijo
tantas cosas, sabias y encantadoras,
me tendí
sobre el pasto a escuchar
su voz de perro
voz de cuervo
voz de sapo; ahora
dijo, y ahora
y nunca jamás dijo para siempre,
4
lo cual, sin embargo, siempre estuvo
como una filosa pezuña de hierro
clavada en el centro de mi mente.
5
Todo lo que necesitas son dos o tres
cosas
para atravesar el lago azul, la
espesura
de los bosques y la rigidez
de las flores del relámpago –una intensa
memoria del placer, un agudo
conocimiento del dolor.
6
¡Pero quitarse de encima la pezuña!
Se necesita una idea
para eso.
7
Por años y años luché
solo para amar mi vida. Y entonces
la mariposa
se elevó, ligera, con el viento.
“Tampoco ames tanto
tu propia vida” me dijo
y desapareció
dentro del mundo.
De El trabajo del sueño (Caleta Oliva, 2021)
Traducción de Natalia Leiderman y Patricio Foglia
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