viernes, 6 de diciembre de 2013

Cuatro poemas de Miguel Ángel Bustos


Madre yo era cristiano como los que
antes vinieron a estas playas.
Cuando duermo quedo en cruz
cuando muero quedo en cruz fue la cruz el primer grito que sentí al llegar a este mundo.
La cruz de la sangre más triste.
Hombres hubo que subieron a la cruz. Transformados en dioses mudos. En bronce y                                        cristales atados claman. Naturalmente no iré a desatar a nadie tan débil pobre muerto.
Vos que al morir te irás en una cruz te siento humana yo te desato.


ALA TEMPORAL HERIDA

   Me matarán señor tus clavos si antes no me mata
 la ausencia de tus clavos.
   Noche y día siento el golpear de tus maderas en mi cráneo.


BROTA EL POLEN

Polen atómico
muerde
lento,
la nuca
del niño.
Enrosca viento
luz enrosca
flores y panes,
la muerte
en la sangre.
Lleva viento
lleva,
polen
herido
a las flores sedientas.


CANTO DEL BIENAVENTURADO

Señor Señor por qué me has abandonado
si yo era inhumano
pero rezaba todos los domingos.
Traté de ser altar
siete hostias por semana para mí
un solo oro para mí tu sangre.
Ahora me doy veinticuatro campanadas
y me duermo como un poco de tierra.
Cuando muera
bajo el canto inhumano de mis
   hermanos
seré reliquia orín aroma.
Quedaré en mis huesos por toda la
   eternidad. Amén.


De Visión de los hijos del mal (Argonauta, 2008)


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