domingo, 8 de septiembre de 2019

David Lynch - Fragmentos sobre cine y creatividad



IDEAS

Una idea es un pensamiento. Es un pensamiento que abarca más de lo que crees cuando se te ocurre. Pero en ese instante inicial salta una chispa. En una tira cómica, si alguien tiene una idea, se enciende una bombilla. Ocurre en un instante, como la vida.

Sería estupendo que la película entera se te ocurriera de una vez. Pero, en mi caso, me llega a fragmentos. El primero es como la piedra Rosetta. Es la pieza del rompecabezas que indica dónde va el resto. Es una pieza esperanzadora.

En Terciopelo azul fueron primero unos labios rojos, unos jardines verdes y la canción, la versión de “Blue Velvet” de Bobby Vinton. Después llegó una oreja tirada en un campo. Y ya está. Te enamoras de la primera idea, de una piececita minúscula. Y en cuanto la tienes, el resto llega con el tiempo.



TERAPIA

Una vez fui al psiquiatra. Estaba haciendo una cosa que se había convertido en un patrón que se repetía en la vida y pensé: “Bueno, debería hablar con un psiquiatra”. Cuando entré en la consulta le pregunté: “¿Cree que este proceso podría afectar de algún modo mi creatividad”. Y el psiquiatra me contestó: “Bueno, David, debo serte sincero: podría ser”. Le di la mano y me marché.



SUEÑOS

Me encanta la lógica de los sueños; sencillamente me gusta cómo funcionan los sueños. Pero rara vez he obtenido alguna idea de los sueños. Sacó más ideas de la música o simplemente de salir a pasear.

Sin embargo, el guion de Terciopelo azul me planteó muchos problemas. Escribí cuatro versiones diferentes. Y hacia el final me encontré con ciertas dificultades. Entonces, un día estaba en la oficina y se supone que debía entrar y reunirme con alguien de la oficina de al lado. En la oficina habría una secretaria y le pedí un papel porque de pronto había recordado un sueño que habría tenido la noche anterior. Ahí estaba. El sueño contenía tres pequeños elementos que solventaban todos los problemas del guion. Es la única vez que me ha pasado.



LA CAJA Y LA LLAVE

No tengo ni idea de lo que son



SENSACIÓN DE LUGAR

En el cine es fundamental la idea de lugar, porque quieres entrar en otro mundo. Cada historia posee un mundo propio, un ambiente y una atmósfera también propios. De modo que uno intenta aunar toda una serie de cosas —de pequeños detalles— para crear esa sensación de lugar.

Tiene mucho que ver con la iluminación y el sonido. Los sonidos que entran en una sala pueden ayudar a pintar su mundo y hacerlo mucho más pleno. Aunque muchos decorados son lo bastante buenos para un plano general, creo que deberían poder aguantar un escrutinio de cerca para que se luzcan los detalles. Quizá en realidad no los veas todos, pero de algún modo tienes que tener la impresión de que están presentes para sentir que se lugar es real, que es un mundo de verdad.



FUEGO

Sentarse frente a un fuego hipnotiza. Es mágico. Me ocurre lo mismo con la electricidad. Y el humo. Y las luces parpadeantes.



LA LUZ EN UNA PELÍCULA

A menudo, en una escena, la habitación y la luz juntas significan un estado de ánimo. Por tanto, incluso aunque la habitación no sea perfecta, puedes trabajar la iluminación hasta que transmita la sensación correcta para que refleje el mismo estado de ánimo que la idea original.

La luz puede cambiarlo todo en una película, incluso un personaje.

Adoro ver salir a la gente de la oscuridad.



EL TÍTULO

Un día todavía al principio del proceso, hablando con Laura Dern, me enteré de que su actual marido, Ben Harper, es de Inland Empire, en Los Ángeles. Estábamos charlando y Laura lo mencionó de casualidad. No sé cuándo surgió, pero se lo dije: “Ese es el título de la película”. Por entonces yo todavía no sabía nada sobre la película. Pero quería titularla INLAND EMPIRE.

Mis padres tienen una cabaña de madera en Montana. Y un día mi hermano, limpiando la cabaña, encontró un álbum de recortes detrás de un armario. Me lo mandó, porque era mi álbum de cuando tenía cinco años, de cuando vivíamos en Spokane, Washington. Abrí el álbum de recortes y la primera fotografía era una vista aérea de Spokane. Y debajo podía leerse: “Inland Empire”. De modo que deduje que iba por el buen camino.



FELLINI

Estaba rodando un anuncio en Roma en el que trabajaba con dos personas que también habían colaborado con Fellini. Fellini estaba hospitalizado al norte de Italia, pero nos enteramos de que iban a trasladarlo a Roma. De modio que les pregunté si les parecía factible pasar a saludarlo. Me contestaron que intentarían concertar una cita. Hubo un intento de encuentro que no prosperó el jueves por la noche, pero a la noche siguiente fuimos a verlo. Serían las seis de la tarde, en verano: una tarde bonita, cálida. Entramos dos de nosotros y nos condujeron hasta la habitación de Fellini. Había otro hombre en el cuarto que mi amigo conocía, de modo que se acercó a charlar con él. Fellini me indicó que me sentara. Él estaba en una silla de ruedas pequeña ubicada entre las dos camas, me cogió la mano y, allí sentados, conversamos una media hora. No creo que le preguntara gran cosa. Me limité a escucharlo con atención. Me habló de los viejos tiempos: de cómo eran entonces las cosas. Me contó anécdotas. Me gustó estar con él. Y luego nos fuimos. Eso fue la noche del viernes; el domingo, Fellini entró en coma y ya no se recuperó.


De Atrapa el pez dorado (Editorial sudamericana, 2009)
Traducción de Cruz Rodríguez Juiz

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