martes, 7 de octubre de 2025

Cuatro poemas de Noah Cicero

 


PRUEBA DE DIOS

 

Estaba en Oregon

y vi un lugar

que se llamaba El mejor teriyaki.

 

Me parecía raro,

una pelotudez increíble,

que hubieran venido los blancos y mataran

a todos los búfalos, y borraran o desplazaran

a lugares ínfimos a todo el pueblo chinuk.

 

Entonces un tipo o una mujer de Japón,

un país al que le va muy bien en términos de desarrollo,

decidió venir a Oregon, a un bosque en donde sol

casi nunca brilla, donde llueve llueve llueve y

todos los hombres blancos tienen barba, incluso si los hace más feos.

Y el japonés puso un local que tiene

el mejor teriyaki del planeta Tierra.

 

El concepto mismo, la idea, la noción,

la existencia fenomenológica de El

mejor teriyaki comprueba para mí que el universo

es rarísimo, que cualquier cosa puede pasar,

porque si El mejor teriyaki puede estar

en un bosque del oeste lejano de Norteamérica,

cualquier cosa es posible.

 



SORRY

 

Perdón

a la chica de Polonia,

a la chica de Seattle,

a la esposa por correo de Filipinas.

E incluso a la acosadora rumana:

no te puedo amar;

parecés muy copada,

hasta un poco graciosa.

 

Pero mi corazón, mi cerebro

y hasta mi pene protestan todavía

por otra, siguen cantando canciones viejas.

 

Quizás un día, sin que

me dé cuenta, alguien

se deslice en mi corazón: acabo de imaginar

mi corazón en el desierto, tal vez en el Valle de la Muerte.

Ahí donde están las dunas, una serpiente de cascabel llega

hasta mi corazón, lo muerde

y le inyecta su veneno.

 



MAMÁ EN EL CAMINITO DE PIEDRAS

 

Cuando era chico,

tenía un caminito de piedras

en el Ohio de las hojas anchas

en el Ohio de la planta siderúrgica abandonada

en el Ohio de la fábrica de Chevrolet

donde trabajaba mi mamá.

 

Trabajaba en un turno

de las tres a las once.

 

Nunca la veía después del colegio,

ni antes del colegio, en realidad.

Me hacía el desayuno solo.

Había noches en que no me dormía

hasta que su auto rodaba

por el largo caminito

hasta que escuchaba el ruido de las piedras.

 

Hasta que entendía que ella había llegado,

que estaba en casa conmigo.

 

Entonces me quedaba dormido,

Pero ahora duermo solo.

Y las piedras no suenan.

 

A todas las mujeres que amé

Ahora las aman otros.

A las 11:45 de la noche trato de escuchar

los autos, aunque sea las llantas

girando sobre el pavimento liso.

Cuando escucho el sonido

que estoy buscando,

me digo que sos vos,

que estás en casa,

y me duermo.

 



DE ALGUNA MANERA

 

Por momentos, no sé

si ustedes de verdad son personas, yo

sé que son personas, quiero decir,

no caminan en cuatro patas y usan

ropa. (Pero a veces, cuando

la gente se desnuda, no sé si es humana

y me confundo, por eso ya no

voy a cabarets, ni tengo sexo).

 

¿Cómo se convirtieron ustedes en personas? Cómo

hicieron para aprender a llegar al trabajo a horario

y hacer lo que les dice su jefe, cómo

aprendieron a prestar atención a los detalles. Hay un aviso

en Craiglist para un trabajo de data entry que dice: Buscamos

a alguien que esté realmente preparado para empezar una carrera

y preocuparse por el trabajo que hace todos los días.

¿En serio el aviso ni siquiera dice qué

produce la empresa? ¿Cómo mierda te puede importar

algo desconocido, acaso te empieza a importar

cuando empezás a trabajar?

 

¿Cómo te convertís en persona?

En general, en lugar de buscar trabajo,

escucho música en YouTube, en lugar de ser

una persona, intento convertirme en las notas de las canciones,

la estructura armónica de la versión de Will You

Still Love Me Tomorrow

de Amy Winehouse, quiero convertirme en esa canción, aprendo

la canción en guitarra y rasgo los acordes en mi patio de adobe,

intento ser algo no humano, a veces trato de convertirme

en el sabor de una hamburguesa de Carl’s Jr., quiero ser

así de sabroso, así de perjudicial para vos.

 

A veces escucho cantos amitabha,

cantos navajos, incluso viejos

himnos de la iglesia bautista de Kentucy, quiero

ser un sentimiento puro que pueda llegar al cielo,

pero en cambio soy Noah Cicero, a veces grito, nadie

puede controlarme, nadie puede domarme, porque

no sé qué ser.

 

Cuando veo a un antílope desde el auto, muy

al norte de Nevada, cerca de la reserva del río Walker. No sé

qué ser: en antílope, la persona que ve al antílope, el pasto

que el antílope come, lo que siente la persona cuando

ve al antílope, lo que siente en antílope mientras

come el pasto, por eso trato de ser todas las cosas

y me doy cuenta

de que sólo soy viento que gira y gira y está bien y

no está bien

y todo se va a acomodar, algo se está enderezando, pero

nunca se acomoda, y todo todo todo vuelve, y el viento

que agita las hojas de la palmera, el zumbido de los bichos y

yo que intento buscar trabajo en Craiglist.

 


De Cowboy bipolar (Zindo & Gafuri, 2024)                                                                    Traducción de Eduardo Savino