UNA INSPIRACIÓN
Esta mañana pensé que quizá
sólo el poema no publicado preserva su valor,
que publicarlo es arrojarlo
a un tiradero de basura a que se corrompa
junto con los asesinatos de la semana anterior y los
resultados del futbol,
los precios de la bolsa, celebraciones sociales y
declaraciones políticas.
La argucia me convenció. Velozmente lo mecanografié
y a un semanario muy conocido despaché estas líneas.
VIDA Y ARTE II
Debido a que estaba escribiendo mi poema sobre los espinos—
un día sí, otro no, una y otra vez
hasta que lo dejé, y rompí todos los borradores—
se me olvidó alimentarlos. Simples bebecitos, engulleron
cada criatura inerme, desdentada y sin espigón
que dejaron con vida en el estanque—
a pesar de la cría de peces potencialmente cuatro veces su
tamaño—
compitieron por el espacio vital hasta el último grano de
comida
después se debilitaron y murieron.
Los quería, por supuesto,
(Inhumani nihil, etc. —mientras sea naturaleza:
los sapos se estrellan con las ranas en mi descuidado
jardín)
sus aletas siempre vibrando ,
su brillo de macarela moteada,
cómo disparaban, torpedos en busca de barcos–
y estaba lleno de remordimiento.
Había estado esperando a ver a los machos
volverse carmín, magnesio azul en la estación de la crianza,
con valor defienden sus nidos.
Sin embargo, mi conciencia se sintió tranquila, también, al
pensar:
un poema de amor menos.
PALABRAS
“¿Te llamas escritor? ¿Y te
sientas allí con la lengua atada
mientras los otros hablan de
libros?
Sorprendido, respondes con
monosílabos, sin comprometerte.
¿Eres pues tímido o astuto?
¿Superior o simplemente tarado?
¿Te aburrimos o no estás atento?”
“Un poco de todo esto. Pero las
palabras son la raíz del problema.
Ya que no puedo hablar —lo
que no puedo hablar— lo escribo.
¿Palabras? Sí, palabras, no puedo
actuar sin ellas.
Pero las odio como los amantes las
odian
cuando llega el momento de que los
cuerpos hablen;
como lo haría un acróbata
si le preguntaran cuando está saltando cómo salta, por qué
salta.
Extraño oficio, lo admito:
convertir algo en palabras para que las palabras traduzcan
esas
cosas; poniendo en movimiento las palabras para que las
palabras traduzcan el movimiento
¿Pero palabras sobre palabras sobre cosas? Puedo actuar sin
ellas.
Mira: el juego del arbotante con las ramas movidas por el viento.
Escucha: un búho. Y aquellas voces —es la hora en que
todo se cierra.
Y huele: el café hirvió hace dos minutos”.
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